Editorial

¡Viva Cristo Rey! Nicaragua, entre la fe, la patria, la libertad y la tensión.

#InPerfecciones
Hoy en día, con 26 años en la presidencia <convirtiéndose en el mandatario no monárquico con más años en el poder de aquella nación> se enfrenta a las críticas naturales.

 

 

Daniel Blanquel / @DHBlanquel
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La nación centroamericana gobernada por el presidente socialista Daniel Ortega, quien en 2021 se reeligió por tercera vez, ocupando el cargo de Presidente desde el año 2006, cargo que, como lo indica su constitución es por un periodo de cinco años, reeligiéndose posteriormente en los años de 2011, 2016 y 2021, cabe señalar que Ortega consiguió reformar la carta magna de aquel país para poder lograr la reelección indefinida en año 2014, periodo que ya se pintaba anticonstitucional y opaco, toda vez que su carta magna señalaba que “ninguna persona que ya hubiese ocupado el cargo de Presidente de la Nación por dos periodos, podrá hacerlo de nuevo” sin embargo, la influencia de Ortega sobre la Corte Suprema logro que los ministros emitieran un fallo a su favor.

Hoy en día, con 26 años en la presidencia <convirtiéndose en el mandatario no monárquico con más años en el poder de aquella nación> se enfrenta a las críticas naturales que cualquier político enclaustrado en su omnipotencia podría recibir, sin importar a que corriente ideológica pertenezca.

A principios del mes de agosto, el obispo de Matagalpa Rolando Álvarez fue sitiado en la Curia de dicha ciudad, acusado de intentar desestabilizar al país, esto tras ser uno de los mayores críticos del régimen sandinista, régimen que ha venido ejecutando una serie de acciones en contra de la Iglesia Católica de Nicaragua, mismas que van, desde allanamientos, cierre de medios de comunicación católicos, exilio de religiosos y la cárcel para algunos.

Dichas confrontaciones no son nuevas, pues desde el año 2014 la Conferencia Episcopal hizo publica una carta donde se expresaban puntos sobre la situación y rumbo que viviría el país, carta que enfado de sobremanera a Ortega pero que ignoro su contenido.

Cuatro años después, en 2018 en medio de la crisis de protestas masivas que criticando la gestión de Ortega, la Curia nicaragüense se inclinó a favor de los manifestantes, motivo por el cual desde entonces el aparato gubernamental a perseguido a la los integrantes de la fe católica, ministros de culto, diáconos, presbíteros, administradores y laicos que profesen esta religión. 

Dicho lo anterior, es cierto que en la gran mayoría de países existe una marcada separación de la iglesia y el estado, sobre todo en los países occidentales, separación que se encuentra estipulada en sus leyes, pero, que también es cierto, es menester de cualquier religión velar por la integridad, estabilidad, paz y bienestar no solo de sus fieles sino de la humanidad en general.

La persecución de católicos nicaragüenses aunado al cierre de las iglesias esta haciendo que la población se sienta cada vez más insegura, pues aunque es un tanto anacrónico decirlo, difícilmente un gobierno declara la guerra a una religión y menos en un país donde el 90% de su población  profesa dicha creencia.   

Recordemos que los conflictos por la diferencia ideológica de credos ha traído grandes catástrofes a la humanidad, pues en los años cuarenta del siglo XX el mundo entero vivo el genocidio más grande y aterrador de la historia, donde un hombre con grandes capacidades mentales y de liderazgo pretendía terminar con una “raza” que ha estado presente en el planeta desde el principio de los tiempos, me refiero a Hitler y su limpieza étnica contra los judíos.

Hitler supo ganarse la confianza del pueblo alemán, supo decirles lo que ellos querían escuchar, hablarles de supremacía cuando se sentían pisoteados, hablarles de crecimiento económico cuando pagaban la deuda que arrastraban por la primera guerra mundial, hablarles mal de los políticos que gobernaban en aquellos años para creer que él era el indicado para dirigir la Alemania que todos querían. 

Y así es como los políticos aun hoy en día siguen accediendo a las cumbres del poder en cualquier parte del mundo, incluido México.

En nuestro país ya vivimos un acontecimiento como lo que hoy vive la nación centroamericana, por los años de 1926 a 1929 México atravesó por un conflicto armado que conocemos como la Guerra Cristera, Guerra de los Cristeros o Cristiada encabezada por el Presidente Plutarco Elías Calles y la promulgación de sus leyes de intolerancia religiosa, también, fundador de lo que hoy conocemos como el Partido Revolucionario Institucional en contra de la grey Católica establecida en la Republica.

 Los estados que más vivieron estos acontecimientos y sufrieron el derramamiento de sangre inocente <cabe señalar que ambos bandos Federales y Cristeros eran inocentes, pues desde mi perspectiva, ninguna persona debe morir por su credo> fueron, Guanajuato, Jalisco, San Luis Potosí, Aguascalientes, Michoacán y Zacatecas, entre otros.

La persecución del ejército y fuerzas armadas contra sacerdotes católicos provoco que varias iglesias, conventos, seminarios y de más construcciones clericales se destruyeran y junto con ellas un gran acervo de arte sacro con el que nuestro país contaba; provoco que las homilías se oficiaran a escondidas en cuevas o minas abandonadas ya que si se descubría la práctica de la fe católica eran arrestados los sacerdotes y todos los hombres, mujeres, niños y ancianos que participaran de la celebración eucarística. 

Con lo que no contaba el gobierno era con la fe y el valor de todos los católicos, protestantes y hasta los no creyentes, que estaban dispuestos a levantarse en armas e incluso morir, todo por conservar la libertad de ser y de creer, fue así como los cristeros con el lema de ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe! Iniciaron la lucha encarnecida contra el gobierno.  

Es así como nos damos cuenta que las críticas a los gobiernos no son actuales, pues desde siempre hemos convivido con ellas, pero también nos damos cuenta que la intolerancia de cualquier tipo, nos puede llevar a cometer atrocidades que se pagan con la vida misma.

Los gobiernos, sin importar la ideología política de la que emanen deben respetar, practicar y fomentar la tolerancia a cualquier aspecto de la vida, mientras este no afecte el orden y progreso de toda sociedad, de lo contrario poner a trabajar los aparatos gubernamentales de orden, seguridad y estabilidad.

Deseando siempre que no se repita ningún hecho como los que han quedado inmersos en los añales de la historia nacional y mundial, deseo que el conflicto nicaragüense se solucione sin el derramamiento de una sola gota de sangre.  

 

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