#InPerfecciones
“Para hacerse grande, se debe comenzar por hacerse pequeño”. Anónimo
Maikel Ansted Hoffmann / @AnstedM
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Dejo el espacio de esta columna para un gran amigo: Pablo Ricardo Rivera Tejeda, autor de lo que vamos a leer a continuación.
Hace unos días, en un evento enfocado al empoderamiento de los jóvenes y planteamiento de una nueva realidad, tuve una experiencia de la cual considero haber obtenido más de una reflexión y, en consecuencia, me gustaría compartirlas en este espacio.
Hoy en día vivimos en una sociedad sumergida en redes sociales, plataformas digitales y comunidades artificiales. Así, la tecnología nos ha impactado de mil y un maneras, no obstante, con el paso del tiempo y la evolución de esta nueva realidad, hemos sido testigos de la gran influencia que una pantalla puede tener en nosotros. Ahora en vez de tener contacto físico, preferimos escribir un mensaje o tener una cotidiana videollamada, sin embargo, algo aún más trascendente ha sido la implacable ola de fama que los autodenominados influencers han recibido.
En aquel evento que he mencionado, uno de estos “creadores de contenido” fue invitado para dar una ponencia, esperada en su mayoría por jóvenes fanáticos del contenido de este personaje y leales como esclavos que no cuestionan nada que les ordene su amo. De esta manera, en un auditorio sumido en gritos, alaridos y cánticos de alabanza hacia “Su Majestad”, comprobé la prepotencia, soberbia e hipocresía que algunos “influencers” muestran a los ojos de los demás.
Generalizar es un común error, por lo que me gustaría recalcar que muchos de los creadores de contenido en redes, verdaderamente buscan dar un mensaje fructífero a sus seguidores, o al menos ofrecen contenido de calidad, empero, no debemos ser ciegos ante las acciones de otros “influencers” que su único fin es lucrar y agrandar su riqueza, muchas veces convirtiéndose en bestias, que, buscando su alimento, destrozan con indiferencia todo lo que ven a su paso.
Verdaderamente creo que debemos reflexionar a quién le damos crédito, fama y popularidad, pues no es extraño presenciar cómo muchos de estos personajes son alabados por sus fanáticos, hasta el punto de endiosarlos y hacerles creer que, con su basura, son superiores a nosotros; los simples mortales.
Por último, considero esencial suscitar a la reflexión. No debemos darle crédito a personas que no tienen mérito alguno, que can en la frivolidad y solo su olfato busca el dinero y poder. No seamos sordos ante el sufrimiento de muchas personas que, con el sudor de su frente, buscan subsistir en las más precarias condiciones, pues ellos verdaderamente son el motor de nuestra sociedad, y aun así, permanecen a la sombra de aquellas grandes celebridades.
Acabaré diciendo lo siguiente: tú, autodenominado creador de contenido más famoso de Latinoamérica, sin mérito ni escrúpulos, me das asco, tú, soberbio y prepotente, me das asco, tú, “semidiós” bajado del cielo divino para ser colocado en un pedestal, me das asco, pero más tristeza me da aún, la idolatría de esta ciega sociedad.
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Saludos, un abrazo virtual.
#YoMeQuedoEnCasa