Editorial

Las mujeres gritamos y los hombres se tapan los oídos

#InPerfecciones
El feminicidio es una emergencia y una crisis nacional, y nos compete a todes levantar la voz en contra de la violencia hacia las mujeres.

 

 

Karla Soledad / @kasoledad
k28soledad@gmail.com

 

Son muchos los elementos que nos desgarran sobre el feminicidio de Debhani Escobar: los 7 cuerpos de mujeres encontrados en su búsqueda, la revictimización, la culpa que se carga sobre sus amigas, la desesperación de sus padres, la cobertura sesgada de los medios, los discursos políticos involucrados, las teorías conspiratorias, la ineptitud de las autoridades, el cinismo del gobierno, las inconsistencias de la investigación.

 

Miles de mujeres en todo México pasamos la noche en vela el jueves 21 de abril, cuando por la madrugada salían las primeras noticias que anunciaban el hallazgo de un cuerpo en la cisterna de un motel cercano a la zona donde Debhani fue vista con vida por última vez. Miles de mujeres veíamos las publicaciones de los medios con emociones encontradas: por un lado la esperanza de que no fuera ella, y por el otro la derrota de saber que seguramente lo era.

 

Pasamos de la esperanza a la rabia en cuestión de algunas horas cuando Mario Escobar, papá de Debhani, confirmó que el cuerpo encontrado era el de su hija. Las redes se encendieron, las colectivas feministas se activaron y con el dolor colectivo de un país que entierra a 11 de sus hijas cada día, salimos a las calles a gritar nuestra desesperación y a marchar en contra de la violencia y la impunidad.

 

Durante estos días de marchas, movilizaciones y protestas, algo saltó a mi atención. Mi feed de instagram estaba repleto de noticias y contenidos acerca de Debhani, y la mayoría de las mujeres a las que sigo los compartían incesantemente y publicaban sus propias reflexiones y sentires alrededor del caso. Sin embargo, no pude evitar notar la diferencia abismal en la actividad de los hombres. 

 

Mientras nosotras compartíamos las noticias, ellos subían historias sobre su día en el gimnasio. Mientras nosotras hablábamos sobre nuestra postura, ellos posteaban memes. Mientras nosotras compartíamos ilustraciones de Debhani, ellos subían videos de la peda. Esa es la realidad en México. Las mujeres enterramos a nuestras muertas y los hombres hablan de futbol. Las mujeres gritamos y los hombres se tapan los oídos.

 

Es por ello que en las marchas unimos nuestras voces y lanzamos con impotencia la consigna  “Señor, señora, no sea indiferente. ¡Se mata a las mujeres en la cara de la gente!”. Porque nos están matando, y a nadie le importa.

 

Esta pasividad por parte de los hombres me hace creer dos cosas: o realmente les vale madres, o no saben cómo abordar el tema. Cualquiera de los dos casos es una muestra de falta de consciencia social. Hay hombres que no se atreven a participar de esta conversación porque les han dicho que se trata de un tema de mujeres, y que no deben robarnos el protagonismo, pues somos nosotras quienes debemos encabezar la lucha.

 

Y es cierto hasta cierto punto. Es verdad que las mujeres estamos cansadas de ver hombres que se proclaman como aliados del feminismo. Es cansado y molesto ver hombres que toman los contenidos de cuentas de mujeres con contenidos para mujeres, y los comparten cambiándoles el sentido y apropiándose de sus mensajes. Es cansado y molesto quedarnos atrapadas en conversaciones interminables donde esos supuestos aliados nos explican una y otra vez cosas que ya sabemos, con intención de mostrarse muy cultos en el feminismo.

 

Sin embargo, debemos entender que el feminicidio es una emergencia y una crisis nacional. No se trata de un tema que solo le compete a las mujeres. Es una crisis que nos debe importar a todes, y no reconocerlo significa no asumir el papel que tenemos como sociedad para atacarla, mitigarla y evitarla. 

 

No reconocer que se trata de una emergencia nacional significa deslindar al Estado de su deber al proteger a las mujeres. No reconocerlo significa deslindar a las familias de su deber al educar a sus hijes sin machismo ni misoginia. No reconocerlo significa deslindar a las organizaciones de su deber al crear protocolos con perspectiva de género. No reconocerlo significa deslindar a los agresores de las violencias que cometen.

 

El feminicidio es una emergencia y una crisis nacional. Nos compete a todes informarnos sobre el contexto de violencia contra las mujeres que vivimos en México, compartir las fichas de las mujeres desaparecidas que nos topemos en redes sociales, y sumarnos al grito que demanda justicia para nuestras muertas. ¡Ni una más, ni una más! ¡Ni una asesinada más!

 

Ilustración de Edith Ladrillero

 

#InPerfecto