#Arquitectura
Una máquina no es estética, amoral, neutral, fría, indiferente y filosófica. La máquina es muda, no habla; pero Denari la usa con sofisticación y lucidez.
Carlos Rosas C / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
En la entrega anterior conocimos el trabajo de Lebbeus Woods a través de un texto de Michael Sorkin. Los mundos plasmados por Woods en su trabajo dan cuenta no solo de una imaginación incansable, sino de una interpretación de la arquitectura en la que el estereotipo de lo formal se diluye para abrir paso a un momento que capturado en una imagen nos evoca un futurismo monumental pero a la vez tan sofisticadamente complejo.
En esta ocasión es el mismo Lebbeus Woods quien le hace los honores a Neil Denari, otro exponente de esa arquitectura que rompe en definitiva con un estereotipo y que bajo el concepto de las Máquinas Filosóficas pone un ingrediente muy especial sobre la obra de Denari. En esta ocasión la introducción corre a cargo del arquitecto Alberto Kalach, y aunque es un documento que no es nuevo, la vigencia de elementos descritos es el precedente de formalismos inimaginables a los que nos lleva la arquitectura.
LAS MÁQUINAS FILOSÓFICAS DE NEIL DENARI
ARQUITECTURA O CIENCIA FICCIÓN
Los amantes de “lo nuevo”
Una serie de dibujos espléndidos y cuatro declaraciones sobre arquitectura de Neil Denari fueron publicados recientemente en la revista japonesa A+U.
Evidentemente, el punto de partida del autor plantea la aversión a las formas de hacer Arquitectura culturalmente determinadas, y quizá algunos de sus datos biográficos revelen el desolador “Mundo de misterio, enigma y peligro” al que hace mención Lebbeus Woods en su texto.
Neil Denari nace en Fortworth, Texas, en 1957. Lleva acabo sus estudios de Arquitectura en la Universidad de Houston, Texas y posteriormente en la Universidad de Harvard. Viaja a Europa para trabajar en Aerospatiale Helicopters (División Hélices). Desde 1983 se dedica a la docencia aparte de realizar “proyectos conjeturales” y concursos de arquitectura. Se hace acreedor de importantes premios internacionales. Actualmente trabaja arduamente en su libro “Gyroscopic Horizons” que será publicado por el Princeton Architectural Press.
El ensayo que aquí presentamos fue escrito por Lebbeus Woods en aparente complicidad con Denari y difundimos el texto e imágenes con la intención de mostrar un amplio espectro que presenta la arquitectura actualmente en sus diferentes contextos culturales.
A continuación presentamos extractos del artículo escrito por Lebbeus Woods aparecido en la revista A+U No. 246, de marzo de 1991.
Arq. Alberto Kalach.
Lebbeus Woods
Debajo de una capa de fría objetividad, Neil Denari crea un mundo de acertijos, enigma, misterio y peligro. Dentro de ese mundo, hay estructuras monumentales con tensiones implícitas y movimientos sobre paisajes austeros. En ocasiones, los paisajes tienen nombre –Los Ángeles, Nueva York, Londres, Tokio-, a menudo, no los tienen, pero esto poco importa: todo se mezcla en el mundo de elevaciones, horizontes múltiples, referencias y líneas unidas de un mapa global que aún no se percibe o no está completamente trazado. En un mundo nuevo, casi virgen, quizá paralelo al presente, quizá escondido dentro de esta geología familiar, pero de ello, no podemos estar seguros. Quizá sea un mundo que todavía no es, una creación de las máquinas arquitectónicas y de la gente que las construye o las habita. Si acaso todavía esta gente exista.
En el mundo que Denari dibuja, no es el usual de los arquitectos, ortográfico y obligatorio, un escenario que sirve a intereses limitados. Denari dibuja a menudo, en perspectiva e insiste en la interacción de su arquitectura con un mundo más amplio. Su visión, si no su escala, es cósmica. Denari es un arquitecto filósofo, y por eso no tiene no tiene más remedio que proyectar en su pantalla visual un paisaje autoconsistente, cerca y lejano de morfologías y eventos vistos y no vistos.
