#Arquitectura
Si los edificios se adecuan al estamento social de sus inquilinos, tal como ha quedado descrito en el libro primero al tratar sobre el tema del «decoro», no habrá nada que censurar, pues cada elemento guardará y ofrecerá un proporcionado y apropiado objetivo.
Carlos Rosas C / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Después de conocer los pormenores sobre las proporciones de los edificios y los atrios, pasemos de lleno a otros espacios donde se desenvuelve la vida cotidiana, resultará interesante como Vitruvio es muy preciso en la diferenciación sobre el tipo de vivienda que concibe según el estatus social, finalmente estos planteamientos nos obligan a reflexionar sobre la manera en que ha cambiado la forma de diseñar en función del momento histórico y personal. Sigan con nosotros en éste especial de arquitectura “En búsqueda de los maestros” sobre los Diez Libros de Arquitectura de Marco Vitruvio Polión.
LIBRO SEXTO
CAPITULO CUARTO
ASPECTOS PERTINENTES DE LAS DISTINTAS SALAS
Pasaremos ahora a tratar sobre las particularidades de las distintas estancias, fijándonos en su finalidad y en su adecuada orientación. Los triclinios de invierno y las salas de baño se orientarán hacia poniente, ya que es preciso aprovechar bien la luz del atardecer; además, el sol, en su ocaso, ilumina directamente aunque con una menor intensidad de calor, lo que provoca que esta orientación propicie un tibio calor en las horas del crepúsculo.
Los dormitorios y las bibliotecas deberán orientarse hacia el este, ya que el uso de estas estancias exige la luz del amanecer y, además, se evitará que los libros se pudran en las estanterías. Si quedan orientadas hacia el sur o hacia el oeste, los libros acaban por estropearse como consecuencia de las polillas y de la humedad, ya que los vientos húmedos, que soplan desde dichos puntos cardinales, generan y alimentan las polillas y al penetrar su aire húmedo enmohece y echa a perder todos los volúmenes.
Los triclinios de primavera y de otoño se orientarán hacia el este, pues, al estar expuestos directamente hacia la luz del sol que inicia su periplo hacia occidente, se consigue que mantengan una temperatura agradable, durante el tiempo cuya utilización es imprescindible. Hacia el norte se orientarán los triclinios de verano, pues tal orientación no resulta tan calurosa como las otras durante el solsticio, al estar en el punto opuesto al curso del sol; por ello, permanecen muy frescas, lo que proporciona un agradable bienestar. Igualmente, las pinacotecas, las salas de bordar, los estudios de pintura, se orientarán hacia el norte para que los colores mantengan sus propiedades inalterables al trabajar con ellos, pues la luz en esta orientación es constante y uniforme.
CAPITULO QUINTO
LA DISPOSICIÓN MÁS CONVENIENTE DE LAS CASAS, SEGÚN LA CATEGORÍA SOCIAL DE LAS PERSONAS.
Una vez que hemos fijado la orientación más adecuada, debe ponerse toda la atención en los, edificios privados, en las distintas normas que deben observarse para ubicar las habitaciones particulares y loca exclusivas de la familia y, por otra parte, las estancias que vayan a ser comunes también para las visitas.
En las habitaciones privadas, exclusivamente se permite la entrada a los invitados, no a todo el mundo, como son los dormitorios triclinios, salas de baño y otras habitaciones que tienen una finalidad similar. Se llaman estancias comunes a las que tiene por derecho propio, cualquier persona del pueblo e incluso sin ser invitada, como son los vestíbulos, los atrios, los peristilos y demás estancias cuyo uso y finalidad son similares.
Por tanto, quien posea un escaso patrimonio no precisa de vestíbulos suntuosos, ni de recibidores, ni de atrios magníficos, ya que son ellos los que se ven obligados a visitar a otras personas y nadie acude a visitarlos. Los que viven de los productos del campo deben disponer sus establos y sus tiendas en los vestíbulos, y en el interior de la vivienda se situarán las bodegas, graneros y despensas, cuya finalidad es guardar los productos, más que ofrecer un aspecto elegante.
