Editorial

No más Shakira viejita

#InPerfecciones
Como sociedad aplaudimos a la mujer enamorada, compadecemos a la mujer soltera, apapachamos a la mujer despechada, y castigamos a la mujer libre.

 

 

Karla Soledad / @kasoledad
k28soledad@gmail.com

 

La semana pasada hubieron dos canciones en el trending global de Spotify: la colaboración de Shakira y Bzrp, y Flowers, de Miley Cyrus. Ambas de mujeres, ambas con un contexto de rupturas amorosas, y ambas con un tono de apoderamiento, agencia y reconstrucción.  

 

En el caso de la canción de Shakira, no sé si me sorprendió más el detalle de la letra, o las reacciones que desató en redes sociales. Lo que sí me impresionó fue ver tantos comentarios de odio e intolerancia, juzgándola por “ardida” y burlándose de haber “desperdiciado” su oportunidad de  colaboración con un artista tan “reconocido y en tendencia” como BZRP.

 

Juzgamos a Shakira por “poco sorora” al mencionar con desdén a la actual pareja de su ex, y la tachamos de inmadura por hacer públicos los detalles de su relación. Es como si el mundo entero le exigiera una mejor manera de encarar su situación, tomándonos la libertad de opinar sobre su vida, y decir lo que sí y lo que no se vale después de una ruptura amorosa.

 

Lo que nos falta es desarrollar la empatía para entender que el dolor es un proceso complejo y nunca lineal, tiene altos, bajos, contrastes, reveses, y contradicciones. Durante ese periodo aprendemos a atravesar las diferentes etapas del duelo con emociones que no siempre son agradables, como la rabia. Lo importante es reconocer que ese enojo también puede ser un motor creador y se vale usarlo como herramienta para transitar el dolor.

 

Esa mirada de juicio y burla no son más que una expresión de la misoginia internalizada que tenemos como sociedad. Glennon Doyle, autora del libro Untamed y locutora del podcast We Can Do Hard Things habla acerca de este tema, pues asegura que a la sociedad machista y patriarcal en la que vivimos le encanta ver mujeres tristes, desoladas, rotas y deprimidas, y por eso nos incomoda y nos desestabiliza ver mujeres fuertes, apoderadas, seguras e independientes.

 

Si pensamos en las canciones más icónicas de Shakira, Antología es el himno del despecho y los corazones rotos, seguida por otros clásicos como Inevitable y Ciega, Sordomuda. Y es que nos acostumbramos en gran parte a esa mujer dolida que le canta al amor desde el drama, el abandono y la indefensión. De ahí otra de las críticas populares a su última canción, al “no estar a la altura” de sus icónicos hits. Queremos de vuelta a la Shakira viejita, a esa Shakira de antaño que cantaba desde el llanto y las letras tristes, porque esta versión de una Shakira renovada e irreverente, como que nos incomoda y nos transgrede.

 

Por otro lado, Miley Cyrus nos recuerda que a nuestra sociedad le molesta sobremanera ver mujeres solteras y felices de serlo, pues este sistema patriarcal le aplaude a la mujer enamorada, compadece a la mujer soltera, apapacha a la mujer despechada, y castiga a la mujer libre. Con Flowers, Miley nos celebra como mujeres que aprendimos a mirar la soltería como una elección, en lugar de sufrirla como un periodo desesperante y transitorio “en lo que llega” una próxima relación.

 

Analizando ambas canciones y el furor que desataron en redes, llegué a la reflexión de que estamos tan acostumbrades a la figura de la mujer cabizbaja, calladita, dócil y femenina que en el momento en el que vemos un comportamiento rebelde y feroz pensamos “¿Pero y esta quién se cree que es?”.

 

Glennon Doyle dice que la misoginia internalizada es también la que nos lleva a esa expresión popular de  “No sé por qué no me cae bien, simplemente hay algo acerca de ella”. Y no es coincidencia, pues son esas mujeres fuertes y ruidosas las que suelen ser socialmente rechazadas, juzgadas y señaladas, precisamente como Shakira y Miley.

 

Ambas son tachadas de inventadas, despechadas y ardidas, cuando en realidad son mujeres que nos dan un ejemplo del poder curador de la creación artística, pues el arte puede ser un vehículo para trascender nuestros procesos de pérdida, acompañar nuestras crisis, y llevarnos a nuevos despertares espirituales.

 

Creo que esto último fue justamente una de las cosas que tanto a mí como a miles de fans alrededor del mundo nos encantó de sus canciones: la narrativa desde la reconstrucción que viene luego de una ruptura, pues esa reconstrucción es la promesa, la esperanza y la ilusión de creer que el dolor no dura por siempre, que eventualmente, todo mejora.

 

Ilustración de Anna Guerrero

 

#InPerfectas