#InPerfecciones
de marzo se conmemora el #DíaInternacionalDeLasMujeres, y creo que es importante que recordemos que esta fecha se estableció como un día para reflexionar y tener presentes las múltiples desigualdades.
Theo Laurendon
theo.laurendon@inperfecto.com.mx
El próximo 8 de marzo se conmemora el #DíaInternacionalDeLasMujeres, y creo que es importante que recordemos que esta fecha se estableció como un día para reflexionar y tener presentes las múltiples desigualdades y violencias que las mujeres, de todas las edades y de cualquier lugar del mundo, vivimos en las diversas esferas sociales donde nos desenvolvemos y lo mucho que nos falta para construir una sociedad global equitativa para hombres y mujeres. Y es que resulta curioso que como sociedad del Siglo XXI, hemos usado nuestro talento y nuestra imaginación para crear desde sondas espaciales que viajen hasta 6.120 millones de kilómetros más allá de la Tierra y de descubrir partículas tan pequeñas como los quarks hasta paraguas que evitan que se apague un cigarrillo en un día lluvioso; y dentro de esta diversidad de posibilidades, no hemos desarrollado la capacidad de mirarnos entre nosotros y reconocer el valor de la vida expresado en la naturaleza, las personas y el universo, lo que paulatinamente nos ha llevado a una desconexión con nosotros mismos, quienes nos rodean y, por ende, el planeta en el que vivimos.
El tema de la violencia hacia las mujeres es uno de esos puntos clave en este complejo distanciamiento que hemos construido; y es que hemos ido creciendo creyendo que lo que vivimos es lo esperable, lo común y hasta lo normal, lo cual influye en que se nos dificulte ver que las dinámicas y vínculos que establecemos entre nosotros y nosotras pueden ser distintas. Por ello, considero de vital importancia que todas y todos nos involucremos en esta causa, porque no es un asunto de mujeres. Desde hace tiempo he conocido a muchos hombres que dicen apoyar y respetar el movimiento feminista, entendido como un movimiento de lucha por la realización efectiva del principio de igualdad entre mujeres y hombres (RAE), pero muy pocos son aquellos que asumen su papel individual en este proceso de cambio y se esfuerzan por hacer conscientes las ideologías y violencias que replican en el día a día y que afectan negativamente tanto a sí mismos como a las mujeres y hombres a su alrededor; pocos, son aquellos que se cuestionan y dentro de este trabajo personal, miran la necesidad de ayudar a otros hombres y se convierten en agentes de cambio dentro de su círculo más cercano de familiares, amigos o colegas para sensibilizarles sobre esta temática y así promover reflexiones y acciones afirmativas que sumen de manera significativa a dicho movimiento, el decir “estoy de acuerdo” “te apoyo”, es un buen principio, pero se necesita mucho más que eso.
De la misma manera, muchas de nosotras a partir de las múltiples vivencias que hemos experimentado u observado, hemos sentido la necesidad de un cambio y hemos alzado la bandera feminista; sin embargo, qué tanto modificamos la visión que tenemos de “lo femenino” y el trato que nos damos entre nosotras. El sistema en el que hemos crecido nos ha enseñado a mirarnos como rivales, a hacer críticas destructivas entre nosotras y a valorarnos menos que a los hombres; como hijas de dicho sistema muchas veces, sin darnos cuenta, reproducimos estas ideologías y, por ello considero una pieza fundamental el cultivo de la visión y la vivencia de la hermandad entre mujeres, esa complicidad que genera una alianza entre nosotras a partir de la empatía, en la que no sólo nos identificamos con aquello que nos oprime o nos lastima sino también con las diferencias que, en conjunto, nos inspiran y nos fortalecen.
Este es un llamado a hacer los cambios que dependen de cada una de nosotras y de nosotros desde las acciones más cotidianas, concretas y sutiles, ya Epicteto nos hablaba de la importancia de responsabilizarnos de aquello que depende meramente de uno; creo que cualquier tipo de lucha política y social, se sustenta en compromisos personales y, en este caso, compromisos en los que como mujeres y hombres decidamos hacer conscientes los esquemas, estereotipos y roles que desde nuestro actuar permiten que se perpetúen y decidamos transformarlo de manera profunda y significativa, asumiendo nuestro papel individual dentro de la sociedad; para que el día de mañana las reuniones entre mujeres sean de celebración entre nosotras, de alegría por sentirnos libres y sabernos valoradas (empezando por nosotras mismas), de satisfacción por logros cumplidos, de reconocimiento del amor entre nosotras y sobre todo, de esperanza a generaciones futuras de que los cambios son posibles.