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“La mayor parte de los fracasos nos viene por querer adelantar la hora de los éxito”: Amado Nervo.
Rosario Aguilar / @rosariogaguilar
rosario.aguilar@inperfecto.com.mx
Celebrar 153 años de uno de los poetas más importantes en la historia de la literatura de México tiene que ser uno de los eventos culturales más relevantes en esta semana, y es que el autor del poema más recitado de todos los tiempos y en el que muchos citamos cada palabra y aprender a ser un buen arquitecto de la vida: “… que yo fui el arquitecto de mi propio destino; Que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, Fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas…” Pero no solo En paz fue uno de sus obras más leídas, El bachiller, Perlas negras y Místicas, son algunos de los títulos de una larga lista de este gran autor.
El 27 de agosto de 1870 nace en Tepic, Nayarit, México. Amado Ruiz de Nervo Ordaz, que inicio sus estudios de derecho en Zamora, Michoacán, también estudio teología, profesor de Lengua Nacional en la Escuela Nacional de Preparatoria, de sus primeros trabajos fue empleado de escritorio en Tepic, en Mazatlán realizaba artículos para El Correo de la Tarde, la sencillez de sus crónicas hacia la lectura más agradable a sus lectores, en 1894 Manuel Gutiérrez Nájera funda la revista Azul una propuesta dónde publicaron a varios autores del modernismo en México y latinoamericana , entre ellos Amado Nervo público varias de sus obras, Gutiérrez Nájera y Rubén Darío fueron para Nervo una gran influencia en el Porfiriato, además de Gutiérrez Nájera y Rubén Darío su círculo de colegas se encontraban: Tablada, Luis G. Urbina, Dávalos, José Santos Chocano y Campoamor.
Cómo diplomático fue un viajero, con una vida de muchos cambios y se reflejaba en sus libros y su poesía.
Considerado como el poeta mexicano de gran popularidad a mediados del siglo XX, cronista, poeta, narrador, amor, soledad, esperanza, una conexión con el lector en su mayoría mujeres, pero que en sus escritos, sus pensamientos coincidía con muchos pensamientos de quién leía casa letra de Amado Nervo, La amada inmóvil, libro de tres poemas dedicado a la muerte de su esposa Ana Cecilia Dailliez,
“En memoria de Ana
Encontrada en el camino de la vida
El 31 de agosto de 1901.
Perdida -¿para siempre?-
El 7 de enero de 1912.”
La dedicatoria de un libro de 84 páginas,
“ Nadie ha orado con más fervor que yo, y nadie quizá, en diez años, a recordado con tal energía a la Causa de causas la promesa del Hijo del Hombre.” Solo un fragmento de La amada inmóvil, una obra que deja el dolor impreso de su vivencia durante la travesía con Ana Cecilia.
La Secretaria de Cultura Para conmemorar el centenario luctuoso del escritor Amado Nervo hizo una edición especial para niños, poesía y prosa, dónde se lanzó la convocatoria a niñas y niños de entre 5 a 12 años, fueron seleccionados 132 dibujos para esta edición especial y no solo conmemorar su aniversario luctuoso, fue especial trabajar en un proyecto dónde la infancia ilustrara cada obra del escritor.
Amor filial.
“Yo adoro a mi madre querida,
Yo adoro a mi padre también;
Ninguno me quiere en la vida
Como ellos me saben querer.
Si duermo, ellos velan mi sueño;”
El primer beso.
Yo ya me despedía…. Y palpitante
Cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
Yo te miré a los ojos un instante
Y tú cerraste sin pensar los ojos
Y te di el primer beso: alcé la frente
Iluminado por mi dicha cierta.
El día que me quieras
El día que me quieras tendrá más luz que junio;
La noche que me quieras será de plenilunio,
Con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
Sus inefables cosas,
Y habrá juntas más rosas
Que en todo el mes de mayo.
Son solo fragmentos de las muchas poesías escritas por Amado Nervo, quien hizo de cada frase oraciones en verso o en prosa que nos han emocionado al grado de hacer nuestras sus frases y que en el intento de seguir viviendo de todas las formas posibles, seguiremos repitiendo una de sus obras más conocidas y acabar con esa sensación de estar a mano con la vida y de estar EN PAZ…
….Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
Mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
Y en cambio tuve algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!