Cultura

Mi niña interior.

#Cultura
“La infancia conoce el corazón humano”.
(Edgar Allan Poe)

 

 

Adolf Vime
adolfovillagran1994@hotmail.com

Quien imaginaría que en la ultima semana de entrega de trabajos para certificaciones me pasaría algo sumamente extraño, de hecho es muy loco de poder explicar; cuando se enteren de mi incomoda experiencia supongo que no querrán estar en mi lugar.

Es de madrugada, ronca mi alarma y trato de apagarla, pero no puedo alcanzar mi teléfono móvil. Me levanto de madrazo y enseguida me percato de que todo a mi alrededor es un tanto grande; me siento pues tan pequeño como una hormiga, apenas abro los ojos y me recuesto de nuevo; sigo todavía dormido. El teléfono no se queda mudo, vuelve a provocar ruido en el silencio, con flojera tomo lo que se encuentra de mi lado derecho y lo aviento sobre el escritorio tirando consigo el móvil, luego me acomodo las mangas de mi pijama que siento un tanto grandes.

Vuelve a sonar la alarma y frunzo el ceño mientras me tallo los ojos para despertar mejor. Aún con flojera empiezo a estirar los pies, pero no veo que las cobijas se recorran; apenas se mueven un poco, decido tomarlas con mis manos pero las siento pesadas.

—– Chingaderas, pues. Alzo la voz y de nuevo me levanto; tomo fuerza, muevo las cobijas, y bajo de la cama dándome un buen trancazo.

Me levanto encabronado y todavía adormitado me pongo las pantuflas, pero al ver que están demasiados grandes las dejo y me dirijo al baño porque me entran muchas ganas de orinar; paso inevitablemente sin darme cuenta de que en el espejo no se mira mi reflejo, levanto la tapa del inodoro y comienzo a bajarme el pantalón , en ese instante, siento poco a poco como escurre líquido en el interior de mis piernas, quedando completamente mojado; es así como me despierto por completo y me reviso.

——- ¡Ah! Pero que carajos… — grité — ¿Dónde coño está mi miembro? ¿Por qué tengo esta cosa lisa entre piernas? Pude sentir por un momento como el tambor de mi pecho se detuvo unos dos segundos.

——- ¡Maldita sea! Mis manos se han encogido, tengo el mismo pinche tamaño del inodoro, no alcanzo el espejo, ¡Ayuda! No, no grites te pueden oír. — me dije a mi mismo. No puedo entender que chingados me pasó. Comienzo a rascarme la cabeza y de la nada me cae un bulto de cabello castaño, como si fuera la melena de un león.

No puede ser soy una niña, y ahora qué voy hacer tengo que entregar mi trabajo de certificación con Rosina; si no seguro me reprueba.

Regreso a mi cuarto y pongo seguro a la puerta, no quiero que nadie me vea; qué puedo hacer, no puedo ir así a presentar mi trabajo, piensa, piensa… —¡Ya sé! Creo que sé quién pueda ayudarme. Luego de un escaso segundo tomo el móvil y le doy un telefonazo a mi amiga de toda la vida.

—- Hola Lucy, soy Adolfo, necesito verte en el parque de siempre en diez minutos.

—- ¡Adolfo, eres tú! ¿Qué le pasó a tu voz? — exclamó Lucy.

—- Larga historia, te veo en el parque. — cuelgo.

Después de un largo rato de ver qué me ponía para poder salir, me amarro todo el cabello con una liga que tengo entre mis cosas, me pongo una gorra y busco ropa que me pueda hacer pasar desapercibido. Una tanto nervioso veo a Lucy en el parque sentada y esperándome; me acerco a ella y se asusta un poco.

—- ¡Hola!, perdón por la tardanza, no sabía como vestirme para poder salir de casa.

— No puedo creerlo ¿Qué te paso? — respondió Lucy sorprendida.

— No me mires así, que mi reacción fue muy similar a la tuya al ir al baño y notar que mi miembro no estaba en su lugar!

—- ¡Pero que pasó!, cuéntame. — exclamó Lucy.

— Ni siquiera yo mismo sé lo que me paso, te digo que cuando fui al baño ya no estaba mi miembro en su lugar. De la nada amanecí teniendo el cuerpo de una niña de cinco años; pero lo peor de todo es que justamente hoy tengo que presentar mi trabajo de certificación; y si no lo llevo lo más seguro es que repruebe la materia. — respondí desesperado.

— Ok, te voy a ayudar; creo que se está ocurriendo algo, ven acompáñame. — dijo Lucy.

Estando en casa de Lucy mientras yo esperaba en su cuarto, ella toma prestado de entre las cosas de su hermanita más pequeña; unos zapatos azul cielo, con mallas del mismo tono; también toma un vestido con franjas rosas y blancas que me presta para ponerme, luego me quita la liga que traía yo en la cabeza y me pone un moño que ajusta luego de mojarme y peinarme el cabello. Así pues, llegamos a la universidad llevando ella mi trabajo de certificación en la mano, nos dirigimos al cubo de Rosina Conde; pero yo me sentía extraño con el bello del cuerpo erizado, con respiración agitada, con miedo, con angustia, con sudor en las manos y mucho nerviosismo a pesar de que aún no llegábamos con la maestra.

— Buenas tardes profesora; soy esposa de Adolfo y vengo a entregar su trabajo, debido a que se le presentó un asunto con mis suegros y me pidió venir a dejarlo de su parte.

— Entiendo, dígale que, en cuanto pueda que venga, por favor. Sólo por eso haré una excepción.

— Yupi mamí, ya nos vamos. — interrumpí un poco la charla.

— Y la pequeña ¿Quién es? — preguntó Rosina.
— La pequeña es nuestra hija; se llama Naith. — respondió Lucy. — Saluda hija.

— ¡Hola maestra!. — dije.

Mientras tanto, pensaba, que el plan de Lucy de hacerme pasar por su hija no fue mala idea después de todo.

 

#InPerfecto

 

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