Los prestamistas y arrendadores dispondrán de casas más cómodas, más amplias y protegidas frente a posibles manejos ocultos. Los abogados e intelectuales habitarán casas más elegantes y espaciosas, con el fin de celebrar sus reuniones cómodamente; los ciudadanos nobles y quienes ostentan la responsabilidad de atender a los ciudadanos por ejercer cargos políticos o magistraturas, deben disponer de vestíbulos regios, atrios distinguidos, peristilos con gran capacidad, jardines y paseos adecuadamente amplios, en consonancia con el prestigio y la dignidad de sus moradores; y además bibliotecas y basílicas que guarden una digna correlación con la magnificencia de los edificios públicos, dado que en sus propios domicilios se celebran decisiones de carácter público, juicios y pruebas de carácter privado, con cierta frecuencia.
Si los edificios se adecuan al estamento social de sus inquilinos, tal como ha quedado descrito en el libro primero al tratar sobre el tema del «decoro», no habrá nada que censurar, pues cada elemento guardará y ofrecerá un proporcionado y apropiado objetivo. Tales explicaciones son válidas para las construcciones urbanas y también para las rústicas, exceptuando que en la ciudad los atrios normalmente están contiguos a las puertas de acceso y en el campo los peristilos, que imitan los usos y modas urbanos, se encuentran en primer término; a continuar los atrios con pórticos pavimentados alrededor, orientados siempre hacia los gimnasios y hacia los paseos.
Como mejor he podido y de una manera sucinta he expuesto las normas de los edificios urbanos; trataré ahora sobre las casas de campo, considerando su comodidad de acuerdo a su propio uso; en concreto pasaré a explicar la manera más conveniente de situarlas.
CAPITULO SEXTO
LAS CASAS DE CAMPO.
Como hicimos en el primer volumen al estudiar los asentamientos de las ciudades, el primer aspecto que se debe considerar es el que se refiere a la salubridad que condiciona la orientación y la construcción de las casas de campo. Sus dimensiones se acomodarán a las medidas de las tierras y al volumen de las cosechas que se recojan. Los establos se adaptarán al número de reses y de yuntas de bueyes que sean necesarios para trabajar en el campo. En los corrales, la cocina ocupará el lugar más cálido. Junto a la cocina, los establos de bueyes tendrán sus pesebres orientados hacia la chimenea y hacia el este, ya que los bueyes pierden su violencia si ven la luz y el calor.
De aquí que los campesinos, a pesar de no conocer muy bien las posibilidades que ofrece una adecuada orientación, piensan que no conviene que los bueyes queden orientados hacia otro punto cardinal que no sea el este. La anchura de los establos no debe ser menor de diez pies ni mayor de quince pies; su longitud se fijará de modo que cada par de bueyes ocupe, al menos, siete pies. Las salas de baño también se situarán junto a la cocina, pues así quedará cerca el servicio para el aseo de los campesinos. Asimismo cerca de la cocina se colocará la almazara, pues de este modo será más fácil elaborar la cosecha de aceite. También contigua a la cocina estará la bodega de vino, orientada hacia el norte, por donde entrará la luz a través de unas ventanas, pues si estuviera orientada hacia otro punto donde el sol pudiera recalentar la bodega, por efecto del calor el vino almacenado terminará turbio y sin grados.
La despensa del aceite se ha de orientar de modo que entre la luz desde el sur y desde las zonas más templadas; el aceite no debe congelarse, sino mantenerse fluido gracias a un propicio calor ambiental. Sus dimensiones serán adecuadas a la cantidad recogida de frutos y al número de tinajas; si se trata de tinajas con capacidad de veinte cántaros, su parte central deberá medir cuatro pies; si la prensa no es de torno sino de pasadores y vigas, ocupará una estancia de no menos de cuarenta pies de longitud, pues así, el que maneje la prensa tendrá espacio suficientemente amplio. Su anchura no será menor de dieciséis pies porque, cuando los operarios lleven a cabo su trabajo, lo realizarán de manera fácil y sin estorbos. Si fuera preciso colocar dos prensas, el ancho de la bodega no será menor de veinte pies.
