1968

EL MANICOMIO GENERAL DE MÉXICO “LA CASTAÑEDA” DEL SUEÑO A LA LOCURA

 

1968, EN LA MEMORIA DE MÉXICO

 

Era indispensable considerar que el lugar estuviera apartado, a fin de garantizar la tranquilidad de los pacientes y la seguridad de la población; lejos de griteríos y posibles contagios

Carlos Rosas C.   

carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Una de las edificaciones emblemáticas del porfiriato fue sin duda el Manicomio General de México, pensado para convertirse no solo en un ejemplo de progreso sino en el impulsor de la nueva forma de ejercer la psiquiatría en México. La realidad y los acontecimientos de la revolución terminaron por hundir dicha institución para convertirla en el paradigma del infierno para muchos internos.

 

El Manicomio General de México cierra sus puertas en el año de 1968 bajo decreto presidencial dejando tras de si un sin fin de historias llenas de dolor y nostalgia que se esconde debajo de los cimientos de lo que hoy conocemos como el conjunto Torres de Mixcoac, vamos a conocer su historia.

 

EL MANICOMIO GENERAL DE MÉXICO “LA CASTAÑEDA”

 

Durante el mandato del General Porfirio Díaz, se centró especial atención en la modernización del país, con especial énfasis en la salud. En el año de 1878 se giraron instrucciones para la realización del proyecto del Manicomio General, a la cabeza del cual estuvo el doctor Eduardo Liceaga, miembro del Consejo Superior de Salubridad, el doctor Miguel Alvarado, psiquiatra, y el doctor José Govante, médico del Hospital de San Hipólito.



 

La historia del Manicomio General de México, edificado durante 1909 y 1910 en la zona de Mixcoac, sobre un fragmento de los terrenos que habían pertenecido a la Hacienda de la Castañeda –justo sobre la “Casa Grande” y su vergel –, importante propiedad productora de pulque que en su momento perteneció a don Ignacio Torres Adalid, conocido como “el Rey del Pulque”.

 

PLANO DE LA HACIENDA LA CASTAÑEDA DE 1858

Don Ignacio Torres Adalid fue dueño de varias haciendas pulqueras (en los estados de México, Hidalgo y Tlaxcala), aunque San Antonio Ometusco fue siempre la propiedad emblema y predilecta de su esposa, doña María Juana Rivas Mercado, y en la que se creó el hermoso cuento de que don Ignacio llamaba “mis vacas verdes” a sus magueyes…

 

Don Ignacio había reservado parte de una de sus haciendas cercana a la ciudad de México en Mixcoac, como sitio de reunión para todas aquellas personas que durante los fines de semana pretendían distraerse de las labores cotidianas.  Así fue que la hacienda “La Castañeda” transformada en CENTRO RECREATIVO CAMPESTRE abría sus puertas a quienes quisieran gozar recorriendo sus jardines o utilizar sus salones de baile, en los que por “solamente 25 centavos la entrada” se adquiría el derecho a formar parte de la fiesta y espectáculo. Posteriormente en pleno progreso porfiriano, los terrenos de La Castañeda fueron vendidos a buen precio y a causa de algún problema de impuestos para construir el más moderno Manicomio General.

 

ACCESO AL CENTRO RECREATIVO CAMPESTRE 1888

 

Durante la época colonial, los locos, ancianos y alguno que otro menesteroso eran aislados en instituciones subsidiadas por la iglesia y la beneficencia pública. Tal fue el caso de los hospitales como el Divino Salvador, San Hipólito para hombres, y La Canoa para mujeres. La idea del nuevo hospital para enfermos mentales pretendía ofrecer a sus “asilados” una calidad de vida que no existía hasta entonces en México.

 

El proyecto del Manicomio General contó con el apoyo del gobierno y se consideró debía contar con todos los adelantos arquitectónicos y la más moderna tecnología médica, como la llamada “recuperación y terapia para los enfermos”. El diseño siguió el modelo francés, país que dictaba buena parte de los avances científicos y al que el porfiriato seguía en diversos ámbitos. Un concurso para seleccionar el mejor proyecto se inició en el año de 1881 y como principal exigencia se solicitó incluir una reforma del caduco sistema de salud mental, que permitiera alojar en forma digna una gran cantidad de enfermos, de ambos sexos, en edificios separados pero dentro de un sólo Hospital.

