Editorial

MOMENTO CLAVE

#InPerfecciones
La crítica que cada modelo hace de su contrario siempre apunta al nivel de desigualdad social que generan y la profundidad de la pobreza que alcanzan.

 

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C  
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Las dictaduras no son eternas, los modelos se agotan, las posturas cambian, el idealismo sucumbe ante el materialismo, es decir, todo lo que se encuentre ligado al quehacer humano –incluida la política- no es perene, de hecho no es deseable si recordamos a Rousseau cuando señala que “el hombre ha nacido libre, y sin embargo, vive en todas partes entre cadenas”, lo deseable sería que la búsqueda por romper esas cadenas se convirtiera en el objetivo para alcanzar la libertad; es el mismo Rousseau quién deja claro que esa búsqueda se justifica cuando dice “En tanto un pueblo está obligado a obedecer y obedece, hace bien; tan pronto como puede sacudir ese yugo, y lo sacude, obra mejor aún, pues recobrando su libertad con el mismo derecho con que le fue arrebatada, prueba que fue creado para disfrutar de ella”.

 

Sin embargo, está claro que no podemos olvidar a Marx aseverando que “La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”. Ante tal claridad, nos enfrentamos al problema de la interpretación, ambos postulados –el de Rousseau y Marx- resultan extraordinariamente claros cuando pensamos en los dos antagónicos por excelencia de la eterna novela sobre la historia de la humanidad, dominantes y dominados, en ambos casos y vistos los resultados de tal confrontación, lo cierto es que no se puede justificar bajo ninguna circunstancia que la implementación de cualquier modelo político, económico y social derive en pobreza, hambre, enfermedad, inseguridad y mucho menos la muerte. Es decir, teorizar el fracaso de los modelos políticos, económicos y sociales que cuestan vidas resulta un despropósito.

 

La crítica que cada modelo hace de su contrario siempre apunta al nivel de desigualdad social que generan y la profundidad de la pobreza que alcanzan, sin embargo, lo interesante es que en ambos polos la miseria existe, por un lado se argumenta que el sabotaje de una hegemonía económica no permite el triunfo de un sistema que no ha evolucionado en sus postulados pero que así justifica la deplorable condición de sus ciudadanos, por otro lado, el justificante –y no menos absurdo- es que el que es pobre, es pobre porque quiere y que en el libre mercado se encuentra la ventana de oportunidad para mitigar la condición de pobreza aunque la concentración exorbitante de riqueza en pequeños y selectos grupos solo genere capitales ociosos que paradójicamente provocan miseria.

 

El caso es que la discusión sobre las manifestaciones y posterior represión en Cuba, se encuentra totalmente entrampada entre la defensa de una revolución que suponíamos triunfante y el estado de emergencia que ha hecho a los cubanos salir a la calle a manifestarse en contra de un régimen que habla de igualdad social pero que ha perpetuado a una élite en el poder, una élite que no deja de comer tres veces al día, que puede salir de la isla cuando quiere, que tiene médicos de cabecera, medicamentos y todas las comodidades, pero eso si todo bajo el sello del rancio socialismo que apuesta por la confrontación entre ciudadanos, llamando traidores a los inconformes, una total paradoja si hablamos de libertad, la libertad que aparentemente conquistó la revolución.

 

Queda claro que los modelos políticos, económicos y sociales no solo están rebasados por una realidad que ellos mismos han provocado y que se han dedicado a parchar y remendar con propaganda, suicidio económico, demagogia y violencia, el sistema de gobierno en ambos polos se encuentra en total estado de descomposición; imposible no imaginar que las manifestaciones por descontento social se hagan patentes, y por otro lado es inaceptable la represión del estado que provoca escasez y pobreza, es inaceptable tratar de justificar el estado de las cosas cuando los resultados no cubren las necesidades más básicas de la población.

 

Acudimos entonces a un momento clave donde es muy importante establecer que la relación entre explotadores y explotados ha escalado a niveles que no solamente se encuentran en términos de lo laboral, la explotación ideológica aunque más sutil no deja de ser dañina, sobre todo si la posible solución a las demandas sociales continúa descansando en el criterio de políticos corruptos, militares, fanáticos y rancias doctrinas, podemos seguir con la eterna discusión sobre las ventajas de uno u otro modelo –capitalismo versus socialismo- pero si esa discusión continúa sobre la lógica de la justificación, el campo de las ideas será totalmente estéril y la relación entre explotados y explotadores se reforzará.

 

#InPerfecto