#InPerfecciones
El narcisismo del presidente López Obrador parece no tener límites.
Alexis León /@alexisgdl
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El próximo miércoles el presidente de México el Señor López Obrador cumple tres años de que asumió el poder, tres años de una eterna y perversa idolatría al Tlatoani, tres años de un narcisismo exacerbado en la presidencia de la república, tres años de la eterna campaña, sí, la campaña política que verdaderamente es lo que mejor sabe hacer el presidente de México.
De los compromisos de campaña queda bastante por cumplir, difícil se vislumbra el panorama para que de menos se sienten las bases. como un buen populista el presidente López Obrador le ha apostado al gasto social como eje de su gobierno, o ¿como su base electoral?.
Pero uno de los temas que más le fascinan al presidente, es el de su gran popularidad, no hay semana que no haga alarde de ella, que si gano con más de treinta millones de votos, que si el pueblo algún día lo califica mal se va, que si su ratificación de mandato (que en realidad el revocación) que si los “machuchones” y los “fifis” no les gusta como gobierna pues es que es muy popular, y así en su clásico discurso de división.
¡Ah pero lo más importante es que es el presidente más popular! En el México contemporáneo.
Presidente el ser popular no es sinónimo de éxito, y de cumplir a cabalidad las tareas encomendadas, con la popularidad y el aplausometro no se encaminan sociedades hacia los retos presentes y futuros, con popularidad no se incrementa la riqueza nacional ni se generan empleos, con popularidad no se presentan y ejecutan planes de competitividad educación y desarrollo, en fin presidente pudiéramos seguir escribiendo cientos de líneas más, diciendo todo lo que no puede hacer la popularidad.
Las acciones de gobierno las dicta y las ejecuta un líder, un demócrata, un estadista, una persona con talante, ya que el verdadero poder al servicio de la sociedad desgasta y siempre será incompatible con la popularidad.