 

Era indispensable considerar que el lugar estuviera apartado, a fin de garantizar la tranquilidad de los pacientes y la seguridad de la población; lejos de griteríos y posibles contagios “…sin pantanos cercanos o focos de infección, con plantaciones y árboles que amenicen el lugar, agua en abundancia, tierra fértil y lo suficientemente extenso para garantizar hectárea y media para cada centenar de pacientes”.

 

Se proyectó así un sanatorio moderno cuyo diseño original estuvo cargo del Ingeniero Salvador Echegaray, posteriormente el hospital se ejecutó con proyecto final a cargo de Ignacio De la Barra y Carlos Noriega; la edificación estaría a cargo del teniente coronel Porfirio Díaz (hijo) –jefe de la “Compañía Mexicana de Construcciones e Ingeniería” –, todo bajo la supervisión gubernamental del ingeniero Ignacio León de la Barra.

 

El conjunto, fue considerado con capacidad para alojar a 1,200 pacientes, los internos serían repartidos en 15 edificios y un pabellón de servicios sobre un área total de poco más de 140 mil metros cuadrados, incluía además albergue para médicos y casas para los administradores y director, servicios sanitarios de avanzada, enfermería, talleres, establos, sitio para enfermos infecciosos y “Mortuorio”.

 

PLANO GENERAL MANICOMIO

 

La atención de los pacientes estaría bajo la supervisión de reconocidos médicos encabezados por el Dr. Eduardo Liceaga (amigo íntimo del presidente y precursor de la psiquiatría en México), junto con Miguel Alvarado, José Govantes, Samuel Morales Pereyra y Antonio Romero, quienes como parte de la comisión médica coincidieron en expresar sus observaciones acerca de lo que debería tener un Manicomio General. La resolución final y la propuesta al presidente de la República, se hizo luego del Congreso Médico Panamericano, en agosto de 1896.

 

PERSPECTIVA DEL PROYECTO

 

De acuerdo con el proyecto, el sorprendente conjunto hospitalario estaría organizado en entorno a un “pabellón de servicios generales, que albergaría la Dirección General, teatro, biblioteca, farmacia y equipo de fotografía, cocina, lavandería, panadería, talleres, baños, y cuarto de máquinas.” Ese edificio central, tendría además un reloj con campanas, “…que deberá ser escuchado en todo el hospital, a fin de poder mantener el orden en los horarios y permitir a los enfermos ajustarse a los ciclos que el manicomio define”.

 

Los pabellones para los enfermos estaban divididos bajo una clasificación vigente en la época y que diferenciaba entre: “distinguidos, alcohólicos, tranquilos, peligrosos, epilépticos, imbéciles, e infecciosos” separando a un lado a hombres y al otro a mujeres. Los establos y la morgue se encontraban en la parte trasera del conjunto, con entrada independiente para permitir el libre acceso a los practicantes de medicina, todo rodeado de una gran extensión de bosque, jardines y amplias vistas hacia el oriente y Valle de México.

 

INICIO DE TRABAJOS

 

Las labores para la edificación del Manicomio General a cargo de Díaz y Echegaray, comenzaron en 1908, con el bardeado del terreno y la nivelación de las diversas plataformas para los numerosos edificios. Los trabajos continuaron ininterrumpidamente hasta Septiembre de 1910 bajo la supervisión detallada de Noriega y De la Barra.

 

BARDEADO DE MANICOMIO

 

En julio de 1909, el Presidente de la República -General Porfirio Díaz-, colocó simbólicamente la primera piedra en el edificio de Servicios Generales; selló en un cofre, varios documentos y monedas, ante la mirada sonriente de Don José Y. Limantour, auxiliado por su hijo Porfirio.

