#InPerfecciones
“La moral y los ideales han quedado diluidos por el ácido de la corrupción”
Pablo Ricardo Rivera Tejeda / @PabloRiveraRT
pricardo.rivera@gmail.com
Hace poco tiempo me encontraba realizando un trabajo académico sobre El Manifiesto Comunista, el famoso escrito de Marx y Engels. Mientras lo hacía no podía dejar de pensar en lo complicado que puede ser el hablar sobre temas políticos de gran relevancia. Sin embargo, también apareció en mi mente una pregunta que les contaré en este espacio.
¿Hoy, en la política de a pie, nos es posible ver auténticas posturas –cotidianamente conocidas como izquierda o derecha–, o simplemente somos testigos de los vestigios de un intento democrático que ha culminado en una tiranía de mentiras?
Lo cierto es que probablemente no haya una respuesta objetiva a la pregunta. Sin embargo, sí creo conveniente explicar el porqué de mi respuesta.
Mientras el transcurso de los segundos se encarga de tachar los días en el calendario, hemos sido testigos de abominables acontecimientos en política. Diputados locales revientan urnas en la cara de los demás, gobernadores son acusados gravemente de alianzas con el narcotráfico, presidentes son parte de grandes complots, empero, lo curioso es que todas estas figuras y acontecimientos se cobijan en la excusa de ser fieles a su ideología preferida.
Ahora bien, hagamos una breve recapitulación. Como tal la izquierda apoya ideas que tienen que ver con el colectivo (i.e. búsqueda incesante de la igualdad mediante la lucha de clases, economía de Estado y reparto equitativo, entre otras ideas), sin embargo, dejemos en claro que me refiero a una izquierda clásica de la que pueden existir una infinidad de variantes. Por otra parte, la derecha busca el apoyo al individuo (i.e. el fortalecimiento del libre mercado, el crecimiento empresarial, la minimización del Estado…) mediante ideas distintas. Ahora bien, es cierto que ambas posturas tienen algunas convergencias, pero en general pecan de opuestas a pesar de buscar el denominado “bien común” entendido desde escritos como la República de Platón o la Política de Aristóteles.
De este modo, sabemos que la mayoría de los partidos políticos se dicen de una u otra postura sin excepción alguna. Los funcionarios dicen tener convicción en las ideas de su partido, y de nuevo, en principios que parecerían axiomáticos y eternamente verdaderos. No obstante, ¿será acaso que es ser de izquierda pactar con el narcotráfico para un “mejor desarrollo del país”?, ¿es tal vez ser de derecha escatimar en gastos públicos para poder obtener toda clase de lujos?, ¿es de centro decir una cosa y actuar de manera distinta?
Hoy en México, me atrevo a decir, no existe tal cosa como una ideología, sino un mero interés por seguir alimentado el hambre de poder que no deja de inquietar a los más altos puestos de la política. Los ideales se han perdido y hemos sido testigos de una fluidez moral que se diliuye con el más frívolo incentivo.
He tocado este tipo de temas en varias de mis columnas, pero creo que, recalcar esta idea es algo necesario, sobre todo por las carencias y problemas que atravesamos día con día.
Cunado esta realizando el trabajo sobre el Manifiesto Comunista me die cuenta de dos cosas: primero, no hay ideales firmes en el modo de hacer política, y segundo, es necesario una implementación o utilización de empatía histórica para conseguir algo cercano a un verdadero progreso.
Aun así, ambas ideas me gustaría retratarlas con mayor profundidad en mi columna de la siguiente semana, por lo que te invito a que me contactes y me digas qué es lo que piensas.
Te mando un fuerte abrazo.