#InPerfecciones
Es muy complicado darle gusto a todos, pero, cuando se dice una cosa pensando en otra para después decir que no se dijo lo que todos entendieron y que la intención era otra ¿qué se puede hacer?
Carlos Rosas C.
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Uno de los sectores más castigados en México es la clase trabajadora que generalmente ha tenido que soportar durante generaciones enteras las “excelentes” condiciones laborales que para muchos en lugar de otorgarles seguridad la pauperización a la que han orillado a los trabajadores se vuelve mas evidente y la crisis económica por más que se anuncien inversiones, tratados, acuerdos etc. no hay forma de mitigar la situación del sector trabajador.
El tema vigente y que es materia de un sin fin de discusiones ha sido el tema de los salarios de personajes como los Magistrados de la SCJN que le han declarado la guerra a la ley de Remuneraciones, y paralelamente se ha puesto sobre la mesa el tema del salario que debe percibir el mismo Presidente de la República que si nos ponemos muy estrictos con eso de la “austeridad republicana” pos también es un poquito ostentoso ganar 108, 000 pesos en un país donde el poder adquisitivo ha decrecido con cada crisis que eventualmente se presenta a nivel mundial y que afecta mayormente a las economías emergentes como México –lo bueno es que ya llegó la transformación que terminará con todos esos males-.
Cuando se pretende hablar de moral, ética, o criterios básicos de justicia social, las cosas se pueden complicar cuando el discurso busca elevarse al terreno de las políticas gubernamentales a implementar, sobre todo cuando no se es lo suficientemente claro y justamente a Irma Eréndira Sandoval –Secretaria de la Función Pública- que va a requerir afinar un poco más las declaraciones del pasado viernes 14 de diciembre donde se aventó la puntada de proponer extender la invitación al mercado a sumarse a la austeridad republicana por medio de una “nueva ética pública” para que en el marco del tema de los “altísimos” salarios que reciben los trabajadores, estos puedan ajustarse.
“Nadie dice que no haya derecho a que en un sistema de mercado (sistema capitalista), las ganancias bajen o se mermen, pero los salarios del mercado los ingresos del mercado quizá si se tendrían que ajustar” –o sea, las ganancias de los empresarios capitalistas no bajarían, ¿pero los salarios de los trabajadores si?- “No tenemos porque brincar desde el estado (funcionarios, senadores, jueces y magistrados) a llegar a los salarios del mercado, los salarios del mercado deberían ajustarse a una nueva moralidad y a una nueva ética pública de salarios justos” –o sea, ¿puede explicarse? ¿quién tiene que ajustarse? ¿se pueden subir o no los ingresos?-.
Cuando no hay claridad en las ideas y se confunde moral y ética, o se plantea algo tan “revelador” como que los empresarios no sufran merma en la ganancia y que los salarios bajen más y después tratar de explicar que se mejoren los salarios sin que los “servidores públicos caigan en la más vil pobreza” dándose un balazo en el pie nos deja muy claro que ni el género ni el nivel de estudios nos pueden defender cuando no tenemos claro lo que deseamos plantear, sobre todo cuando se trata de defender lo indefendible como a esa runfla de empresarios explotadores y servidores públicos que se llenan los bolsillos aunque se llenen la boca ladrando que 108, 000 pesos es un “sueldito muy austerito” cuando hay gente sin alimento ni trabajo o percibiendo una miseria, aunque agreguen a sus ladridos que subir 14 pesos el salario mínimo es muy “digno”, tan incongruente como reducir el presupuesto para la UNAM.
La diversión que viene solamente la austeridad republicana la podrá percibir porque no ha mostrado gracia alguna, sobre todo si no comprende y no externa que las políticas económicas nacionales se tienen que ajustar a un mercado mundial que impone condiciones financieras antes que ideologías de transformación, pero en fin, parece más importante otorgar mayor presupuesto al ejercito que a la educación y a la investigación, justo como lo indican las políticas neoliberales, por cierto.
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