Editorial

LA TRAMPA

#InPerfecciones

El anuncio con bombo y platillo que se hizo el pasado jueves donde se presumió de haber evitado la militarización del país, tiene sus “asegunes”.            

 

 

Carlos Rosas C.   

carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

El origen de la Guardia Nacional en México se remonta al conflicto armado con Estados Unidos que culmina con la instalación del ejército norteamericano en la plaza del zócalo capitalino en 1847. Dicho cuerpo tiene la encomienda de complementar a las fuerzas armadas en caso de presentarse amenazas de índole beligerante desde el exterior o el interior del país apoyando a las instituciones y manteniendo la seguridad pública, todo esto bajo el marco de la invasión o un estado de guerra.

 

La utilización de éste cuerpo de seguridad militarizado en torno a la cabeza del Gobierno tuvo en su momento una razón de existir e intervenciones que históricamente han quedado en la memoria nacional defendiendo la soberanía nacional, pero tambien, ha tenido sus episodios lamentables cuando este cuerpo fue ocupado para conjurar movimientos opositores.

 

La presencia y reintegración de la Guardia Nacional a obedecido a las necesidades de los gobiernos que de manera cuidadosa después de la intervención norteamericana han tratado de mantener bien acotadas las funciones de este cuerpo de seguridad militar ya que en términos muy estrictos representa un riesgo latente para el Gobierno Federal de un golpe de estado, y esto queda claro cuando Porfirio Díaz la desaparece de facto sin retirarla de la ley, lo cual deja claro el carácter estratégico que guarda.

 

La discusión sobre la Guardia Nacional de la que derivó el dictamen de la Cámara de Senadores el pasado jueves 21 de febrero que fue celebrada no solo por las bancadas sino una buena cantidad de actores que entre expertos en materia y miembros de la sociedad civil, manifestaron evidentemente el beneplácito por la consecución de un acuerdo con el que la Guardia Nacional queda supeditada al un mando civil único, además de poner una temporalidad acotada a cinco años para el regreso de todos los cuerpos militares desplegados en el país.

 

Lo cierto es que la celebración de este dictamen sobre la Guardia Nacional tiene varias aristas que es necesario tener en cuenta. De entrada el aparente consenso entre senadores que han salido en grupo a dar las buenas nuevas de un mando civil total y el acotamiento de la temporalidad y haciendo alarde haber escuchado todas la voces deja entrever la arrogancia con la que anuncian lo que es su obligación hacer que es escuchar la voz de la población y de quienes argumentan de manera sólida en contra de lo que representaba un riesgo para la población.

 

Como se ha mencionado con anterioridad, la experiencia de la población con el ejército no ha sido fácil en ninguna de sus etapas, los números, las irregularidades, las denuncias, los hechos totalmente documentados no solo en México, sino en otros países donde el esquema de Guardia Nacional se encuentra presente tiene una larga lista de muy lamentables actos que obedecen a muchas cosas menos a la salvaguarda de la seguridad de la población.

 

Hay que tener muy en cuenta que si bien, el anuncio con bombo y platillo que se hizo el pasado jueves donde se presumió de haber evitado la militarización del país, tiene sus “asegunes” –para decirlo en términos coloquiales-, porque el país ya se encuentra militarizado desde hace mas de diez años, y el acotar a cinco años el retorno a los cuarteles no nos garantiza que en ese tiempo la revancha por obtener el mando mixto se pueda presentar en las cámaras con una buena mayoría del partido en el poder.

 

Ya Mario Delgado advirtió que según la visión y el espíritu del documento original, el dictamen no obedece a lo que estaba planteado, y que sin mando mixto no tiene mucho caso este cuerpo de seguridad, mostrando un desdén nefasto ante el cambio de lo que daba por hecho se aprobaría sin cambio alguno, y aunque el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador se haya mostrado satisfecho con éste acuerdo, sabe perfectamente que tiene elementos suficientes y libertad para ocupar este cuerpo que de todos modos es militar sin la necesidad de pedir permiso al ilustre Congreso de la Unión, con lo cual tal parece que el acuerdo que tanto han cacareado no es mas que la celebración de haber caído en la trampa demagógica del presidente, que unas horas antes se encontraba muy nerviosito y amagó con “ventanear” a quienes hubieran votado en contra de la Guardia Nacional en caso de no aprobarse, pero, como todos salieron muy agarraditos de la mano después de haberse “cachondeado” toda semana entre ellos, pues no hubo ninguna necesidad de sacar a colación quien se encuentra en contra de su “alteza”.

 

Para la Guardia Nacional todo marcha sobre ruedas, y la lectura que debemos hacer es que siendo un cuerpo de seguridad que ha emanado de un estado de guerra, el dictamen sobre éste tema sugiere que efectivamente el anuncio de Andrés Manuel López Obrador sobre el término de la guerra solamente es pura y dura demagogia, y si la demanda popular es dejarlo trabajar, que así sea, de todos modos los resultados en materia de seguridad siempre están bajo la lupa y se sienten de inmediato en la población.

 

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