#InPerfecciones
Vamos a abordar este artículo como un acercamiento general a la psicología “EN EL” arte, y no “DEL” arte.
José Luis Gill, profesor del Centro Sophia
editorial@inperfecto.com.mx
Vamos a abordar este artículo como un acercamiento general a la psicología “EN EL” arte, y no “DEL” arte, ya que esta última es materia de la Psicología oficial, si bien muchos conceptos de los que hablaremos tienen puntos en común, pues la psicología “del” arte pretende, además de un fin terapéutico, explicar la producción, creación y comprensión del arte, que es la finalidad que perseguimos todos a la hora de entenderlo y profundizar en su relación con el ser humano.
Esta disciplina entra en aquel bucle irresoluble del gusto individual y sus “porqués”, el cual es tan inconcluso e indeterminante, y está sujeto a tantas variables, que la convierten en materia de difícil conclusión. Por tanto, ya que intentar hablar del ARTE desde un punto de vista personal es casi imposible, hagámoslo desde conceptos generales y ontológicos.
Detengámonos en primer lugar en un aspecto esencial: LA CREATIVIDAD. Cuando se estudia comunicación de masas, hay una ley fundamental sobre el ser humano que se aprende y se adaptada a la industria del consumo y la publicidad; un axioma al que llegaron multimillonarios gabinetes de psicólogos, publicistas y sociólogos: “EL SER HUMANO ES CREATIVO POR NATURALEZA, NECESITA CREAR”. Por tanto, y hablando por ejemplo de la industria alimentaria, muchos productos alimenticios vienen como inacabados, para que seamos los consumidores los que terminemos por redondearlos y no sentirnos un fraude a la hora de hacer algo para los nuestros en lo que no hayamos puesto parte de nosotros mismos.
Por tanto, se entiende por derecho que el ARTE es el mejor y más acabado vehículo para ejercitar y despertar esa creatividad en nosotros. Pero no sólo las Bellas Artes, en su aplicación, comprensión o contemplación, nos ofrecen esa posibilidad, sino el ARTE dirigido a cualquier ámbito de la vida: la cocina, la jardinería, la moda, las matemáticas…
Entendiendo que necesitamos crear, “sacar de dentro” para nuestra buena salud psíquica, nos planteamos la siguiente pregunta desde el principio de todo, la educación: ¿Matan las escuelas la creatividad? La respuesta es SI. Y esto no significa que sea mala la educación actual, simplemente plantea carencias vitales en relación a nuestra necesidad de ser creativos, centrándose en objetivos muy concretos que distan de esa necesidad.
Hoy en día el ARTE y la Humanidades en general están relegadas a un segundo plano, desvalorizadas en muchos aspectos del mundo actual (salvo aquello que se ha convertido en objeto de especulación económica, o suscita controversias, polémica y provocación). Sin embargo, grandes académicos, pensadores y educadores, ya están alertando del grave error que eso supone, un error de identidad social y cultural, que compromete nuestro futuro, nuestra convivencia y nuestra felicidad.
Entre muchos, así nos lo transmite Sir Ken Robinson, el prestigioso educador, experto en asuntos relacionados con la creatividad y la calidad de la enseñanza, nombrado “Sir”, por la misma Reina Isabel II, al reivindicar la necesidad de incorporar clases de arte en el currículum escolar al mismo nivel de importancia que cualquier otra asignatura.
Sus estudios y reflexiones suponen un mazazo directo al rancio y anacrónico academicismo que padecemos desde el siglo XIX, un estigma que se sistematiza a partir de las necesidades de la industria, el capital, el desarrollo tecnológico y la necesidad impuesta de ser obreros productores. Un sistema que ha estigmatizado los valores creativos y artísticos en la educación global de nuestro presente, imprescindibles para la condición humana, a favor del pragmatismo de la producción y el sustento de una sociedad obrera.
Sin embargo, ya se ha reconocido un sistema educativo inmejorable que viene del modelo Griego-Platónico que consiste en equilibrar tres conceptos: ESTUDIO (mente) – ARTE (corazón) – DEPORTE (salud y fortaleza física).
El arte, que es de lo que nos corresponde hablar aquí, es un vehículo de estimulación y aprendizaje de la psique, de la creatividad, de la imaginación y de nuestra sensibilidad. Los resultados de esa estimulación son más que patentes cuando se trabaja con niños, substrayéndose la conclusión de que la gran mayoría de alumnos que practican arte en actividades extraescolares, por ejemplo, no se dedicará a ese mundo de forma profesional. ¿Entonces, para qué la formación en arte?…, pues precisamente para estimular y equilibrar su psique y su creatividad; para hacerlos sensibles a la belleza y a la estética.
Si trasladamos estas cuestiones a lo colectivo, entendemos que el arte es un poderoso instrumento de civilización, capaz de cambiar una generación, una sociedad, e incluso la manera de ver y entender el mundo, pues expresa la identidad de un pueblo, lo eleva, ennoblece, refina, sensibiliza… También genera riqueza INMATERIAL y espiritual; perfecciona la materia, el entorno. También genera comunicación (hay un emisor, un receptor y un mensaje). Y por último también podríamos decir que el Arte canaliza un lenguaje universal, lo que ayuda a romper las fronteras y barreras de la inter-comunicación global.
Si pasamos de lo colectivo a lo individual, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿qué mueve el Arte en nuestro mundo interior?… EMOCIONES, SENTIMIENTOS, RECUERDOS, IDEAS, REFLEXIONES, ESTADOS DE CONCIENCIA, IDENTIDAD…
Permite expresar el alma, nuestro mundo interior, mientras nos da libertad y armoniza nuestras emociones. También refina nuestro ego gracias al esfuerzo para entender el arte o para crearlo, pues se requieren de virtudes intelectuales como la concentración, la atención, la imaginación o la memoria, para conseguirlo. Y finalmente nos ayuda a desarrollar una fascinante y poderosa capacidad humana: LA INTUICIÓN.
Para acabar podríamos mencionar brevemente lo que distintos estudios científicos nos dicen sobre los efectos curativos a nivel individual y grupal del Arte, y cómo este puede modificar la conducta y las conexiones sociales. De hecho lleva varias décadas instaurado en programas de centros privados, fundaciones y hospitales a través de la música, la escritura, la pintura y la expresión, con resultados extraordinarios y muy prometedores.
Ternura, sutileza, pasión, delicadeza, grandeza, belleza, reflexión…, tantas cosas puede regalarnos el Arte, que merece la pena tenerlo en cuenta y darle la importancia que merece. Rodeémonos de ARTE en nuestra vida, hagamos arte hasta con los actos más sencillos…, nos entenderemos mejor a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.
L. Gil Miró