#Cultura
“La voz de aquellos que no tienen voz.”
Fernanda S. Weffru / @alomosdedragon
fernanda.s.weffru@inperfecto.com.mx
Es muy raro que cuando se habla de la Segunda Guerra Mundial se tomen en cuenta los testimonios de mujeres. Han sido años en los que veteranos y sobrevivientes del Holocausto han expresado sus vivencias, miedos, pérdidas y traumas, pero poco se sabe de todo lo que las mujeres de la época tuvieron que vivir.
En 1985, la ganadora del premio novel del 2015, Svetlana Alexiévich publicó el trabajo periodístico titulado La guerra no tiene rostro de mujer, un libro polifónico en donde se narran las memorias de todas aquellas mujeres que sobrevivieron la Segunda Guerra Mundial y cuyas voces fueron ignoradas. El trabajo de esta periodista es crudo pero excepcional, pues no fue fácil lograr que sus testigos hablasen del tema como si del clima se tratara. Escribir el libro llevó años de minucioso trabajo con entrevistas consecutivas y meses de repetir grabaciones hasta pulir los fragmentos que conforman la obra. Gracias a las pequeñas introducciones e intervenciones de la autora, la novela no resulta tan dramática, si se me permite la expresión, a la hora de leerse. Al contrario, resulta una lectura reflexiva porque se nos muestra un lado de la guerra que se nos ocultó por siempre y se aleja del festejo y reconocimiento del que se jactaron los vencedores.
Porque fue un alivio que la Segunda Guerra Mundial terminara, pero todos los países quedaron destruidos, ensombrecidos por “el arte de la guerra” y así también quedaron las mujeres. Hijas, madres, abuelas; niñas, adolescentes y adultas… todas afectadas por un mismo suceso y muchas con traumas, pesadillas y miedos que las persiguen aún en estos días, muchos años después.
Se tienen grandes obras como El diario de Ana Frank, que es un clásico, pero son las obras de Alexiévich que nos muestran el después de los momentos más terribles de la historia de la humanidad. Memorias de aquellos que sobrevivieron para contarlo, con dificultad, miedo y angustia, porque son experiencias que no se podrían olvidar nunca. Es prudente advertir que la lectura de cualquiera de las obras de la autora deberá hacerse con cuidado, e incluso habrá que tomarse su tiempo, pues son temas tan delicados y entrañables que calan hasta el más duro.
Svetlana Alexiévich no sólo se limitó a recoger los testimonios de la Segunda Guerra Mundial, otros de sus grandes trabajos fueron Voces de Chernóbil y Los muchachos del Zinc: Voces Soviéticas de la Guerra de Afganistán donde, por supuesto, se destaca la polifonía; no por nada dicha autora es considerada «la voz de los sin voz».