#InPerfecciones
A unos días de haberse conmemorado el Día Internacional de la Mujer, siguen surgiendo en las conversaciones preguntas sobre el cómo transformar esta cultura que privilegia lo masculino sobre lo femenino.
Jessica Hermoso / Profesora del Centro Sophia de estudios filosóficos y artísticos
jessimx2000@hotmail.com
A unos días de haberse conmemorado el Día Internacional de la Mujer, siguen surgiendo en las conversaciones preguntas sobre el cómo transformar esta cultura que privilegia lo masculino sobre lo femenino. Existen muchas maneras de interpretar la vida y una de ellas nos lleva a la visualización de un mundo dual. Nuestra cultura ha generado una competencia entre dualidades dando preferencia a una sobre otra y haciéndolas parecer opuestas: hombre-mujer; bien-mal; luz-oscuridad; vida-muerte; ser humano-naturaleza; entre muchos otros pares. Fruto de estos polos, desde los años 70´s surgió una corriente que vinculó a la mujer con la naturaleza, en contra posición con el hombre y la humanidad. Desde esta perspectiva se observa un patrón similar de dominio y explotación sobre lo que podríamos llamar lo femenino (lo que da, engendra y protege a la vida); lo cual, a nivel planetario, es representado por naturaleza y, a nivel especie, por la mujer.
Si nos detenemos unos minutos a reflexionar, nos daremos cuenta de que, efectivamente desde hace varios siglos ha existido una prevalencia de valores masculinos: la razón sobre la emoción; el individualismo sobre la colectividad; los fines sobre los medios; la parte sobre el todo; el antropocentrismo sobre el biocentrismo, etc. Estos valores han propiciado una creciente explotación de los recursos naturales en aras del desarrollo y el progreso, lo que nos está llevando a un deterioro ambiental sin precedentes que ya está teniendo efectos notorios en todo el planeta. Así mismo, la violencia hacia la mujer es un patrón que se repite bajo diferentes formas en todo el mundo. Curiosamente las marchas más grandes que se han vivido en los últimos meses buscan visibilizar las luchas de aquellos que defienden los derechos de nuestro planeta y de la mujer. Sin duda alguna, el privilegiar unos valores sobre otros, nos ha llevado a un momento de crisis de lo femenino y, por lo tanto, es indispensable poner de nuevo en perspectiva ambos polos.
Para las tradiciones antiguas, la dualidad nunca fue vista como opuesta, sino como complementaria. Un claro ejemplo es el símbolo del Yin Yang de la sabiduría China. Esta imagen milenaria nos muestra que en el mundo más que dualidades hay un abanico de posibilidades entre cada polo, y que resultaría imposible la existencia de un elemento sin su par. Si hay día, existe también la noche; cuando empieza la vida, sabemos que tarde o temprano le llegará la muerte; hombres y mujeres nos necesitamos para que la humanidad siga prosperando; todos los seres del planeta (humanos o no) dependemos de los otros para subsistir.
Lamentablemente, es necesario alzar la voz para que los valores femeninos y la mujer puedan ser valorados, pero no podemos dedicar nuestra energía a despreciar lo masculino para revalorizar lo femenino. No es uno u otro. Nuestro gran reto es el de encontrar el equilibrio adecuado entre ambos extremos, rescatando aquello que nuestra sociedad ha ido olvidando con el tiempo: la unión, el cuidado, la creatividad, la sensibilidad, la paciencia, la comprensión, la interdependencia, la ayuda a otros, etc. Podemos llamarles valores femeninos, pero realmente, son valores universales que se han ido perdiendo y que necesitan ser rescatados, revalorizados y puestos de nuevo en práctica en la vida diaria.
Todos los que habitamos este planeta, hombres o mujeres, animales, plantas y cualquier otra especie, merecemos una vida digna, plena y feliz, la cual sólo lograremos encontrando esa armonía en cada una de las dualidades de la vida. Dice Deeprak Chopra: “La dualidad es y ha sido siempre una ilusión. En espíritu, estás unido a todas las otras almas; la única finalidad de la separación es reunirte con esa unidad”.