Editorial

Intromisión

#InPerfecciones
La eterna confusión entre lo que se puede y no en materia de política exterior.

 

Miguel Angel Millán Cancino / @MiAngel_Millan
miangel.millan@inperfecto.com.mx

 

Cuando de hablar se trata, todos somos los mejores, pero si es sobre los problemas ajenos somos expertos en el doctorado del meterse en la vida de los demás. No es una cuestión nueva, creo que viene en los genes de la humanidad, en donde nos encanta opinar y dar versiones de lo propio tanto en determinaciones, injerencias y acciones que podríamos llevar a cabo para poder santificarnos saliendo libres de todo mal pensando en lo virtuoso que seguro resulta nuestro discurso lleno de críticas.

Creo que todos hemos vivido bajo ese tenor, hemos sido las víctimas de personas que nos critican, como vestimos, como vivimos, que comemos y el tamaño de nuestras bolsas tanto en lo vacío como en lo lleno.

 

En materia de política exterior el ejemplo es similar, nos la pasamos criticando todo lo que vemos en otros países sin estar en ellos, en donde podemos hablar de cosas que no nos constan, y sin saberlo de cierto, condenar a la población o a los gobiernos que se ven envueltos en la disputa no solo de la política interna de aquella nación de la que hablemos, sino también sus acciones, sean justos o no.

Y, claro que todos tenemos el hecho de poder protestar, de poder enojarnos por cualquier acto de represión, violencia, hambre o situaciones que se den, pero es lo mismo que cuando cierran la casa de una familia, al cerrarse, por muchos ruidos que escuchemos y por muchas luces que salgan solo podemos suponer, pero no tenemos el derecho de intervenir, salvo que se este exponiendo la vida o los derechos elementales, y eso, si la propia casa en riesgo permite que eso pase.

 

En Venezuela ahora todos nos sentimos jueces y parte, nos hemos posicionado en contra del régimen de Maduro y otros en contra de Juan Guaido, hablando de lo que claramente sabemos que viven los hermanos de aquella nación azotada por los problemas sociales y en muchos casos la hambruna, pero, nos hemos permitido hablar sobre los conflictos que hay en aquel país donde Bolívar es la bandera, pero en aquella nación donde Juárez hoy es el símbolo patrio, no hemos sido capaces de salir a defender el desplazamiento de los pueblos, de las raíces y el golpeteo de nuestros jovenes que dan vida y salud a una sociedad que cree estar mejor y que puede juzgar, siendo los primeros en pedir la no injerencia de los estadounidenses por el hecho de decir: SOMOS UN PAÍS LIBRE Y SOBERANO.

Pero, ¿soberano de qué? ¿Realmente tenemos una soberanía y no dependencia a otras economías y sociedades? Claro que no, si lo estuviéramos no tendríamos tantos conflictos en los que la gente de nuestros pueblos originarios han dejado su tierra, viviríamos en un país utópico que no hemos podido consolidar, pero no por falta de ganas, sino porque estamos en medio de las críticas externas que nos dicen hacia donde nos tenemos que conducir.

 

No quiero defender a Maduro, no, para mi el es alguien que no merece ser el presidente de una nación tan noble como lo es Venezuela, pero también se que no hemos tenido el valor civil de poder pelear por lo que creemos justo, y no solo en el tema electoral, porque hoy muchos le han apostado a un gobierno que trae otro régimen, y quizá es tiempo prematuro para juzgar si esto llegará a buen puerto o no, ya veremos, pero nos dejamos muchos años, en dictaduras simuladas que nos han traído la misma desgracia solo que con el cuento de chino de la modernización y de poder tener la mínima comida con el mínimo salario nos hemos ido conformando, dejando de lado a todos aquellos que han ido cayendo, pensando en lo revoltosos que son pero que, cuando hemos necesitado su solidaridad, el egoísmo también se le marca.

Comparto, claro que comparto la posición de no injerencia, de no intervención en asuntos internacionales, los problemas se lavan en el interior de la casa, sin embargo, también comparto que no es el momento de crear tibieza en el dicho y de no dejar la intervención buscando la aprobación o desaprobación internacional.

 

La lucha política por ver quien es el bueno y quien es el malo es algo que se discute en charlas de café, mientra en las calles, esas intervenciones causan más pobreza, esos acuerdos oscuros provocan muchos dolores sociales y confrontaciones.

Por eso, al ser gobiernos tan entrometidos en la vida personal, logran el control familiar para poder disuadir a la sociedad.

 

#InPerfecto