Editorial

LA EPIDEMÍA DE LA CUAL LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN NO HABLAN

#InPerfecciones
Hay un virus más grave y urgente de curar que el VIH, más devastador que la contaminación de los ríos y océanos, que quita más vidas que los accidentes de tráfico y el consumo de droga. Y los medios de comunicación no hablan de ello.

 

 

 

Theo Laurendon, profesor del Centro de Estudios Sophia
theolaurendon@gmail.com

 

 

Cuando leemos la mayoría de los periódicos o miramos las noticias en la tele, parece que el mundo está lleno de asesinos, violadores, corruptos etc. La verdad sin embargo es otra: el mundo está lleno de “buenas personas”, personas que no hacen daño a nadie, no son corruptas, no mienten mucho, no matan ni hacen daño. Pero que tampoco actúan para ayudar al mundo.
La mayor parte de la población mundial se refugia en esta actitud, tan cómoda como un fuego de chimenea en casa durante un fría noche de invierno.
Esta pasividad aprendida es el virus más letal que existe. Nos hace sumergirnos en un sueño profundo estando de pie, pues mientras se va sumergiendo bajo las aguas de la indiferencia y de la apatía nuestro interés por aportar nuestro grano de arena, el mundo llora. Otros seres sufren, el planeta arde. Y no lo escuchamos. Y no hacemos nada. ¡Qué virus más poderoso y peligroso, pues enferma el corazón bondadoso por esencia de todo ser humano, adormece su conciencia y infecta su voluntad!

Que interesante sería cifrar el coste económico del egocentrismos en el mundo. Ahí sumariamos todos los problemas que nuestra sociedad enfrenta y sus respectivas facturas económicas (sin hablar de la humana y ética, que es la más terrible): corrupción, malestar social, enfermedades mentales, violencia de género, guerras, bullying etc. ¿Tal vez ponerle números y dólares al asunto ayudaría a darnos cuenta que cualquier problema que vemos fuera nace siempre dentro de los individuos, que viene a raíz de que nos hemos olvidado de preocuparnos y actuar para mejorar las cosas? FNEH, “la Factura Nacional del Egoísmo por Habitante”. El número daría miedo.


Podríamos distinguir dos formas distintas (pero hermanas) de egoísmo: el egoísmo activo, que consiste en violentar o robar a alguien conscientemente y voluntariamente para satisfacer nuestras necesidades, no pensar en los demás, no compartir etc. Un egoísmo minoritario, aunque destructor. Este que la tele y los periódicos aman tanto enseñar.
Y por otra parte el virus del egoísmo pasivo: el que nos ha contagiado a todos.
El que no hace daño en apariencia pero, sin querer, daña por su inacción.  Un virus silencioso, difícil de ver porque para darse cuenta que estamos infectados tenemos que tener el valor de mirarnos en el espejo. Su principal síntoma es esta burbuja mental en la cual nos metemos cada día, que nos hace sentirnos separados de los demás y pensar el 99% del tiempo en nosotros. Pues sí, seamos sinceros: ¿en quién estamos pensando todo el día? Nosotros.
Y es que ser egoísta no significa solamente no compartir. Significa ante todo dedicar la mayor parte de nuestra energía (pensamientos, emociones, acciones etc.) a nosotros, sin más.
Como si fuéramos tan importantes… Como si el sentido último de nuestra vida fuera pensar todo el tiempo en nuestros planes, preocupaciones, trabajos, problemas y sufrimiento.


El egocentrismo es el problema del siglo XX, el cual superaremos como civilización y así poder subir hacia otro nivel de conciencia y aprendizaje o no… resolveremos y entonces pagaremos el precio con mucho sufrimiento.

¿Qué haremos esta semana, tu y yo, para transformarnos y liberarnos de “nosotros mismos”?

Feliz semana

#InPerfecto