#InPerfecciones
“Para los recalcitrantes críticos del deporte más popular del mundo el Mundial es una gran cortina de humo para los fanáticos que olvidan que hay cosas más importantes que atender.”
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
En términos futbolísticos, para estar muy ad hoc con la época mundialista y sobre todo apuntando a que efectivamente no todo es futbol, ciertamente los problemas se encuentran latentes y en franco desarrollo, quizá, en segundo plano, sin embargo, vale la pena reflexionar si lo que distrae nuestra atención son solamente los eventos deportivos de gran envergadura por la cobertura mediática tan amplia que se les otorga; para los más recalcitrantes críticos del deporte más popular del mundo la cobertura de este evento representa una gran cortina de humo que nubla la vista de los fanáticos que se olvidan que hay asuntos más importantes que atender, de ello, no cabe la menor duda, al menos en México la violencia no se detiene por causa del Mundial de Futbol, masacres, desaparecidos, balaceras y robo a mano armada son parte de la cotidianeidad nacional, las notas periodísticas se encuentran ahí, en los medios impresos, en los portales de internet, en la radio o en la televisión.
Quizá la mala costumbre que tenemos por ser tan dispersos en las materias importantes sea la causa por la que los eventos deportivos internacionales atrapan nuestra atención por el elaborado marketing con el que se presentan ante nuestros ojos, se entiende el desazón que provoca que todos estén más atentos al partido de México mientras los índices de pobreza y desigualdad tienden a todo menos a la disminución, aunque se manejen otros datos, sin embargo, achacarle al deporte o específicamente al futbol la responsabilidad de que el pensamiento y las cosas estén como están resulta muy simplista; la copa del Mundo tiene una duración de un mes, los torneos locales algo así como seis meses, los torneos continentales igual, y claro, se debate sobre las estrellas, las faltas y penales que no se marcaron, los fichajes, etcétera.
Todo ese cúmulo de eventos, para la narrativa crítica es basura mediática ¡como es posible que se de mayor visibilidad a un pinche torneo de futbol que a las mujeres desaparecidas!; esta consigna, desde luego que es plausible, sin embargo, la causa que genera dicha consigna tiene su origen no en el futbol o en el deporte, los causantes, los que encubren, los que ocultan estos hechos son otros, esos otros que no son deportistas pero que se hacen llamar profesionales de la política y que son extremadamente creativos para generar sus propias cortinas de humo sin necesidad de recurrir a un torneo de futbol; el Mundial –como ya se ha dicho- dura un mes y las distracciones de los profesionales de la política pueden durar un sexenio o más, por eso resulta ridículo comparar un partido o un torneo con la retahíla de pendejadas que puede decir diariamente un Presidente y de las que se puede estar hablando y haciendo cobertura mediática por semanas o meses, se pone de manera recurrente sobre la mesa que la religión es el opio de los pueblos y a pesar de que el argumento es válido y pudiera representar la claridad suficiente para liberarse de la esclavitud del pensamiento metafísico, resulta que todos los días nos podemos encontrar con una nueva religión.
Podemos utilizar una alegoría para ilustrar el accionar de los profesionales de la política, en términos “pamboleros”, los políticos saltan a la cancha con un planteamiento táctico definido, marcaje personal o por zona, juegan al fuera de lugar o son muy defensivos, retienen el balón o tocan de primera, hacen uso de la falta táctica, son marrulleros, gambeteros o excelentes cabeceadores, los equipos, tambien tienen a sus barras que los animan e impulsan a dar lo mejor de si aunque eso signifique que para derrotar al oponente sea necesario aflojarlo a patadas, los cambios de equipo son algo muy recurrente en el eterno juego de la política, el amor a la camiseta es relativo si se trata de mejores prestaciones económicas para ser tratados como grandes estrellas, las fuerzas básicas preparan a las grandes figuras del mañana o son los hijos de las leyendas que heredan todo el poder, el marketing político tambien juega, no importa si se trata de jugadores sucios o que tengan antecedentes criminales, lo importante es contar con una campaña de marketing político adecuada para limpiar su imagen y listo, pueden saltar de nuevo a las canchas para hacer lo que mejor saben hacer aunque eso signifique robarse el balón y dejar que el equipo pierda por default, los fraudes tambien se estilan, la compra de partidos o las marrullerías extra cancha también son recurrentes, para acabar pronto, al igual que se critica al futbol por ser todo un negocio, la política, tambien es un gran negocio en manos de unos cuantos.
Cuando escuchamos decir que “hay cosas más importantes que el futbol”, vale la pena pensar en la alegoría que nos permite comparar al ejercicio de Gobierno y sus actores con el futbol, para dimensionar el nivel de seriedad que los políticos le imprimen a las cosas importantes que se supone son más importantes que el futbol, cuanta razón encontramos en las palabras de Jorge Valdano cuando leemos su frase, “el futbol es lo más importante de las cosa menos importantes”, tal parece que el error está en la forma en que se atiende a esas cosas importantes, porque los responsables de esa labor están jugando un partido a puerta cerrada para que nadie pueda ver el grado de impericia que tienen o el cambio discrecional de las reglas del juego.