Editorial

LA REPÚBLICA AMOROSA.

#InPerfecciones
“La República Amorosa nació muerta, porque la intención nunca fue atender o ceñirse a la ley, mucho menos la reconciliación política y social del país”.

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

Cuando la “República Amorosa” hizo su aparición conceptualmente como parte del discurso “lopezobradorista”, causó una buena impresión por lo novedoso de la propuesta, a fin de cuentas ¿quién podría oponerse a un mensaje de ese calado en un país tan confrontado en matices sociales e ideas políticas? Nadie puede negar que México tiene una añeja tradición de confrontación en casi todos los ámbitos, porque parece que nada es más importante que tener la razón en el campo de la narrativa y la razón parecía estar en un mensaje conciliador, la pugna por el poder necesitaba un enfoque encaminado hacia ese rumbo, sin embargo, vale la pena considerar que los matices sociales de naturaleza crónica terminaron por volverse irreconciliables, cada sector social agazapado en su trinchera lanza sendos ataques en contra de la situación que gozan o padecen uno y otro respectivamente, increpándose por el más variado abanico de causas que se ve aderezado por la descalificación categórica; por eso el concepto de “la República Amorosa” aunque pareciera un artificio meloso tuvo un potencial político interesante, sin embargo, en política el formalismo del discurso tiende a deformarse desde el fondo cuando la ideología es contraria a los conceptos que utiliza para comunicarse.

 

Ideológicamente el Presidente de la República jamás ha pugnado por la reconciliación política y social en los hechos, mostrarse empático con los sectores más desfavorecidos no es una estrategia desconocida en materia de discurso de campaña, la ruptura es la que siempre formó parte del mensaje político en campaña electoral, romper con la pobreza, el analfabetismo, el hambre, la inseguridad, siempre fueron los tópicos más encendidos de activistas, candidatos o funcionarios, todos ellos siempre refiriéndose a esos males endémicos del país como si fueran enemigos sin cara o personalidad jurídica, cuando todos saben que los responsables de agudizar la crisis en materia social, económica o política son esos que se llenaban la boca presumiendo tener la panacea para terminar con la maldición del subdesarrollo.

 

¿Qué hacía falta? Justamente lo que implementó López Obrador, ponerle nombre y apellido a los responsables y de paso desmarcarse porque el que inventa el supuesto remedio terminará, por estrategia, vacunándose contra la responsabilidad que le acompaña por ser cómplice de los que hoy señala como los responsables de la apremiante situación nacional, así funciona el populismo, con baños de pureza, con artilugios discursivos de corte mesiánica, con la convocatoria de mentes susceptibles a recibir y repercutir un mensaje de venganza de bajo perfil, con más encono que inteligencia, el momento que los más desfavorecidos esperaban al percibir que uno de los suyos ha llegado al poder para convertir en realidad la justicia de los que menos tienen.

 

Puede no gustarnos ni el discurso ni el mecanismo, sin embargo, no podemos negar el alto nivel de efectividad de un mensaje que promete impartir justicia por encima de una ley que a decir del Presidente no obedece a los intereses del pueblo, resulta muy interesante que el oficialismo “lopezobradoriano” fustigue a una Constitución emanada de una revolución que precisamente se consagró a las necesidades de un país que se convulsionó para conseguir que la ley expresara los intereses del pueblo, el argumento es que quienes deben observar el cumplimiento de la ley terminan por obedecer a otro tipo de intereses, sin embargo, en estricto sentido jurídico, quien jura solemnemente cumplir y hacer cumplir la Constitución ante los Poderes de la Unión sin tener la voluntad de hacerlo y que en los hechos observa un comportamiento sistemático contrario o violatorio a la Constitución, acudiendo al lenguaje simplista del rey chiquito de Palacio Nacional, sería a todas luces un traidor a la patria, pero para matizar semejante comportamiento se ha hecho necesario emprender una cacería de brujas en contra de quienes señalen su comportamiento transgresor de la ley ya sea desde la opinión pública, el periodismo o las instancias jurídicas correspondientes, vacunándose nuevamente contra la responsabilidad de no cumplir y hacer cumplir la ley manipulando a la opinión pública señalando a sus críticos como traidores a la patria por la simpleza de estar en su contra porque se asume como representante monopólico de los intereses del pueblo.

 

Por eso la “República Amorosa” nació muerta, porque la intención nunca fue atender o ceñirse a la ley, mucho menos la reconciliación política y social del país, la intención siempre fue imponer su propia ley a modo, su interpretación esquizofrénica de la justicia para caer en el abismo de la incongruencia si recordamos que el discurso revolucionario –el discurso de los entusiastas ideólogos de izquierda- que sostiene que los poderosos crean sus propias leyes para favorecer a un selecto grupo.

 

Semejante y muy criticable comportamiento resultó acomodarle muy convenientemente a los hipócritas defensores a ultranza de la izquierda que hoy pretende generar leyes a modo para favorecer a su selecto grupo de voraces compadres que se despachan con la cuchara grande mientras dejan caer algunas migajas para los fieles que creen que el empoderamiento del pueblo tiene que ver con legitimar en la cima del Gobierno a un personaje que se disfraza como ellos sin advertir que no se responsabiliza por nada y que así disfrazado de humilde goza de prebendas y lujos que ningún fanático tiene ni tendrá.

 

El fin del ciclo “lopezobradorista” se encuentra cercano, los estertores del régimen transformador en su versión larvaria, ponen en el horizonte la promesa de la continuidad encarnada en un facsímil del Presidente, desde luego, no podemos esperar algo diferente más que el endurecimiento de un radicalismo que ha comenzado a comerse a puños una democracia que no alcanzará un momento cumbre jamás si la concentración de poder se consuma a favor de un grupo de voraces corruptos capaces que terminar con la garantía de poder expresarse y pensar libremente al favorecer un régimen que tendrá carta abierta para invadir cada aspecto de la vida privada de la población mediante un sistema de corte militarista matizado con un insipiente poder popular que terminará teniendo una sola opción para votar, si, como en tiempos del PRI dorado.

 

El Presidente acusa una campaña en su contra que lo señala como parte de un poder lejano al bienestar popular, si, el poder del Crimen Organizad,o ese poder que el Presidente ha consentido otorgándole el perdón y un salvoconducto para actuar sin temor a la ley porque el Presidente asume una potestad que no le corresponde, la potestad de decidir quienes son los buenos y quienes los malos, los corruptos de hoy tienen el mismo origen de los corruptos de ayer, la continuidad no es la continuidad de la transformación, la continuidad se refiere a la renovada versión de la maledicencia política, tan represora como sus mentores, igual de voraz y a la que le tiene sin cuidado tener que sacrificar fanáticos, críticos, activistas o simples ciudadanos.

 

El poder que se sirve de la legitimidad que le da el pueblo para justificar toda clase de corruptelas, no puede ser bajo ninguna circunstancia un poder democrático, bajo un régimen de ese calado, ni los más desposeídos están representados. Las elecciones se acercan y el oficialismo se encuentra listo para escenificar un acto que cobre una añeja  venganza política, la “República Amorosa”, será simplemente recordada como el postulado que cimentó el ascenso de los traidores al marco Constitucional, resulta paradójico que el próximo 2 de junio el desafío no será elegir correctamente a la primera Presidenta de la República sino defender a la Constitución.

#InPerfecto