Editorial

¡YA VIENE!

#InPerfecciones
“La Sorpresa puede estarse horneando en la Cámara de Diputados porque ya viene la Reforma Electoral ¡albricias! ¡que dios nos agarre confesados!”

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C  
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Sin duda la salud es la piedra angular de la política del “bienestar” en México, después de todo como dice el Presidente, “los mexicanos son bien aguantadores” y claro que tiene razón porque se requiere de una paciencia monumental para aguantar la retahíla de disparates que se dicen y que se hacen para no comprometer el sistema hepático haciendo corajes, porque sería contraproducente a estas alturas del sexenio enfermarse de gravedad ya que las píldoras de efecto onírico se terminan rápidamente después de cuatro años esperando a que el sistema de salud funcione como lo prometió el Presidente. 

 

Olvidemos la payasada demagógica de tener un Sistema de Salud como en Dinamarca, qué, como chiste, funcionó al lado de otras payasadas como el “me dejo de llamar Andrés si no llegan las medicinas”, sin duda los placebos retóricos que receta el Presidente representan una cura efímera que resuelve la incomodidad que representa tener que dar una respuesta cuando se le pregunta por los medicamentos o responder a quienes han tenido que “gozar” el maravilloso sistema de salud del bienestar.

 

La baratija discursiva de que el Presidente es parte del pueblo y que vive en la austeridad es otra de esas maromas engañabobos porque aunque represente un argumento desgastado, ese austero “presidentito”, no tiene que hacer fila para obtener medicamentos ni tiene que esperar meses para que le hagan un cateterismo de rutina; y lo cierto es que la salud del Presidente es del interés público, nadie quiere un Presidente enfermo, sin embargo, la pregunta es, si como versa la frase propagandista de “amor con amor se paga” ¿por qué el nivel de los servicios de salud a los que accede el Presidente no se ven repercutidos para su pueblo bueno? Al final del día, todos pagamos la salud del Presidente, entonces ¿por qué no tenemos la misma calidad de atención en materia de salud?

 

Ya sabemos que el periodo neoliberal pauperizó el sistema de salud y lo encaminó a la privatización, ya lo sabemos y lo hemos palpado en innumerables ocasiones, sabemos que se dejaron obras sin terminar y que el monopolio de los distribuidores de medicamentos provocó el desabasto, si, también ya lo sabemos; pero si ya se terminó el periodo neoliberal, la corrupción y “como nunca se está reforzando el Sistema de Salud”, ¿por qué seguimos con este tema sin resolver? 

 

Podríamos justificarlo si estuviéramos viviendo el primer año de ésta administración, solo así sería comprensible que los resultados no fueran aún palpables, pero ¡oh! Sorpresa, nos encontramos en el cuarto año del mágico Gobierno de la Transformación y resulta que como se dice de manera coloquial, “no hay pa’ cuando”, incluso, la estrategia para “capotear” los reclamos y cuestionamientos ha sido generar una narrativa que criminaliza la exigencia de medicamentos y servicios dignos de salud posicionando a esos críticos como grupos golpistas, así, el Presidente conserva su nombre completo, y literalmente se hace “güey” repartiendo pildoritas de demagogia que tienen el efecto milagroso de diluir las protestas.

De hecho podemos poner al Presidente al nivel de esos remedios caseros qué como placebos, alivian las enfermedades más complejas o inexplicables, porque vaya que representa un brebaje milagroso para dotar de bienestar a su círculo cercano; su sola presencia dota de salud jurídica y legal a sus hermanos, primos, hijos, compadres y camaradas de partido, además la “mística” Presidencial tiene la potestad de convertir a los criminales en beatos que pueden ser votados o premiados, sin duda, este culto es sanador de las dolencias económicas del séquito “lopezobradoriano”, ahora podemos entender a que se refiere el “Santo Transformador” cuando habla de salud, si, efectivamente se refiere la salud de sus sirvientes incondicionales a los qué con la llegada del “Culto Transformador” todo les dejó de doler.

 

El Presidente tiene muy buenas ideas, de eso no cabe duda, no solo es un “sanador” en potencia, también procura trabajar al lado de sus “amigos” por aquello del sano ambiente laboral, pensar qué, entre colaboradores de partido-culto-movimiento hubiera disputas por mostrar quién es el más lamesuelas, el más incondicional o el más servil, echaría por tierra la mística de la secta; por eso, no hay que confundir las discrepancias entre camaradas “lopezobradorianos” con lo que se considera artero “fuego amigo” para ganar la simpatía y los favores del líder, Layda Sansores y Ricardo Monreal son un claro ejemplo de esos camaradas que se sonríen de lejos mientras se “parten la madre”, pero de algún modo es comprensible que actúen de esa manera, tantos años arrastrándose a los pies del poder justifica luchar encarnizadamente por quitar del camino como sea a la competencia directa para subir escaños en la secta.

 

Sansores y Monreal deberían aprender de la “sana competencia” entre Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard que se sonríen y saludan “cordialmente” cada que se topan en un evento para seguir con sus precampañas de baja intensidad, sería políticamente muy poco civilizado –y prematuro- que se increparan mutuamente por el tema de la línea 12 del metro, al menos ese cartucho no lo van a quemar antes de que el “dedazo” se decante por uno de los dos; para el “movimiento” no sería sano que dos perros de la misma casa peleen por la misma chuleta, resultaría escalofriante que llegaran a la campaña presidencial descompuestos y mordisqueados, de lo que se trata –por el momento- es de demostrar quién es el más “lopezobradorista” y tal parece que quién lleva la ventaja es Sheinbaum Pardo, pero puede haber una sorpresa más radical. 

 

La Sorpresa puede estarse horneando en la Cámara de Diputados porque ya viene la Reforma Electoral ¡albricias! ¡que dios nos agarre confesados! Porque las victorias legislativo-oficialistas que ya vimos solo fueron el termómetro para calar a los legisladores opositores y oficialistas, qué, además de estar bien ensartados, lo más probable es que terminen por dinamitar al INE bajo el argumento de que nos sale muy caro a los mexicanos esta democracia corrupta. No vaya a ser que para el 2024 se venga un fraude electoral como cuando el partido oficialista controlaba la elecciones, no, ¡ni lo mande dios!, mejor que lo mande el Presidente, así, aunque haya fraude se podrá argumentar que fue por voluntad del pueblo y como el Presidente se asume como el Pueblo, no importa que sea corrupto, mentiroso y manipulador, lo importante es que no se le acaben las pildoritas para pendejos, porque bien lo dijo el señor “San transformador”, “no hay medicinas, pero ya habrá”, y aunque no dijo de cuales ni para quienes, lo más seguro es que terminen siendo placebos sabor a bienestar y felicidad para los candorosos fanáticos que les gustan lo brebajes alucinógenos.      

 

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