#InPerfecciones
“Sin duda, Immanuel Kant es un autor tan vigente que no parece haber nacido hace 300 años”
Alejandro Animas Vargas / @alexanimas
animasalejandro@gmail.com
El 22 de abril es una fecha especial para el mundo del pensamiento, ya que en 1724 en Königsberg, Prusia, nació uno de los filósofos más influyentes y famosos, aunque no necesariamente de los más leídos, Immanuel Kant. Proveniente de una familia humilde, Kant terminaría estudiando filosofía y teología para posteriormente trabajar como profesor en la universidad de Königsberg. A diferencia de nuestros tiempos donde los estudios universitarios se han desarrollado hacia la especialidad en cada una de las ramas del conocimiento, en esa época, la “universidad” reivindicaba el origen etimológico de la palabra, que proviene del latín universĭtas: ‘universalidad, totalidad’. Por eso no debería sorprender que el nombre de la primera materia que impartió Kant en la universidad se llamaba “Matemáticas y filosofía” (escribió en Crítica de la razón pura: “La matemática y la física son los dos conocimientos teóricos de la razón”).
Además de escribir acerca de la filosofía, Kant también abordó temas relacionados con las ciencias naturales, como lo señalan sus libros Historia general de la naturaleza y teoría del cielo o Nuevo concepto del movimiento y el reposo, por mencionar algunos. Por eso se entiende que de las mayores influencias intelectuales que recibiera Kant en su vida vinieran de Jean Jacques Rousseau y de Isaac Newton
A Kant se le conoce principalmente por sus aportaciones en torno a la construcción del pensamiento (Crítica de la razón pura), donde consideraba que el conocimiento obtenido solo por medio de la observación y la experimentación, era insuficiente y confuso, por lo que se requería utilizar el razonamiento para llegar al verdadero conocimiento, el cual se ubicaba en el mundo metafísico. Es decir, lo que importaba era la razón pura: “la razón humana tiene, en un género de sus conocimientos, el singular destino de verse agobiada por preguntas que no puede eludir, pues le son planteadas por la naturaleza de la razón misma, y que empero tampoco puede responder, pues sobrepasa toda facultad de la razón humana”.
Dentro de su monumental obra, ocupa un rango secundario el espacio destinado a la filosofía política. Por ejemplo, en sus principales obras, las que lo elevaron al Olimpo de la filosofía: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio, apenas y existen unas cuantas referencias a la política. De hecho, Pierre Hasner, en el capítulo dedicado a Kant en la Historia de la filosofía política editado por Leo Strauss y Joseph Cropsey, resume el pensamiento político de Kant en una frase: “gobierno republicano y organización internacional”, dos temas que desarrolló principalmente en Principios metafísicos de la doctrina del derecho y en su muy famoso breve ensayo Por la paz perpetua.
En cuanto al gobierno republicano, y siguiendo una tradición que venía desde la Grecia clásica, Kant encontraba los fundamentos del poder político en los tres elementos que constituían a una ciudad: “el poder soberano en la persona del legislador, el poder ejecutivo en la persona del gobierno, y el poder judicial en la persona del juez”, las cuales correspondían a “tres preposiciones de un razonamiento práctico: la ley de una voluntad…. el principio de la subordinación a la ley….. y al derecho en los diferentes casos”. Para Kant, los elementos constituyentes del estado, mismos que siguen vigentes hasta nuestros días, eran producto de un razonamiento práctico. A la vez, lo que ahora nosotros llamamos poderes, Kant consideraba que eran entre sí, complementarios, subordinados unos de los otros, y que se regían bajo un derecho.
Pero para que lo anterior fuera posible, era necesario que los ciudadanos gozaran de: “la libertad legal de no obedecer a ninguna otra ley más que aquella a que hayan dado su sufragio; segundo, la igualdad civil que tiene por objeto el no reconocer entre el pueblo ningún superior más que aquel que tiene la facultad moral de obligar jurídicamente (y) que a su vez puede ser obligado; y tercero, el atributo de la Independencia civil, que consiste en (que) no pueda ser representada por ningún otro en los asuntos de derecho”. De esta forma, en Principios metafísicos de la doctrina del derecho, Kant establece las bases necesarias para el establecimiento de una constitución republicana.
Por lo que toca a la organización internacional, en Por la paz perpetua, Kant parte de que “el estado de paz entre los seres humanos que viven juntos no es un estado de naturaleza, sino más bien un estado de guerra, es decir un estado en el que, aunque las hostilidades no se han declarado, sí existe una constante amenaza”. Ante este estado de la naturaleza, un Estado organizado republicanamente sí puede evitar la guerra ya que requeriría del consentimiento ciudadano, y como serían ellos quienes tendrían que soportar los estragos de la guerra, nada sería más racional que rechazarla.
Cuando dos paìses están en guerra, “un tratado de paz puede poner término a la misma, pero no a la coyuntura de la guerra”, por lo que se vuelve imperativo, dice Kant, crear una Federación de La Paz, que es la idea que antecedió a la fallida Liga de Naciones (1920-1946), y a la actual Organización de las Naciones Unidas. Para el filósofo alemán, la paz perpetua solo es posible en la medida en que los países estén en igualdad de condiciones, lo que para él significaba que estuvieran regidos por los principios republicanos, porque una“constitución es o republicana o despótica”. Si es despótico, el gobernante impondrá su voluntad por encima de cualquier otra consideración; si el gobernante es republicano, tendrá que apegarse a las leyes y a la opinión ciudadana, lo que implica un proceso donde entra en juego la razón, y la razón, en el sentido kantiano, nunca optará por la guerra.
Lamentablemente, este puñado de párrafos apenas y presentan un esbozo de la riqueza y complejidad del pensamiento del filósofo alemán, una persona para quien, como Ernst Cassirer señala en la biografía, Kant, vida y doctrina, “las emociones de los sentimientos y los afectos subjetivos no son, para él, más que los materiales que pugna por someter de un modo cada vez más enérgico al imperio de la “razón” y al mandato objetivo del deber”. Sin duda, Immanuel Kant es un autor tan vigente que no parece haber nacido hace 300 años.