Editorial

8M 2023: Existir, permanecer y resistir

#InPerfecciones
La complejidad del dolor es que nos ha llegado tan profundo que ha tenido en nosotras un efecto adormecedor que nos aleja de las causas que nos motivaron en un inicio.

 

Karla Soledad / @kasoledad
k28soledad@gmail.com

 

Llega otro 8 de marzo, y con esta fecha regresamos a la conmemoración anual por el Día Internacional de la Mujer. Debo admitir que empezó marzo y no pude evitar pensar en el 8M con una sensación parecida a la que me provoca la navidad. Pero no en el sentido del júbilo, la alegría y la ilusión. Sino con la sensación de que un año más ha pasado frente a mí, la sensación de una fecha que se repite una y otra vez, esa sensación de pensar “aquí estamos otra vez”. Otro 8M.

 

“Hoy me levanto otro día siendo mujer. 

Desayuno con otra muerta más por la TV.”
Libres, Mora Navarro

 

Me descubrí a mí misma navegando una percepción un tanto obscura acerca del 8 de marzo. En mi ánimo encontré tintes de resignación, decepción, desilusión, apatía, indiferencia, hartazgo, enajenación. Asomándome hacia mi interior encontré vacío; encontré silencio.

 

Había empezado a ver la película Ruido, en Netflix, hace un par de semanas. Tuve que pausarla a la mitad, pues no pude verla de un jalón. Decidí dejarla amontonada en la lista interminable de cosas que tengo pendientes en mi vida personal. “Luego la termino. Con luz de día, a medio día, y con compañía” – me dije a mí misma.

 

Pero en un ejercicio de franqueza, admito que lo que me hizo pausar la película ese día fue el mismo torbellino de emociones que describí anteriormente. Resignación, decepción, desilusión, apatía, indiferencia, hartazgo, enajenación, abandono. ¿Cuál es el punto? ¿Para qué sigo viendo esto? Ya sé cuál es el país en el que vivo. Ya sé cómo están las cosas aquí. Ya lo sé. Mejor me pongo un chick flick. Mejor pongo Gilmore Girls. Mejor entro un ratito a instagram. Mejor veo algo más. Lo que sea. Pero esto no. ¿Cuál es el punto?

 

La verdad es que la primera mitad me sumió en la resignación absoluta, provocándome una terrible sensación de abandono e indefensión. En la historia de Julia y Ger vi la realidad de un México feminicida, violento, impune, injusto, abusivo, incongruente, insensible y cínico. En su historia vi la realidad de un México que ignora, desplaza y abandona a sus mujeres. Pero sobre todo vi la realidad de un México que no cambia, que no le importa, que así es y así será por siempre. Que aquí nacimos, que así nacimos, y que el poder de la violencia y el sistema están por encima de nosotras, de nuestra existencia y de nuestras posibilidades de sobrevivir o vivir de manera digna la vida que nos tocó. Resignación, decepción, desilusión, apatía, indiferencia, hartazgo, enajenación, abandono. ¿Cuál es el punto?

 

“A cada minuto, de cada semana

Nos roban amigas, nos matan hermanas

Destrozan sus cuerpos, los desaparecen”

Canción sin Miedo, Vivir Quintana

 

El domingo pasado al fin decidí terminar de ver la película. Reconozco que la retomé porque me ganó la presión de estar a tres días del 8 de marzo, y no sentir ni un poquito de motivación ni sentirme enganchada con la fecha. En mi intento por reconectar con la ocasión y despertar mi ímpetu feminista, había organizado un grupo de mujeres para acompañarnos en la marcha de la Ciudad de México. Y ese domingo me aplastó la culpa de sentirme un fraude. “¿Con qué cara estás convocando a más mujeres a unirse a un movimiento del que te sientes tan desconectada?” pensé.

 

Con todo el pesar de mi indisposición y en contra de mi voluntad, me forcé a mí misma a sentarme en mi sillón y no levantarme hasta terminar la película. Y entonces… cambió todo. Con la segunda mitad de Ruido, mi actitud, mis emociones y mi pensamiento se transformaron por completo, y en esos últimos 40 minutos navegué emociones totalmente contrarias a las que había experimentado al inicio.

 

La indiferencia se convirtió en rabia, la resignación en impotencia, el abandono en ternura, la enajenación en empatía, la desilusión en esperanza, y la apatía se transformó en fuego.

 

En la segunda mitad de la película encontré el antídoto contra el abandono en el que nos deja la narrativa diaria del patriarcado. Encontré la historia que se opone a la norma de la violencia, la historia que se opone al sistema machista, la historia que nos brinda una alternativa distinta. Una que nos salva, que nos mueve, que nos cura la indiferencia, que valida nuestra rabia, que reconoce nuestro dolor, nos reblandece el corazón y nos prende el alma: la historia de la lucha y la resistencia.

 

“Yo no nací sin causa,

Yo no nací sin fe.

Mi corazón pega fuerte

Para gritar a los que nos mienten,

Así perseguir a la felicidad”

Derecho de Nacimiento, Natalia Lafourcade

 

La complejidad del dolor es que nos ha llegado tan profundo que ha tenido en nosotras un efecto adormecedor que nos aleja de las causas que nos motivaron en un inicio. Un entumecimiento que deviene en cansancio y hartazgo. Pero lo importante es recordarnos que estos efectos son humanos, son válidos, son normales, y sobre todo… son colectivos, al igual que nuestro dolor.

 

“Va por los sueños que se nos fueron,

Va por la vida para hacerlos.

Por las que vienen,

Por las que fueron,

Va por contarlo todo de nuevo”

Mujeres, Julieta Venegas.

Porque el motor que nos hermana dentro de la lucha feminista y las diversas luchas de las mujeres, es el sentimiento colectivo de dolernos por las causas que nos violentan y nos oprimen. Porque el motor que nos hermana es nuestra capacidad de resurgir del dolor para manifestarnos desde la ternura, la empatía, el acompañamiento y el cuidado. Porque el motor que nos hermana es el reconocimiento y la celebración de nuestro existir, permanecer y resistir.

 

Hasta el próximo 8M.

 

#InPerfecta

 

Fotografía de Valeria Martínez Guerrero, presente en el Archivo Fotográfico 8M LATAM