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UNA MIRADA AL PASADO: LOS ATLANTES DE TULA.

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Recorramos de nuevo el estado de Hidalgo, esta vez, hacia Tula, pero no la actual Tula de Allende, vámonos hasta la gran capital tolteca, la cuna de una de las culturas más avanzadas para su época, la civilización más esplendorosa que habitó el Altiplano Central Mexicano.

Atenea Sánchez.
atenea@inperfecto.com.mx

 

¡Hola!
¿Cómo estás? Espero que estés muy descansado, después de haber disfrutado de estos días de asueto y de recibir a nuestros seres queridos, que año con año vienen a visitar nuestros altares en su honor. El día de hoy y aprovechando que deseaba mirar hacia nuestro pasado, decidí ir a visitar a unos verdaderos gigantes, quieres saber de quiénes se trata, entonces, ponte tu impermeable y acompáñame en esta nueva aventura.

Recorramos de nuevo el estado de Hidalgo, esta vez, hacia Tula, pero no la actual Tula de Allende, vámonos hasta la gran capital tolteca, la cuna de una de las culturas más avanzadas para su época, la civilización más esplendorosa que habitó el Altiplano Central Mexicano.

Si vas desde la CDMX y tomas el corredor tolteca, a unos quince minutos en automóvil del centro de Tula, te encontrarás en un sendero entre mezquites, magueyes, agaves y nopales coloreados por sus tunas rojas, el cual, te conducirá a los vestigios del extinto imperio tolteca.

El primer espacio con el que podrás tener contacto, es con la “cancha” del juego de pelota No. 1, resalta por ser el más pequeño de los juegos excavados, allí, en la esquina suroeste, aún se puede observar parte de una lápida grabada con un jugador, en la que ahora, sólo se reconocen los pies.

Continúa y adéntrate en el Palacio Quemado, sorpréndete en este impresionante complejo arquitectónico, lo reconocerás al instante, por sus tres grandes salas con numerosas columnas y banquetas, los antropólogos, piensan que, en esta zona, se celebraban ceremonias entre el rey y la élite gobernante, pues se hallaron importantes ofrendas en la sala central, asociadas a los altares y el patio.


De este lugar, destaca una parte de la llamada “Banqueta Sur”, que se encuentra decorada con bajorrelieves policromados, donde destacan, el rojo, amarillo, blanco y azul, muestran a tres personajes de perfil adornados con vestimentas y tocados.

¿Caminamos hacia el corazón de la zona arqueológica? Entonces acompáñame hasta la Pirámide B, que junto con la pirámide C, son los edificios más importantes de la ciudad, un santuario real, de acceso restringido, sólo el rey y algunos sacerdotes podían acceder a él, caracterizado por los relieves ubicados en la cima, representados por retratos de gobernantes y sobre la guerra, institución de gran relevancia para el estado Tolteca.

¿Subimos? Además de tener la mejor vista de la zona y aunque ya se encuentran acordonados, podrás contemplar en la parte superior de esta pirámide las cuatro grandes esculturas, cada una de ellas, ensambladas por cuatro fustes (partes), representan guerreros con coronas de plumas, que portan algunas armas: cuchillos, flechas y lanza dardos (atlas). Estos, los famosos “Atlantes de Tula” corresponden a personajes que han sido considerados como gobernantes. Otros historiadores más, mencionan que pues estar representado el Dios Tezcatlipoca: señor del cielo y la tierra.

Llegamos casi al final del recorrido, que incluye el conjunto la Pirámide C, El Adoratorio, el Tzompantli y el Juego de Pelota No. 2. La pirámide C, representaba el edificio religioso más importante de Tula, su diseño arquitectónico, aguarda un parecido muy similar a la edificación de la pirámide del sol y la luna en Teotihuacán, lo que refleja la conexión cultural entre toltecas y teotihuacanos. Es uno de los edificios más destruidos de la gran plaza, por favor, no te subas, aun cuando la gente ha “habilitado” su propio sendero para poder disfrutar la vista, tu como yo, respeta los señalamientos del INAH y no lo hagas.

Se considera que el adoratorio, desempeñaba un papel muy importante en la celebración de ceremonias y rituales de la gran pirámide, junto con el Juego de Pelota No. 2, el cual es muy similar al gran juego de pelota de Chichén Itzá en Yucatán. Finalmente, frente a él, encontrarás un Tzompantli (altar con la base decorada de cráneos y estacas en la zona superior para ensartar la cabeza de los individuos sacrificados).

Finalmente, no podemos partir sin contemplar el bellísimo Coatepantli, un muro de serpientes, pero no es cualquier muro, pues para la cosmología mexica y los toltecas, el propósito de estas edificaciones era marcar los límites del espacio sagrado de los recintos ceremoniales. En este mismo muro, había grecas escalonadas que refieren la influencia Mixteca, recordando los de Mitla en el Valle de Oaxaca.

Podrás conocer y visitar este sitio de martes a domingo de 9 a 17 horas, el costo de entrada es de $70, excepto el domingo que para visitantes nacionales es gratuita. Actualmente, el museo se encuentra en remodelación, pero de momento, puedes acercarte a algún guía, quien te explicará cada detalle y rincón de este enigmático lugar, recuerda que, al contratar sus servicios, estás apoyando a una familia y al adquirir alguna artesanía, estás promoviendo el comercio local.

 

Con este grandioso recorrido al pasado, no sólo conocerás a los toltecas, también es un acercamiento a muchas de las civilizaciones de nuestros antepasados, así que prepara tu maletita, tu sombrero y bloqueador si vas en verano o el impermeable si vas en estas fechas, tus ganas de conocer el México Prehispánico y lánzate a conocer a los impotentes Atlantes de Tula.

 

 

¡Nos leemos en la próxima aventura!

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