#Sexualidad
Está es tu vida y en el conocimiento de nuestras emociones el Dr. Carbajal nos escribe al respecto, la información nos dará elementos para cuidarnos.
Dr. Juan Manuel Carvajal Blancas Doctor en psicología Y Psicoterapeuta Humanista Contacto: 9512262913
sexualidad@inperfecto.com.mx
(En el marco de la conmemoración del 13 de enero, “Día mundial de la lucha contra la depresión.”)
“La depresión es un problema de salud muy serio. El cuadro clínico está caracterizado por un descenso en el estado de ánimo, la pérdida del interés y la capacidad de disfrutar de la persona, se reduce la energía y eso se da en un periodo mínimo de dos semanas. Las personas con depresión pueden presentar síntomas de ansiedad, se les altera el sueño, tienen sentimiento de culpa, baja autoestima, dificultades para concentrarse y todo eso va a producir muchos problemas en su vida social, laboral y familiar”. (Martínez Zarate, Ma. Paola)
Según la Organización mundial de la salud, “la depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.”
Actualmente la Organización de la salud mental estableció que para el 2030, el principal motivo de muerte en el mundo serán los trastornos mentales.
La depresión es uno de los trastornos mentales más mitificados en nuestra sociedad, en virtud del poco conocimiento y difusión científica, que influye en su complicación, ya que muchas de las personas que cursan con este padecimiento, no reciben la atención profesional necesaria para su adecuado manejo y recuperación.
En nuestra sociedad hedonista, tendiente a la búsqueda del placer y la satisfacción inmediata de nuestras necesidades humanas, de la búsqueda de soluciones prácticas y la promoción de modelos de vida con estereotipos que promueven también una falsa o engañosa felicidad, el vivir con depresión provoca que las personas eviten buscar apoyo, por desinterés, vergüenza o culpa; por temor al rechazo y la incomprensión.
Una persona que cursa con depresión recibe todo tipo de consejos, a veces bien intencionados, otras tantas censurando su actitud con que afronta y enfrenta su malestar.
Comentarios como: “échale ganas”, “todo está en tu actitud”, “Si quieres puedes”, “no tienes porqué sentirte así, si lo tienes todo”, “hazlo por tus hijos, por tu pareja, por tu familia”, “hay gente que si tiene motivos para sentirse triste y tú no lo tienes”, “yo tuve un amigo que pasó por depresión y salió adelante”, “quítate de tu mente la idea de sentirte mal”, “tienes que ser fuerte para afrontar tus problemas” y una cantidad considerable de afirmaciones que pretenden negar, invisibilizar el problema, reprochando a quien lo padece su “negativa o necedad” de no querer salir adelante, porque sus síntomas de tristeza son, según la crítica social, formas de manipulación, evasión y chantaje.
En mi experiencia como psicólogo y psicoterapeuta considero que parte de la razón por la que estos estigmas y creencias acerca de la depresión persisten, obedecen a la idea de confundir este padecimiento con la tristeza ordinaria.
Cabe mencionar que la tristeza es una reacción negativa, de ánimo decaído ante un suceso claramente identificado. Por ejemplo: una persona puede perder su cartera con sus identificaciones y dinero en efectivo y esta experiencia puede repercutir en una reacción de tristeza, decayendo su ánimo por el evento ocurrido. Sin embargo, si la persona encuentra su cartera horas después, su ánimo mejorará por el hecho de recuperar el objeto perdido y plenamente identificado.
En el caso de la depresión, no ocurre así, pues no hay una causa claramente reconocida por quien la padece y los sentimientos de desesperanza, tristeza, anhedonia (pérdida de la capacidad de disfrutar y de buscar el pacer), alteraciones del sueño y de la alimentación, entre otros, están fuera del manejo y la voluntad de quien los sufre, a diferencia de la tristeza, que es causada con regularidad por factores estresantes y ambientales que pueden manejarse con los recursos de autoapoyo y contención familiar de la persona.
La experiencia clínica nos permite conocer que en la depresión existen factores orgánicos y/o alteraciones en el funcionamiento cerebral, que provocan una producción irregular de los neurotransmisores como lo es la serotonina, así como también, pueden considerarse factores hereditarios, disfunciones en zonas específicas del cerebro o antecedentes de enfermedades orgánicas que influyen en la presentación de los síntomas, aunados a factores socioafectivos que requieren también ser atendidos.
Por esta razón, la persona que sufre depresión, requiere tratamiento médico psicofarmacológico a través de la especialidad de psiquiatría, a la par del acompañamiento psicoterapéutico que le permita trabajar sus temas y circunstancias de manera integral.
La popularización del concepto de Depresión, banalizando su definición, lleva a generalizar erróneamente toda condición de tristeza, llamándola erróneamente así.
Cabe mencionar que, un trastorno depresivo, sólo puede ser diagnosticado por un especialista de la salud mental: psicólogo clínico, psiquiatra, psicoterapeuta, mediante los conocimientos, metodología, instrumentos y técnicas de carácter científico pertinentes.
Trabajar personalmente en la comprensión hacia las personas que viven con depresión, facilita un acompañamiento empático. Decir: “Si puedo apoyarte en algo, recuerda que cuentas conmigo”; “dime, si así lo quieres, de qué manera puedo apoyarte”; “sólo tú sabes lo que estás viviendo y si deseas que te acompañe con un especialista, con gusto lo haré”, pueden apoyar con mayor comprensión, calidez y efectividad a una persona deprimida, en vez de un juicio, comparación o la típica, trillada, estéril frase motivacional: “¡Échale ganas!”