Editorial

YO CREO: LA FELICIDAD

#InPerfecciones
“Solo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego.” -Aristóteles.

 

Maikel Ansted Hoffmann / @AnstedM
maikel.ansted@inperfecto.com.mx / maikel.ansted.hoff@gmail.com

Mis creencias y convicciones pueden ser definidas como las de un humanista moral, inspirado religiosamente, y científicamente orientado.

Miro la vida como un bien. Mi vida está dirigida por el ideal permanente de que los hombres, en todas partes, se preocupan de la salud física y mental, de la abundancia económica, de la amistad, de la aceptación social y de la libertad en todas sus formas.

Poseo múltiples necesidades que necesitan satisfacción. Estas necesidades pueden ser transitorias o duraderas. Las últimas constituyen mi sistema de valores, que representan satisfacciones probadas y experiencias convertidas en deseables, al haberles añadido el conocimiento sobre su valor correspondiente.

Mis valores están basados en el equilibrio de las emociones, hechos y datos cognoscitivos.

Creo en un conjunto de valores. Creo que la realización de uno mismo es la base de la felicidad, una vez logrado el equilibrio armónico de necesidades y valores.

Me parece que la felicidad es la meta humana más deseable, pero dudo que sea un estado mentalmente pasivo. La verdadera felicidad se logra considerándola como una prolongación de las actividades espirituales, a través del proceso de la adquisición de conocimientos; creando obras de arte y amando a las personas y a las cosas que proporcionan placeres duraderos.

Creo profundamente que el hombre crece y madura por medio de las actividades con las cuales se hace bien a los demás y por ende, se les ama.

En la inteligencia humana veo la máxima manifestación de la divinidad. Pero la vida guiada sólo por la razón, no es una causa noble. Creo que debemos añadir a la excelencia de la mente, la excelencia del corazón. La verdadera integración personal depende de la integración social. La amabilidad, la simpatía, la empatía, el dar y recibir amor y el tratar a cada persona como a un ser dotado de dignidad humana, son mis preceptos guía.

Las creencias religiosas se desarrollan a medida que maduramos y crecemos.

Los valores religiosos me han hecho notar que el hombre no es la criatura más alta, de que hay algo por encima de él. La visión de un Ser Supremo, Dios, Yahvé como le llamamos en el catolicismo, me da confianza en que mi lucha por la belleza, la verdad y la bondad, no será vana. La ciencia puede rechazar en ocasiones lo sobrenatural, pero abre, al mismo tiempo, nuevos horizontes religiosos. Mientras más aprendo, más razones encuentro para pensar en los misterios del universo y en la absoluta y verdadera existencia de Dios.

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Saludos, un abrazo virtual.

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