#InPerfecciones
“La libertad de expresión se convirtió en el aparador para detectar a los contrarios de la ideología simplista que se fomenta en menoscabo de la libertad de pensamiento.”
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
La crisis es evidente, de hecho no es necesario escarbar mucho en sendos análisis económicos, políticos o sociales para advertir que la problemática ha permeado en todos los rubros que nos atañen, el desdén por los razonamientos acuciosos se convirtió en la tónica de las discusiones para dar paso al simplismo de un análisis que dejó de lado la documentación precisa que apoye los planteamientos por realizar, dicho desdén genera una narrativa efímera que termina descalificando lo tendiente a la crítica en cualquier ámbito.
En materia de políticas de estado, podemos advertir que ese simplismo explicativo ha encontrado su mejor refugio en la inventiva de los políticos, vieja conocida de los mexicanos, la narrativa simplista elabora las mejores excusas en relación con los temas torales que siempre se encuentran en la expectativa generalizada y que se encuentran a la espera de soluciones, qué, si bien no son mágicas, lo único seguro es que dichas soluciones nunca llegan.
La descalificación es la puerta de entrada a la persecución ideológica, ya no basta con tener títulos de grado universitario para poder opinar sobre cualquier tema porque los ahora expertos en descalificación se vuelcan con singular alegría a perseguir las opiniones que sean o parezcan contrarias a lo que les ha sido inculcado, despedazar al mensajero es la mecánica que se sigue sin pasar por ningún tamiz el mensaje sobre la mesa, el análisis en cualquier materia se devaluó.
La libertad de expresión de la que tanto nos jactamos solo se convirtió en el aparador que sirve para detectar a los contrarios de la ideología simplista que se exhibe y fomenta en menoscabo de la otra libertad, la libertad de pensamiento, los llamados a la unidad nacional solo son retórica de repetición que habla de traidores a la patria y enemigos del bien común, sin embargo, la contradicción que se puede acusar radica en que el bien común del que tanto se habla desde la palestra presidencial solo es un cúmulo de disparates ajenos –precisamente- al bien común, ajenos a la impartición de justicia y por supuesto ajenos al apego a la ley, la exhibición cínica de la falta de apego al estado de derecho paradójicamente emana desde el sector que jura hacer cumplir la ley y por supuesto cumplirla, los mecanismos discursivos se tornan tendenciosos hacia el pensamiento inmediatista que se enarbola en una trampa discursiva que habla de la voz del pueblo.
La trampa la hemos tenido siempre a la vista, la división en buenos y malos es la que se ha utilizado de manera tradicional para sacar raja del desorden, no se trata de la ruptura del protocolo que siguen los personajes encumbrados en la política, se trata de la ruptura con la ley, se trata de la justificación para dejar de lado la división de poderes, se trata de la inserción de una ideología que encumbra y santifica al corrupto haciéndolo pasar no como un ciudadano sino como la panacea; la estrategia de mantener a la población en estado de shock en materia de seguridad y de economía provocando problemas para vender soluciones desesperadas ha dado buenos dividendos a la clase política, el jaloneo y las discusiones estériles entre aparentes contrarios es el espectáculo que tiene a la opinión pública persiguiendo fantasmas.
Cualquier llamado a la articulación de la sociedad civil que no tenga la venia de la clase política que detenta el poder se niega y descalifica porque lo que se alimenta es el paternalismo de baja intensidad, el paternalismo ideológico, el económico, el electoral y el que tiene que ver en materia de seguridad; las imágenes y noticias sobre inseguridad y violencia que vemos a diario alimentan una narrativa que pide desesperadamente una solución tajante al sentimiento de indefensión que experimenta la sociedad civil, para muchos no importa el como porque el tiempo apremia, no importa si la responsabilidad incluye a la administración en curso, importan las soluciones de facto.
La ventana de oportunidad para un régimen que ha trasladado todas las responsabilidades del mal estado de las cosas a otros es inmejorable, el desgaste institucional al que se han sometido los poderes en México, le permiten al Ejecutivo adjudicarse potestades que no les corresponden, la violación flagrante de la Constitución resulta “pecata minuta” si de lo que se trata es de obtener una supuesta justicia y un supuesto bienestar a cambio de la sumisión ideológica y desde luego electoral.
El desmantelamiento del estado de derecho va sobre ruedas, en él participan todos los sectores que conforman el poder en México, unos por incompetencia otros por ignorancia, otros por conveniencia, otros por simple y llana sumisión, la culpabilidad y responsabilidad va de izquierda a derecha, ha trastocado el interés nacional a través de una actuación deplorable que terminará por entregarle todo el poder a un solo personaje y su séquito de autómatas que se encargan de apuntalar la dictadura de los imbéciles.
Los nuevos privilegiados en el poder aprovecharon la brecha que la sociedad civil abrió para construir un sistema democrático sólido, esos privilegiados que una vez apoyaron la construcción de ese sistema democrático cambiaron de camiseta y discurso para destruirlo y apuntalar un régimen que terminará por arrebatarle a la sociedad civil la libertad de acción y pensamiento, el retroceso democrático parece inminente, los farsantes de la democracia tienen y tendrán su escaño en las Cámaras, los Secretarios de estado tendrán su hueso, los sumisos su dádiva y los militares la encomienda de barrer el suelo por donde pase el crimen organizado.