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Los apoyos a un gobierno militar: México 2004-2023

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La preferencia ciudadana por un gobierno militar en México ha crecido en términos reales casi 200 por ciento entre 2004 y 2023 (de 14.4 a 42.9).

 

 

Alejandro Mújica / @lejandromujica
alejandromujica@politicas.unam.mx

La preferencia ciudadana por un gobierno militar en México ha crecido en términos reales casi 200 por ciento entre 2004 y 2023 (de 14.4 a 42.9). Esto puede inferirse del procesamiento de datos que ha venido realizando la corporación Latinobarómetro en torno a la pregunta: ¿«apoyaría a un gobierno militar si las cosas se pusieran difíciles»? (50/214).

Un gobierno militar sugeriría que la titularidad del Ejecutivo federal se depositara en el alto mando de las fuerzas armadas con la intervención o no de actores civiles. Hace pensar en un sistema donde resultan lesionadas, en mayor o menor medida, la competencia política, los derechos y las libertades. Latinobarómetro no define qué significa o qué se entiende por «difíciles», aunque puede interpretarse como la irrupción de acontecimientos críticos o extremos que debido a su impacto social no logran ser procesados o resueltos por instituciones o autoridades.

Fuente: Elaboración propia con datos de latinobarometro.org/latOnline.jsp.

Como muestra la gráfica 1, la medición de este creciente apoyo a la posibilidad de un gobierno de corte marcial no es reciente. Abarca a cuatro administraciones federales, la de los presidentes Vicente Fox (últimos dos años), Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador (hasta el penúltimo año de su gestión).

Si concentramos la observación en el último dato con que se cuenta, presupondría (siguiendo las proyecciones de CONAPO) que de los poco más de 92 millones de personas mayores o iguales a 18 años que hay o había en México en 2023 (esto es, las susceptibles de ser encuestadas), 39.5 millones no se opondrían a que las fuerzas armadas en dado caso gobernaran. Solo como contexto, esta cifra representa a la población que tienen, por separado, Canadá, Polonia y Ucrania o, en su conjunto, el total de electores de Estado de México, Ciudad de México, Jalisco, Veracruz, Puebla y Morelos.

Como es de esperar (gráfica 2), el porcentaje de quienes en ninguna circunstancia apoyaría a un gobierno militar ha decrecido en términos reales en casi un 20 por ciento durante el mismo periodo, situándose en 50.4 por ciento en 2023. Esto daría un total de 46.3 millones de población ciudadana que, aun cuando las cosas se pusieran difíciles, no apostarían por un gobierno de tal naturaleza.

Fuente: Elaboración propia con datos de latinobarometro.org/latOnline.jsp.

La pregunta más importante que se desprende de este conjunto de datos está orientada hacia las razones que explican el incremento sostenido de la motivación por un gobierno militar. Con base en otras respuestas medidas a lo largo del tiempo por el propio Latinobarómetro, destacan las siguientes:

1) En el promedio 1995-2023, las fuerzas armadas han sido las mejor ponderadas con respecto a las demás instituciones públicas y de gobierno (los partidos políticos y los legisladores, en último lugar); 2) la democracia mexicana subsiste con un deterioro crónico en cuestión de legitimidad (tanto en preferencia como en rendimiento); 3) la solución de los problemas, liderados por seguridad y pobreza, es una inquietud o aspiración ciudadana que resulta más importante que el tipo de régimen político que impere, y 4) las autoridades civiles no han logrado contener, por diversas razones (incluidas la corrupción de sus policías) la incidencia delictiva, en algunos casos con graves fallas del Estado en regiones y comunidades del país.

México tuvo su última experiencia militarista hace poco menos de un siglo y su alto mando, separado además entre militares y marinos, no reprodujo las medidas golpistas que entre las décadas de los sesenta y ochenta del pasado siglo padecieron muchos países de la región y del sur latinoamericano. La variable más aceptada para comprender esta conducta recae en su formación subordinada al poder civil.

Junto al hecho de que una mayoría de mexicanos se resiste todavía al esquema hegemónico de las fuerzas armadas aun en condiciones multiplicadas de riesgo social y disrupción, parece improbable que se instaure en México un gobierno militar. Sin embargo, por citar al menos un escenario, esto no impide el ascenso futuro de una figura castrense surgida de elecciones competitivas que gobierne con el predominio de instituciones públicas civiles.