Los rediles para las ovejas y las cabras serán suficientemente grandes, de modo que cada animal disponga de un espacio no menor de cuatro pies y medio, ni mayor de seis pies. Los graneros elevados se situarán mirando hacia el norte o bien hacia el cierzo, ya que de este modo se impedirá que se recaliente el grano de trigo al quedar aireado por el viento, lo que favorece que se conserve con frescura durante mucho tiempo. Cualquier otra orientación genera el gorgojo y otras clases de insectos nocivos para el grano de trigo. Los establos, importantísimos en las casas de campo, se colocarán en las zonas más cálidas; pero no deben orientarse hacia el calor del fuego pues, si las caballerías están cerca del fuego, se hacen muy agresivas.
Tiene sus ventajas el colocar los pesebres lejos de la cocina, en lugares abiertos y orientados hacia el este, ya que cuando los bueyes son acarreados a las cuadras por la mañana, incluso en los días claros del invierno, se desarrollan más hermosos, al tomar su forraje. Los graneros, los pajares para el heno, las tahonas y los molinos estarán situados lejos de la casa de campo, con el fin de que éstas no corran peligro si se incendian las granjas. Si fuera a construirse en las casas de campo alguna estancia más elegante, se han de observar las normas de la simetría que hemos reflejado anteriormente al estudiar los edificios urbanos, pero teniendo siempre en cuenta que no han de suponer ningún estorbo para las labores propias del campo.
Debe ponerse el máximo cuidado en que todos los edificios queden perfectamente iluminados. Conseguir este objetivo parece mucho más sencillo en las casas de campo ya que no se interponen las paredes de viviendas vecinas -al estar aisladas- que puedan obstaculizar su luminosidad; en la ciudad, sin embargo, la altura de las paredes comunes y las calles angostas constituyen un verdadero inconveniente para la luminosidad de las viviendas.
Para solventar este problema, procédase de la siguiente manera: desde la parte que se considere más apropiada para que penetre la luz, trácese una línea desde lo alto de la pared que obstaculice el paso de la luz, hasta el punto donde se necesite, y si desde esta teórica línea, mirando hacia arriba puede contemplarse un amplio espacio del cielo, sin ningún problema la luz llegará a este punto.
Pero si el obstáculo lo constituyen las vigas, los dinteles o bien los entramados, se facilitarán aberturas desde las partes más altas y así penetrará la luz. En conclusión, debe procederse siempre de forma que las aberturas de las ventanas queden situadas en cualquier parte que permita contemplar el cielo; así se lograrán edificios bien iluminados.
Es muy necesaria la luz en los triclinios y en otras habitaciones, pero sobre todo en los pasillos, rampas y escaleras ya que con frecuencia se cruzan unas personas con otras, cargadas con fardos.
He ido explicando, como me ha sido posible, la distribución de los edificios para nuestro uso, con el fin de que resulte todo muy claro a nuestros constructores. Pasaré a exponer brevemente la forma cómo acostumbran a levantar los griegos sus edificios, de modo que quede suficientemente explícito.
CAPITULO SÉPTIMO
LAS CASAS GRIEGAS.
Como los griegos no utilizan atrios, no los construyen; desde la puerta de entrada, quienes acceden a la vivienda se encuentran directamente con un pasillo, no muy ancho; a un lado se hallan los establos y al otro las estancias para los porteros, e inmediatamente, las puertas interiores. El espacio que media entre las dos puertas se llama en griego thyroron. A continuación está la entrada al peristilo, que tiene un pórtico sólo por tres de sus lados; en la parte orientada hacia el sur se levantan dos pilastras que guardan entre sí una separación considerable; sobre éstas se tienden unas vigas y se retrotrae hacia el interior un espacio equivalente a dos tercios de la distancia entre las pilastras. Algunos llaman a este espacio interior prostas, y otros pastas.
En la parte interior de estos espacios se encuentran unas grandes salas donde las madres de familia se sientan para hilar. A derecha y a izquierda de las «Prostas» se encuentran los dormitorios, uno se llama thalamus y el otro amphithalamus. Rodeando los pórticos encontramos unos triclinios más corrientes, los dormitorios y las habitaciones de los esclavos. Toda esta parte de la casa se llama gyneconítís; es la zona reservada a las mujeres.
