#RinconesDeMéxico
Pueblo mágico al centro de Coahuila al que fui por mera casualidad y que desde mi punto de vista tiene ganado de sobra ese nombramiento, es un verdadero oasis en medio de ese desierto al norte de México: Parras de la Fuente.
Roman Sánchez.
turismo@inperfecto.com.mx
¡Quihubole! ¿Cómo estás? Te mando un saludo cordial a la distancia…
Resulta y resalta que hay un pueblo mágico al centro de Coahuila al que fui por mera casualidad y que desde mi punto de vista tiene ganado de sobra ese nombramiento, es un verdadero oasis en medio de ese desierto al norte de México: Parras de la Fuente, es un sitio histórico-cultural muy recomendado para visitar, aquí te cuento porque… ¡Vámonos!
Al llegar al entronque carretero, verás una especie de desolación, pero a medida que avanzas los escasos kilómetros previos a llegar al pueblo, el paisaje se ve transformando por enormes viñedos, y es que esto es lo que caracteriza a Parras, sus “parras o vides”. Casa Madero, antiguamente bodegas de San Lorenzo, fundaron la primera vitivinícola en América por los años de los 1500.
Pero no es la única bodega, existen otras muy buenas opciones en vinos, estando ya en el pueblo, te darás cuenta que hay opciones módicas desde vinos artesanales y bodegas familiares hasta vinos de gran clase con diversos premios en el mundo.
Si deseas visitar casa Madero, que debe su nombre a que fue propiedad del abuelo del ex presidente Francisco Indalecio Madero, hay un tour guiado con degustaciones y todo interpretativo, bastante didáctico. Básicamente para los que gustamos del vino, Parras encanta por este motivo, pero eso no es todo, al recorrer sus coloniales callecitas te darás cuenta que hay mucha sequía a
lo largo de algunas calles que surten de agua a los huertos en las casas, numerosos nogales, limoneros, naranjos, higos, mangos, datileras, guayabas, en fin, una variedad de frutas, también los encontrarás en forma de ate o conservas, para chuparse los dedos; prueba las “noras” (dulces de leche con almendra o nuez).
El agua de estos canales proviene de unos manantiales cercanos que afluyen al estanque de La Luz, un aparente sencillo balneario para bañistas, pero que históricamente es muy importante, dado que es aquí donde Thomas Alba Edison, por medio de una hidroturbina perfeccionó y encendió por primera vez un foco y se hizo, por decirlo así, el primer pueblo en ser iluminado con corriente eléctrica.
Las aguas de este balneario enmarcan a la iglesia de Madero, que se sitúa a lo alto de un cerrito desde los años 1800 y que funge también de mirador, la cual ya no pudimos visitar, porque como te digo, llegamos allí de casualidad, pero que seguramente algún día me gustaría volver porque me han contado de evidencia en petrograbados, pinturas antiguas y vaya… Un vinito no estaría nada mal.
Espero que, como yo, te animes algún día a visitar este sitio. Hasta pronto, ¡en el próximo destino!
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