#InPerfecciones
Basta escuchar cualquier discurso político, especialmente durante las épocas de campañas electorales, para ver que la mayor preocupación del hombre del siglo XXI es esencialmente dominar las circunstancias externas.
Theo laurendon
theo.laurendon@inperfecto.com.mx
Basta escuchar cualquier discurso político, especialmente durante las épocas de campañas electorales, para ver que la mayor preocupación del hombre del siglo XXI es esencialmente dominar las circunstancias externas a través de la economía, las leyes, el desarrollo tecnológico etc. Como ya lo dijo el mismo Buda hace más de 2500 años, que podamos todos crear más riqueza y bienestar material es fundamental, obviamente. Sin embargo es muy curioso, trágico diría yo, que nos obsesionemos tanto con el “PIB” (producto interior bruto, que ha crecido en Mexico un 0,1%) o el “avance tecnológico” o el “bienestar social” que nos olvidemos de lo más importante y fundamental, sin el cual nada de todo esto sirve: que el individuo este bien, que este consiente.
Hemos caído como sociedad en la ilusión de la promesa eterna de un futuro mejor. Ya durante la edad media (y algunas ramas extremas del Islam lo siguen haciendo hoy en día) el hombre se vio esclavizado a la vieja creencia de un “paraíso” que nos liberaría de este “mundo lleno de pecados”.
Mas de 500 años después, seguimos cayendo en la misma “matrix” colectiva pues estamos convencidos de que si hay esperanza esta se encuentra en el futuro. No lo llamamos “paraíso” sino “desarrollo tecnológico”. O lo llamamos “revolución política”. Estas soluciones siempre están más adelante. Y fuera de nosotros. La economía tendría que mejorar…la tecnología tendría que inventar una solución milagrosa…Irá todo mejor….o todo será un fracaso.
Es decir: el ojo del hombre postmoderno está permanentemente fijado en un futuro hipotético, nunca en el presente, y siempre fuera de él, nunca dentro. Algunos viven este futuro como una esperanza, otros como una fuente de angustia. En ambos casos no existe más que en nuestra mente.
Pierra Rabhi, un agricultor, político, escritor y filósofo francés, promueve desde décadas la idea del “decrecimiento” es decir que busquemos como sociedad producir menos, reducir el consumo, reducir el crecimiento económico, y en general enfocarnos menos a lo que hay fuera de nosotros. Vivir más, producir y consumir de forma más ecológica, y dedicar nuestro esfuerzo colectivo como sociedad al desarrollo de la educación, del despertar de la conciencia (individual, social, planetaria) y así crear más felicidad. Sus trabajos de investigación ha recibido el apoyo de muchos sociólogos, economistas, políticos y filósofos que ven en el “decrecimiento” la única forma de sobrevivir en este planeta sin destruirlo o sin olvidarnos de nuestra esencia como seres humanos.
Y todo empieza con uno mismo: todos estamos en mayor o menor medida influenciados por estas creencias colectivas sobre el mundo, la economía, la política, la felicidad etc.
Solo cuando hayamos tomado conciencia individualmente y colectivamente de que el ser humano tiene ya todo lo necesario para no solo encontrar la felicidad sino también realizarse…solo entonces dejaremos, como decía el poeta, de “buscar obsesivamente flores en los desiertos, pues descubriremos que solo dentro de nosotros se extienden los oasis y jardines eternos”.