Próximos a esta zona encontramos unas estancias de mayor extensión, con magníficos peristilos, en los que se levantan cuatro pórticos iguales en altura, o bien simplemente un pórtico con columnas muy altas, orientado hacia el sur. Este peristilo, que sólo tiene un pórtico de mayor altura, se llama «rodio». Estas estancias poseen espléndidos vestíbulos y unas puertas muy apropiadas; los pórticos de los peristilos se adornan con artesonado de estuco o de talla delicada. En los pórticos que miran hacia el norte se encuentran los triclinios de Cícico y las pinacotecas; las bibliotecas están en los pórticos orientados hacia el este; hay unas salas de estar en los pórticos orientados hacia el oeste y en los que están orientados hacia el sur hay unos salones y unas entradas rectangulares de gran amplitud, donde fácilmente se acomodan cuatro triclinios y además un espacio suficiente para los sirvientes que atienden las necesidades de los jugadores.
En estas salas se celebran banquetes para hombres, ya que no estaba aceptado, simplemente por costumbre, que las esposas se recostaran junto con sus mandos para comer. Por ello, estos peristilos se llaman andronitides, ya que en ellos solamente hay hombres sin que les interrumpan las mujeres.
A derecha e izquierda están situados unos pequeños apartamentos con sus correspondientes puertas, triclinios y dormitorios adecuados para acoger a los huéspedes, no en los peristilos sino en las habitaciones de invitados. Cuando los griegos alcanzaron un mayor estatus económico y un mayor refinamiento, disponían para los huéspedes triclinios, dormitorios y despensas con comida; el primer día los invitaban a comer, pero en los días sucesivos les suministraban pollos, huevos, verdura, manzanas y productos del campo.
De aquí que los pintores, al plasmar en sus cuadros todos los alimentos que recibían los huéspedes, los llamaban Xenia, Los cabezas de familia disfrutaban de suficiente libertad en estos apartamentos para huéspedes; daba la impresión que estuvieran en su propia casa y no en una hospedería. Entre los dos peristilos y las habitaciones de huéspedes hay unos pasillos – llamados mesauloe– pues están en medio de las dos construcciones; nosotros los llamamos «andrones».
Ciertamente resulta chocante, pues este término no se corresponde en griego y en latín. Los griegos llaman «andronas» a las salas donde se celebran banquetes exclusivamente para hombres, pues las mujeres tienen prohibido su acceso. Los mismo sucede con los términos xysto, prothyro, telamones y otros similares. En griego se denomina «xysto» al pórtico de gran amplitud, donde se ejercitan los atletas en la temporada de invierno; nosotros llamamos «xysto» a los paseos descubiertos que los griegos denominan paradromides. Los griegos denominan «prothyra» a los vestíbulos que preceden a las puertas de acceso, y nosotros denominamos «prothyras» a lo que los griegos llaman diathyra.
Aquí se denominan «telamones» a las estatuas viriles que sustentan los modillones o las cornisas; ignoramos el origen de este término y las causas de su procedencia: la historia no nos lo transmite; en griego, tales estatuas con figura humana se llaman «atlantas». Según el testimonio de la historia, Atlas se representa sosteniendo todo el universo y fue el primero que, con agudeza de ingenio y con habilidad transmitió a los hombres noticias acerca del curso del Sol, de la Luna y de los cuerpos celestes, así como las leyes de sus periplos; por este favor, pintores y escultores lo representan sosteniendo el universo; a sus hijas -Atlántidas- en griego las llaman Pléyades, y nosotros Vergilias pues, transformadas en estrellas, aparecen colocadas en el universo.
No me he detenido en clarificar estos términos, con afán de cambiar el uso de tales nombres ni con afán de modificar los modos de expresión, sino con el fin de que los filólogos tengan un correcto conocimiento etimológico.
He explicado y he puesto de manifiesto la simetría y las proporciones de cada una de estas construcciones, atendiendo a las costumbres y a las normas tanto de Italia como de Grecia. Puesto que anteriormente hemos tratado ya sobre la belleza y el ornato de los edificios, pasaremos ahora a exponer el tenia de la estabilidad, fijándonos en la manera que permita una mayor solidez y seguridad durante largo tiempo, sin que presente ninguna clase de defecto.