Sexualidad

Cómo agua para chocolate más que un alimento

#Sexualidad
“… lo poderoso que puede ser el fuego de una mirada…” está latente en una obra literaria que ofrece más que una historia.

 

Diana Villamarin
dianitavp@outlook.com / sexualidad@inperfecto.com.mx

 

Como agua para chocolate de Laura Esquivel nos remite por un lado al realismo mágico, sin dragones, magos, ni seres extraños sino, ese tipo de magia que te lleva de la imaginación a la idealización y verosimilitud frente a la descripción de la realidad enmarcada en el costumbrismo de principios del siglo XX que tampoco fue ajeno a la seducción femenina, la rebelión humana, hasta el enamoramiento.

A lo largo de la novela presenciamos la superación de muchas situaciones adversas para Tita y los giros que la vida presenta a partir de las decisiones que toma cada persona que nos rodea y nosotros mismos frente a la tradición, las expectativas de la familia y en contra o a favor de los cambios sociales aunque el amor que se permite la consumación sea lo que desenrede al fin el hilo de las decepciones y logre avivar la pasión que deja huellas y de la que tanto podemos aprender. “… sentía un fuego muy intenso que me quemaba por dentro…” Precisamente, ese sentir es el que transfiere a las recetas que se nos describen hasta en el modo de preparación y lo mejor es que trasciende a quienes se alimentan de ellas.

La idea de ser libre para poder ser feliz, se manifiesta al iniciar cada capítulo con la explicación de una receta, cuya elaboración se irá mezclando con la trama; “… es capaz de encender el mismo sol…” y con hipérboles como ésta, mezcladas con metáforas de una sensibilidad extraordinaria, “… la sangre bullía bajo sus venas…” Esquivel destaca el cuidado, la ternura y la precisión con la que se elabora cada plato. La comida no solamente cubrirá una necesidad fisiológica, sino que es hilo conductor de reuniones sociales, celebraciones y duelo tras un desastre. Por las páginas de la novela aparecen doce recetas tradicionales mexicanas, tan detalladas y exuberantes que se hace imposible leer la mayor parte de los capítulos sin terminar con ganas de probarlas y en especial de disfrutar ese despertar del sentido del gusto y en muchos casos esa pasión desenfrenada que desborda el buen actuar por actuar según se desea”… en ese momento los cuerpos ardientes de Tita y Pedro comenzaron a lanzar brillantes chispas…” incluso como para marcharse con un desconocido que puede ser tu alma gemela y vivir una escena erótica de ensueño y emocionar tanto como los protagonistas al ver que Gertrudis por fin es feliz, y convertirla en su heroínas por” realizar el amor que para ellos estaba prohibido”

En síntesis, degustar esta novela te garantiza encender una llama que han querido mantener apagada pero como la abuela de John decía que “si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela.

Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de Icis cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción.

Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco”

 

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