 

COLOCACIÓN DE LA PRIMERA PIEDRA

 

En un reporte llamado  “INFORME 1908-1910” -entregado por el Ingeniero Contratista Teniente Coronel Porfirio Díaz-,  se pueden apreciar varias de las etapas del a construcción del conjunto, resaltando la cimentación del edificio de Servicios Generales y su interesante sistema constructivo, con bóvedas de tabique. Los huecos cuadrados que se pueden observar, coinciden con lo que sería el patio principal del edificio y estarían cerrados con “bloques de vidrio” para iluminar los sótanos…

 

 

Sobre esa cimentación y sótano, se desplantaría el edificio que dio imagen al nuevo manicomio, edificio que en su época fue símbolo de lo que se pensó sería el hospital con la más avanzada tecnología aplicada al progreso de la sociedad.

 

SÓTANO

 

En el “Atlas General del Distrito Federal” elaborado en 1929 por disposición de José M. Puig Casuranc –Jefe del Departamento del Distrito Federal–, aparecen las calles de la ciudad, y en la sección que corresponde a la zona de Mixcoac, se señala el terreno que correspondía al Manicomio General. En la imagen podemos apreciar como se destaca el Río Mixcoac que se transforma en Río Churubusco y que ahora da nombre a las calles en color naranja vemos como referencia Avenida Revolución y en color  verde, la Calle de la Castañeda, que conserva ese nombre hasta la fecha, y que daba paso al acceso principal del conjunto.

 

PLANO

 

Es interesante señalar que además de los edificios descritos del que “Servicios Generales” era la construcción central y más importante, el conjunto contaba con una zona boscosa en la ladera sur de la colina, justo contra la ribera del “Río de Mixcoac” y en esa zona, contiguas al acceso y frente al edificio central, había también una serie de viviendas para los médicos residentes, casas que formaban parte integral del proyecto inaugurado en 1910.

 

FACHADA INAUGURACIÓN

 

La construcción del Manicomio General costó $1,783,337.13un millón setecientos ochenta y tres mil  trescientos treinta y siete pesos” y se convirtió en una obra tan importante para el país, que su inauguración fue uno de los actos con que dieron inicio las Fiestas del Centenario de la Independencia. Políticos, intelectuales y personalidades extranjeras, se dieron cita al comenzar septiembre, para inaugurar el nuevo hospital.

 

INTERIORES

 

Para finales de los años treinta el exceso de pacientes en “La Castañeda” era evidente; con el afán de contrarrestar esta situación negativa, desde la década de 1920 los médicos psiquiatras que laboraban ahí comenzaron a proponer modelos alternativos que, por un lado, desahogaran de pacientes al manicomio y que, por otro, beneficiaran al tratamiento de los enfermos.

 

INTERIORES

 

Durante la presidencia de Adolfo López Mateos (1958-1964), en el marco de una nueva conformación de una comunidad de psiquiatras y neurólogos, el gobierno comenzó a invertir en la asistencia psiquiátrica y se construyeron una serie de granjas que absorbieron algunos pacientes del manicomio. No obstante, dichas instituciones no pudieron solucionar los problemas de “La Castañeda”, ya que los pacientes no disminuyeron y el hacinamiento continuó. Aun así, en marzo de 1965 el presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964- 1970) ordenó la sustitución del manicomio por instituciones alternas, cuatro denominadas hospitales campestres (que eran sitios similares a las granjas) y dos hospitales psiquiátricos (para pacientes agudos de corta recuperación) donde fueron enviados todos los enfermos internos; al mismo tiempo se planeó el cierre del manicomio que fue clausurado y demolido en 1968, para construir en su lugar unidades habitacionales y comercios. A este proceso se le conoció como “Operación Castañeda”. La noticia de la desaparición de La Castañeda se publicó el 27 de junio de 1968 quizá buscando con ello esconder los numerosos crímenes y abusos que se cometieron.

