#Editorial
Carlos Rosas C.
carlos.rc@inperfecto.com.mx
¡De esos legisladores quiere México!, si, de esos que se disputan celosamente la paternidad del chamaco y que están dispuestos no solo para darle sus apellidos si no para velar también por su desarrollo sin escatimar nada en absoluto, sin duda todo un ejemplo de responsabilidad cabal, porque el pasado 19 de abril después de una votación con 370 votos a favor y ninguna abstención el acuerdo unánime para reformar los artículos 17, 61, 74, 108, 110, 111, 112, y 114 Constitucionales para retirar el fuero a los servidores públicos e incluso al Ciudadano Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, las bancadas salieron jubilosas a dar el anuncio de que por fin habían atendido el reclamo social y subsanado la deuda histórica con los mexicanos tan ofendidos por los excesos cometidos bajo el influjo de la envestidura, los alcoholes, estupefacientes, ambición y el fuero protector de los ilustres y prepotentes servidores públicos.
Dicen que madre solo hay una sin embargo este tema estuvo basado en una serie de propuestas de al menos seis partidos (PRI, PVEM, Panal, PRD, PAN y Movimiento Ciudadano), y con treinta y tres antecedentes legislativos a este dictamen la disputa partidista llegó hasta las redes sociales donde incluso se hizo alusión a la llamada #leyMeade convirtiendo dicho dictamen en un chisme barato de lavadero con hedor a campaña electoral y con la falta de costumbre de los legisladores a ponerse de acuerdo terminaron choteando su esfuercito alardeando tanto como si se tratase de la anotación de su equipo favorito.
Sin embargo lo mejor estaba por venir porque como es bien sabido por nosotros los legislados cuando la Cámara de Diputados tiene a bien aprobar y otorgar algún dictamen a las siempre trascendentes propuestas para que a México le vaya bien, acto seguido dicha iniciativa sale derechito al siguiente filtro para que la honorable Cámara de Senadores ponga manos a la obra para dar el visto bueno, corregirle puntos y comas, darle formato y firmar el acuerdo que formalice las reformas, pero aquí aplicaron la clásica estratagema aquella de cuando le pides permiso a tu mamá para salir de fiesta y hábilmente te responde “pregúntale a tu padre”, en ese momento todos sabemos que la resignación es la única opción.
Siete horas bastaron a los Senadores para discutir el tema y encontrarle todos los defectos a la iniciativa, echarse culpas, rasgarse las vestiduras, alegar que sin fuero el riesgo sería una mayor ingobernabilidad, y una serie de subterfugios para llegar a la magistral salida de crear un “Grupo Técnico Revisor” para que presente una nueva propuesta y fin de la discusión, a la congeladora de las iniciativas se fue el esfuercito de los Diputados, ¿apoco no son adorables?.
La moraleja de esta triste historia es mas bien una triste reflexión sobre el trabajo legislativo que con la urgencia de terminar sus labores para cantarse las golondrinas con sabor a elecciones y en búsqueda de mejores horizontes personales han dejado colgados temas que ahí quedaran como herencia para los siguientes legisladores que seguirán gozando del fuero y que con seguridad cuando sean cuestionados por este tema se lo endilgaran a la legislatura anterior con un categórico “es que yo no estaba cuando eso se discutió pero ya las comisiones se encuentran trabajando en los temas torales que la nación requiere le sean resueltos para sentirnos orgullosos del trabajo que mexicanas y mexicanos comprometidos hacemos por nuestros legislados”, ¿apoco no? ¡de esos legisladores quiere México!
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