Editorial

19 de septiembre.

#InPerfecciones

A los miles de héroes que dieron luz entre los escombros a la esperanza, a la fe y a la unidad de los mexicanos.

 

Miguel Angel Millán Cancino

miangel.millan@inperfecto.com.mx

 

Hace ya exactamente un año en que la tierra nos demostró su fuerza, desde el 7 de septiembre, vimos como los movimientos no estaban alejados de nuestra realidad, sin embargo, pensamos todos que ya había pasado y, ante el caso omiso que se le dio al simulacro que conmemoró un aniversario más del trágico sismo de 1985 todos tuvimos que salir ante el sonido de la alerta o el mismo movimiento ya de un sismo que cimbró no solo en los edificios colapsados, sino en todo el esplendor de la vida, en el temor interno, en el recordar a Dios a quienes lo tenían guardo o creer en Él quienes lo negaban.

No sólo vimos la tierra brincar y moverse de manera estrepitosa, escuchamos los gritos e inició el calvario de aquellos que no obtuvieron más vida, inició el calvario de aquellos que buscaron llenos de esperanza a niños, jóvenes, ancianos, perros, gatos, vida de cada uno de los escombros mientras que la esperanza se daba en las calles con las miles de manos que de manera inmediata se sumaron a la ayuda que fue vital para salvar vidas pero también para evitar la putrefacción de cuerpos inertes que cayeron bajo la sorpresa inaudita de aquello que jamás hubiéramos imaginado, para así, iniciar días, semanas, meses y ya un año de temor, de dolor y de inquietud al escuchar cualquier sonido que se parezca a la alerta sísmica.

 

Y, ya a un año de aquél trágico momento que en el futuro celebraran con bailes y risas, ¿qué ha pasado? ¿Dónde quedó la reconstrucción? ¿La ayuda?

En algún recorrido que pude hacer hace unos meses al Estado de Morelos, a diferentes lugares, me tocó ver trabajos descompuestos, detenidos por falta de recursos o porque el INAH detiene los avances, pero no es necesario ir a Morelos o a Oaxaca ni a Chiapas, en la misma ciudad de México vemos espacios bellos que no han sido ni tocados pero también el juego de una falsa esperanza para damnificados que siguen viviendo en las calles luchando por no conseguir un crédito, más bien, luchando por poder recuperar un poco de lo mucho que perdieron, sabiendo que éste tiempo no va a volver y que el cansancio, impresión, lágrimas y más, les acompañaran siempre y sin dudas, será una situación que jamás se va a olvidar.

 

Y, ante la insensibilidad de las autoridades que se llaman competentes pero que vemos que su competencia solo es la política jugando a interesarse en los demás, en una cruel y ruin burla donde los sucesos se utilizaron de manera burda como trampolín político, las esperanzas están puestas en las manos de aquellos que no han tenido a bien, poder realmente dar soluciones u ofrecerlas, mínimo el reestudio de su caso, que si bien, no fue culpa de nadie que se cayera, si es responsabilidad de nuestro gobierno que velen por nosotros, más cuando las manos que se llevan a la boca la comida que uno les paga les alimenta muy bien como para que ellos no tengan más que una raquítica despensa que los otros mismos manosearon y eligieron de manera miserable para aquellos que si lo necesitan.

La unidad del país se fue olvidando cuando los medios iban diciendo que había lugares asegurados, cuando los medios oficialistas informaron las muertes y se nos fue olvidando que aún hay gente en las calles que no necesitan limosnas ni la caridad, que necesitan resultados ya que la fuerza los mantiene pero la necesidad los destruye, cuando aquellos que pueden hacer las cosas lo único que hacen es pensar en construcciones de alto impacto en la nación como aeropuertos, trenes, teleféricos en vez de garantizar lo mínimo que el Estado debe de garantizar, la seguridad.

No, no hay seguridad, ni garantías, ni nada.

 

Un año y me pongo de pie aplaudiendo a los caídos y admirando a nuestra sociedad que debe de dejar de contemplarse para iniciar a accionar, solo en la fuerza que se mostró se saldrá delante de todo, cuando dejemos de depender de que lo hagan los demás y lo haga uno mismo, siendo autosuficiente y sabiendo exigir, exigir bien.

 

#InPerfecto