#InPerfecciones
Dos escenarios, dos discusiones, ningún consenso al cien por ciento, pero el manejo distinto. Sospechar es natural.
Carlos Rosas C / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Vamos a poner dos escenarios sobre la mesa, dos aspectos que formaron parte importante de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador, que se han discutido ampliamente antes de y después de asumir el cargo a Presidente de la República, estamos hablando de la Guardia Nacional y la Reforma Educativa. En ambos casos es muy probable que hasta el menos informado se alcanza a dar una idea de lo que implican ambas discusiones, sin embargo, el tratamiento y la postura oficial tienen diferencias importantes que señalar.
Los argumentos expresados en las iniciativas de ley presentados atienden a una necesidad en materia de seguridad y educación que heredados de administraciones anteriores plantean modificaciones a la constitución para revertir los efectos negativos de las políticas implementadas en especial por las administraciones de Felipe Calderón –en materia de seguridad- y Enrique Peña –en materia educativa-.
Sin duda la guerra declarada contra la delincuencia, con la subsecuente utilización de las fuerzas armadas, ha dejado resultados nada deseables, irregularidades, abusos, etc. posteriormente dicha política de seguridad no tuvo modificaciones y se le dio un seguimiento bajo el argumento de ser lo más adecuado en el combate contra la delincuencia súper organizada.
La discusión sobre los resultados, los estudios mostrados, los foros de debate y argumentaciones desembocaron en la propuesta y posterior aprobación del dictamen de ley de la Guardia Nacional que guardó una línea muy sutil con el tema de la Ley de Seguridad Interior que en su momento fue rechazada. La Guardia Nacional se aprueba con un ánimo triunfalista por haber logrado tener un espíritu civil, sin embargo, con el anuncio del presidente de poner a la cabeza de la Guardia Nacional un militar en activo, la discusión se abrió nuevamente en el mismo tenor ¿qué tan militar es la Guardia Nacional que en el papel dice ser civil y en la práctica se encontrará ceñida a un mando militar?, y nuevamente no hay consenso y llueven las críticas y las justificaciones.
En la otra esquina se encuentra el dictamen aprobado que abroga la reforma educativa de la administración anterior y presenta una contrarreforma educativa que si bien habla de contenidos educativos y bonitas aspiraciones, los aspectos laborales forman la parte central de dicha reforma, y nuevamente se ha encontrado con el trabuco sindical de la CNTE y con la reaparición en la escena política de la maestra Elba Esther Gordillo del SNTE, el consenso cada vez parece alejarse más y más con el jaloneo entre la Coordinadora, el Sindicato y el Gobierno Federal. Los análisis, los debates, foros y presentaciones etc. poco han servido para que todas las partes se sientan satisfechas de “no haber dejado ni la coma de la reforma educativa de EPN.
En ambos casos podríamos pensar que no hay consenso, la discusión sigue presentándose acalorada entre detractores y defensores de ambas iniciativas con carácter reformista, y aquí es donde la diferencia de la postura y manejo de la situación presenta una disyuntiva. ¿por qué si en materia educativa no hay consenso, se amaga por parte del gobierno con cancelar el dictamen aprobado y dejar intacta la “mal llamada Reforma Educativa de Peña Nieto? ¿por qué si en el caso de la Guardia Nacional no hay consenso social –aunque político en apariencia si- no se amaga con dejar el esquema del uso del ejercito en labores de seguridad intacto?.
El amague de mantener intacta la Reforma Educativa de la administración anterior tiene tintes de escarnio al magisterio que se ha manifestado en contra de cualquier propuesta de manera casi permanente, lo cual parece que el tratamiento que le parece más adecuado al Gobierno es el castigo por el mal comportamiento sindical, en cambio con la Guardia Nacional, a pesar de las recomendaciones, y manifestaciones en contra, tal parece que la conveniencia política pretende tener de parapeto un cuerpo de seguridad militarizado con matices civiles haya o no razones de peso para sostener que los resultados no son halagadores manteniendo al ejercito en las calles. Las diferencias saltan a la vista y la incertidumbre se mantiene en el aire.