 

INTERIORES

 

Al conocer el anuncio de la desaparición de La Castañeda, el Ing. Arturo Quintana Arrioja buscó a los responsables de la demolición para tratar de comprar algunas partes de la cantería. Después de varias reuniones con las autoridades de la Beneficencia Pública, propietaria legal del inmueble, en agosto de ese año obtuvo la fachada completa. Cada una de las piedras del enorme edificio de casi 160 metros, fue cuidadosamente numerada y desmontada para ser llevada al Estado de México, a unos 3 kilómetros de Amecameca.

 

VISTA AÉREA

 

Cabe aclarar que algunos autores afirman que la “Operación” inició en 1960, cuando se inauguró el primer hospital granja para enfermos psiquiátricos de la Dirección de Salud Mental de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (SSA); sin embargo, las fuentes históricas indican que ese dato es incorrecto y que fue hasta cinco años después que se decretó la clausura.

 

El argumento que el gobierno utilizó para comenzar dicho proceso fue que la asistencia en el manicomio era inadecuada, anacrónica y poco humanitaria. Así, la “Operación” fue presentada como un esfuerzo filantrópico del gobierno del presidente Díaz Ordaz para auxiliar a los enfermos mentales de “La Castañeda” con nuevas instituciones para su tratamiento y por medio de la “deshospitalización” del viejo manicomio. No obstante, se han localizado fuentes que muestran que existieron otras variables de suma importancia que deben ser analizadas, ya que permitirán dar otra explicación sobre el cierre de la institución. En ese sentido se puede afirmar que, además del Presidente de la República y su gobierno, otros actores desempeñaron un papel relevante, por ejemplo, los psiquiatras del manicomio, algunas empresas constructoras como la Asociación Hipotecaria Mexicana o Ingenieros Civiles Asociados, o los migrantes que poco a poco comenzaron a sobre poblar la capital mexicana desde la década de los cuarenta.

 

TRASLADO DE PACIENTES

 

Es decir, el cierre de la institución no fue sólo una política pública de salud, sino que otros fenómenos importantes intervinieron como las dinámicas urbanas, las planificaciones políticas y los intereses económicos. Así, las condiciones y los actores que participaron en la “Operación” fueron de diversa índole.

 

Existen pocas investigaciones sobre este proceso; no obstante, una de las historiadoras que más ha aportado al tema es Cristina Sacristán, quien ha prestado mucha atención al surgimiento de las granjas psiquiátricas que sustituyeron al manicomio. A grandes rasgos, sus argumentos giran en torno a que el fracaso del manicomio se debió a su inefectividad terapéutica y que las granjas, que surgieron con la finalidad de innovar las terapias psiquiátricas, no hicieron más que reproducir el modelo asilar de “La Castañeda”, ya que no se hizo una verdadera reforma psiquiátrica de fondo.

 

Paradójicamente el Manicomio de “la Castañeda” desaparece de la escena nacional el año en que la sede olímpica se mostraría al mundo y aunque las versiones oficiales que se manejaron fueron en torno al mejor trato y manejo de los pacientes la percepción generalizada es otra; ideológicamente los edificios heredados del porfiriato durante un régimen donde el progreso y modernidad nacionalistas no cuadraban con la imagen de nación respetuosa de los derechos y amiga del mundo. Así terminó uno de los pasajes más sombríos de la medicina psiquiátrica que dolorosamente ha quedado para siempre en La Memoria de México.

 

#InPerfecto

FUENTES

 

GRANDES CASAS DE MÉXICO

CASA DE CAMPO DE DON ARTURO QUINTANA

Y MERCEDES PEÑAFIEL (“LA CASTAÑEDA”)

22 DE ENERO 2016

RAFAEL FIERRO GOSSMAN

https://grandescasasdemexico.blogspot.com/2016/01/casa-de-campo-de-don-arturo-quintana-y.html

“OPERACIÓN CASTAÑEDA”

Daniel Vicencio  

“Una historia de los actores que participaron

en el cierre del Manicomio General 1940-1968”

Universidad Nacional Autónoma de México Instituto

de Investigaciones Históricas

2017

312 p.

Ilustraciones, mapas, gráficas (Serie Historia Moderna y Contemporánea, 73)

ISBN 978-607-02-9763-2