Editorial

Minuto 63

#InPerfecciones
Hechos inenarrables fueron los que sucedieron bajo el escenario del partido entre Querétaro vs Atlas; las imágenes, videos y testimonios rebasaron la concepción que se tenía sobre la violencia en el Deporte, particularmente en el futbol mexicano.

 

 

Jorge García Vielma
jorge.garcía@inperfecto.com.mx 

Escribir para visibilizar. Escribir para resistir. Los hechos del pasado sábado sirvieron para generar una enorme cantidad de conversaciones respecto al fatídico desenlace de un partido de futbol. El 05 de marzo del 2022 pasará a la historia como la fecha del evento más violento y sangriento en el futbol mexicano, o al menos hasta ahora sí lo es, un sábado habitual de futbol se convirtió para muchos en el peor momento de sus vidas. 

¿Qué pasó? Resulta complicado intentar poner sobre papel lo que reflejaron las imágenes provenientes de La Corregidora, aunque la mayoría de los encabezados fueron acaparados por la palabra “violencia”, así es, actos de esta naturaleza evidenciados nuevamente en un partido de futbol en América Latina, particularmente en México. En el terreno de juego todo parecía transcurrir de manera normal, un encuentro algo ríspido con oportunidades para ambos equipos pero mejor capitalizadas por el Atlas, de pronto las miradas dejaron de dirigirse a la cancha para girar a las gradas del inmueble. 

Así es, de nueva cuenta las barras cobraron protagonismo en el balompié regional, le dieron color al espectáculo pero lamentablemente fue con el rojo de la sangre de cientos de asistentes al Querétaro vs Atlas, era una batalla campal entre quiénes portaban los colores azul y negro frente a sus opositores, los rojinegros. Envolviéndose en la bandera del “aguante”, tesis propuesta por el sociólogo argentino Pablo Alabarces, cierto sector de la hinchada de Los Gallos Blancos fue más allá de los límites establecidos y pactados para este tipo de espacios, y se lanzaron al ataque frente a cualquiera que no fuera simpatizante de sus mismos colores; llámese niños, niñas, adultos mayores, familias completas o aficionados comunes.

Debido a la inmediatez en la que se encuentra sometida la vida social, las imágenes y videos desoladores comenzaron a circular por las redes sociales, fue este el escenario donde se tuvieron los primeros reportes extraoficiales, la mayoría de éstos mencionaban que había muertos pero al parecer todo quedó en una falsa información.  Posterior a eso, el gobernador del estado compartió una serie de videos indicando el diagnóstico preliminar de las personas heridas, señalando categóricamente que los hechos de esa tarde no habían cobrado ninguna vida, complicado de creer después de haber visto a personas tiradas en el piso sobre charcos de sangre.

Uno de los estragos que ha dejado este violento hecho, es observar que los cuerpos cada día importan menos, y no se diga las vidas. ¿Por qué? En una práctica patentada por los grupos del crimen organizado y del narcotráfico en México, los hombres que ejercieron violencia en La Corregidora despojaron de la ropa a sus “rivales”, los golpearon hasta que se cansaron o hasta que dejó de serles gracioso y por si fuera poco también les quitaron sus pertenencias. Un acto atroz, denigrante y totalmente humillante, ¿por qué hacerlo? Difícilmente existe una respuesta certera, pero el pretexto perfecto para algunos se encuentra en la pasión con la que viven el futbol, aunque este ni ningún otro argumento resulta válido para justificar una masacre como la del pasado fin de semana. 

Los dirigentes del futbol mexicano pocas veces son provisorios, y para muestra un botón porque lo sucedido en el Querétaro vs Atlas no es un suceso aislado ni espontáneo, había antecedentes entre ambas escuadras para saber que el partido era peligroso. Después de haber tenido lugar dichos enfrentamientos los directivos de La Liga MX y de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) condenaron enérgicamente los hechos, la misma manía que tienen la mayoría de las instituciones del país cuando se ven envueltas en situaciones desfavorables. En esta ocasión los portavoces fueron Mikel Arriola (Liga MX) y Yon de Luisa (FMF), los discursos de ambos carecieron de empatía por más maquillaje que intentaron colocarles, entre líneas se observó su necesidad para no dar un paso en falso que significara un parón total en el futbol mexicano. 

Estos personajes se manejaron con cautela, trataron de deslindarse de responsabilidades y aparentemente en el papel dictaron medidas lo suficientemente fuertes, mínimo así las sienten ellos. Hay un veto al estadio, multas económicas y un compromiso para dar con los responsables, ¿es suficiente? No, parece ser que tener la oportunidad de marcar un precedente respecto al barrismo en México fue demasiada presión para ellos, las únicas sanciones hacia este tipo de aficionados serán temporales. Por ahora se vislumbra cierto control, se busca credencializar a quiénes acudan a un estadio con el objetivo de sacar del anonimato a todos los aficionados. Ah, pero eso sí, las barras seguirán existiendo porque animan y dan color al futbol nacional.

La Liga MX después del incidente siguió por un momento de manera normal, después se suspendieron los encuentros de la jornada dominical para finalmente hacer como si nada hubiera pasado y continuar con los próximos partidos. ¿Se prioriza el negocio? Al parecer sí, resulta más apetecible anunciar con bombo y platillo el clásico nacional entre Guadalajara y América que desarrollar una verdadera estrategia para enfrentar el problema de raíz. Las escenas vividas en Querétaro muestran que en un partido de futbol ocurren hechos que van más allá del balón y de apoyar fervientemente en las gradas. Hay que comenzar a visibilizar las conexiones existentes entre el balompié y algunas ramas de las Ciencias Sociales; porque a pesar de contar con ciertas investigaciones al respecto aún no existe una explicación al por qué en un mismo día se grita un gol y después se llora una vida.

La vida de muchas personas cambió el pasado fin de semana, lo ocurrido en La Corregidora marcó a los asistentes y a quiénes cumplieron el rol de espectadores fuera del inmueble, pero también alcanzó a quiénes el futbol no está en sus preferencias. La serie de imágenes representan solo un síntoma más del tremendo problema que es la violencia en la nación. 

Para cerrar hay que recordar lo dicho por Jorge Valdano: “El futbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”. 

Que hoy se detenga el balón para valorar la vida.

 

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