Sus narrativas, como sus dibujos son perseverantemente frías en la superficie. Pero debajo de su calma y objetividad, los elementos del paisaje y la narrativa no nos entregan su sentido tan fácilmente. Ahí yace el poder de evocar sentimientos premonitorios profundos. Evoca veneración, terror, y sublimidad. Luz y sombra austeramente ejecutadas, se mezclan gráficamente con el plano del paisaje. Conceptualmente, solo hay contradicción entre los sistemas de descripción que son igualmente convincentes. En el texto, el discurso se mezcla ágilmente con abstractos conceptos e imágenes mundanas que dejan brechas en el entendimiento.
Estas sinapsis permanecen para que el lector las complete y las cierre con su intuición. El tono envuelve una coherencia casi rutinaria. Esto queda negado en el contenido, y sin embargo, descubrimos que todo es intencional.
Mucho se ha dicho sobre las máquinas arquitectónicas. A diferencia de otros que utilizan una estética de la máquina por razones de forma o estilo, Denari crea máquinas sin referencias arquitectónicas o históricas. Aun cuando sospecho que Denari es un amante de la arquitectura histórica, la ha rechazado por una necesidad interna. La arquitectura histórica está demasiado cargada de conocidas asociaciones culturales. Una máquina no es estética, amoral, neutral, fría, indiferente y filosófica. La máquina es muda, no habla; pero Denari la usa con sofisticación y lucidez.
En el pensamiento y trabajo de Denari, el intelecto es especialmente escéptico de si mismo, resistiéndose a las certidumbres fáciles. Sus máquinas arquitectónicas no están puestas en una línea de producción de definiciones prefabricadas, pero se resisten y dislocan en tiempo y espacio por fuerzas externas a ellas, tan tercamente como se resisten al consumo fácil.
Las máquinas paradójicas, misteriosas, excéntricas y autónomas pueden ser peligrosas. Su funcionamiento es incontratable e impredecible. En terminología cibernética, las máquinas no triviales son las que contienen un complejo de estados internos. Su producto es el resultado de una materia prima siempre cambiante, en contraste con las máquinas triviales que tienen un único estado interno, lo que a su vez predetermina su función. Las máquinas, especialmente las arquitectónicas tienen la intención de ser habitadas por humanos que por naturaleza son impredecibles, amenazan la estabilidad de las convenciones y el status quo. Las máquinas de Denari tienen una vida propia. Una vez puestas en marcha, es imposible saber como van a a actuar.
El proyecto GODZERO: COSMOS MECHANICOOL para el concurso del Foro Tokio, es la máquina arquitectónica más ambiciosa, agresiva, autónoma y peligrosa de Denari. Es un proyecto cuidadosamente predeterminado y programado: auditorio, lobby, galerías, entradas, cuartos de conferencias. –Pero, ¿qué quieren decir estos términos en un contexto como este? Tomarlos en serio es expresar trivialmente el diseño de Denari. La función de GODZERO no se puede explicar previamente, sino que tiene que ser inventada dentro de las complejidades autónomas del espacio y la forma.
Ninguna de estas se refiere a las convenciones relacionadas con significados de utilidad. La pregunta no es si se pueden utilizar convencionalmente sino si ellas mismas lo autorizan. El diseño de Denari es peligroso porque cuestiona las convenciones de función y sentido utilitarios. La mejor respuesta a la crítica de GODZERO que dice “pero, esto no es arquitectura”. Es “sí, no lo es en el sentido convencional”.
Al hablar sobre este proyecto en la Universidad de Columbia, Denari hizo una analogía entre GODZERO y GODZILLA. Quien conozca este monstruo, sabe que proviene del principio del tiempo. Su poder primordial es bárbaro comparado con cualquier modelo de comportamiento civilizado. Pero cuando en las películas el monstruo destruye ciudades enteras, nos causa un extraño alivio, algo como una purificación que trae consigo una condición más humana. GODZILLA acecha en el centro de la metrópoli y trae con el un instrumento de cambio.
FUENTE
a Arquitectura
REVISTA PERIÓDICA DE ARQUITECTURA.
Nº 3, Otoño 1991
PAGINAS 44, 45, 46, 46, 47.
Director: Isaac Broid.
ISSN: en trámite.