Cultura

La lectura de los jóvenes

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Echemos un vistazo a los criterios de los jóvenes para elegir su lectura y lo que esperan de ésta, todo aquello que está de moda leer y el reconocimiento que tienen por los clásicos, así como de literatura en general.

 

Fernanda S. Weffru / @justmaryfer
fernanda.s.weffru@inperfecto.com.mx

 

Uno no es el mismo después de la lectura.                                                                                    SILVIA MOLINA

 

Hablemos hoy de lo que los jóvenes prefieren leer. A menudo escuchamos las tendencias juveniles conforme comienzan a ponerse de moda. Se escucha por todos lados: “quiero un Christian Grey”, “soy la Sra. Cullen”, “quiero un noviazgo como el de AFTER (porque está bien normalizar las relaciones tóxicas, pff)” sin embargo, ¿qué es lo que están aprendiendo los jóvenes de esos textos literarios?

Echemos un vistazo a los criterios de los jóvenes para elegir su lectura y lo que esperan de ésta, todo aquello que está de moda leer y el reconocimiento que tienen por los clásicos, así como de literatura en general. ¿Qué los está llevando a leer Cincuenta sombras de Grey?, ¿qué quieren encontrar al leer Los juegos del hambre? Se arranca desde el punto en el que los jóvenes lectores y no lectores se acercan a la lectura para desvincularse con el deber, con el día a día y para escapar de la realidad que los rodea. Dicen que se aprende a leer, leyendo. Pero si se leen los textos “contemporáneos”, ¿qué se está aprendiendo de ellos?, ¿dejan una enseñanza?, ¿dejan una semilla capaz de germinar como un fruto dulce en el lector o se convierte en un fruto amargo?

¿Qué destino y qué cultura se espera después de terminar una trilogía como Cincuenta sombras de Grey?, se intenta buscar respuestas a preguntas como: ¿por qué leen los jóvenes?, fuera de lo que tienen que leer en el colegio, la interrogante va más hacia el porqué de su elección.

Navegando por los grupos de Facebook dedicados a los lectores y a los libros en general, me encontré con un grupo de chicos que platicaba de forma azorada acerca de un best seller que últimamente sigue dando mucho de qué hablar. Se trata nada más y nada menos que de Cincuenta sombras de Grey, novela polémica que ha logrado incluso llegar a la pantalla grande y que ha causado un gran revuelo en la sociedad tanto lectora como no lectora al exhibir un tema con el que muchos no estaban familiarizados. Indagar en el sadomasoquismo y su impacto en la sociedad actual sería entrar en territorio pantanoso, así que volveré al núcleo del relato, donde nos enfocábamos en aquellas personas que defendían a capa y espada a uno de los personajes principales de dicha obra. Mi intención no era interrumpir la discusión, simplemente tenía curiosidad de saber a qué tipo de lectores me enfrentaba. 

Sucedió cuando pregunté algo acerca de algún escritor de su país que hubiesen leído y que pudiesen comentar, se hizo el silencio. Al no obtener respuesta decidí hacer un par de preguntas más: ¿Qué estaban leyendo ahora?, si conocían al padre del cuento moderno o tal vez si habían leído alguna vez la novela de Pedro Páramo. Y las respuestas realmente me dejaron sin habla. Algunos mencionaron que el padre del cuento moderno era Shakespeare, sí, y tuve que releerlo muchas veces para asegurarme que no era mi imaginación. ¿Qué estaban aprendiendo en la clase de literatura?, ¿sabían acaso que Shakespeare era dramaturgo? Me encontré con otras cosas impresionantes a lo largo de los comentarios y cuando leí —y cito textualmente—: “Q pedro paramo no es una mark de queso?”, supe que era el momento indicado para cerrar la ventana y que había obtenido los datos necesarios para escribir al respecto.

Se lee a Shakespeare para suspirar por un amor imposible, a Poe para conocer el terror y el misterio, pero, ¿a quién leemos ahora? Hemos descuidado aquello de leer para llevarnos a reflexionar, ahora la mayoría de los jóvenes piensan que es tedioso y aburrido. ¿Dónde ha quedado el fomento a la lectura?, ¿en las campañas de veinte minutos al día? Es una lástima que ahora la lectura dependa de dichos carteles que no muestran más que una mentira. Recuerdo que antes incluso ponían a los famosos leyendo, ahora ni siquiera un libro sostienen y lo único que logra darle el sentido al propósito es aquella frase de cuatro palabras que está en letras pequeñas a un costado de futbolistas abrazándose.

 

Muchos dicen que el futuro del libro es incierto, muchos otros que depende de la fama que tenga el Ebook, y los pocos que aún prefieren leer en papel y tratan de fomentar la lectura de los jóvenes son rechazados porque es preferible el internet, los videojuegos y muchas otras cosas más antes que un libro. Existen excepciones, esa especie en extinción llamada lectores jóvenes, quienes creen que el leer es un placer digno de conservar y que exigen el papel antes que leer de manera electrónica, descargarse la aplicación de Wattpad (lectura de miles de libros gratuita) o incluso hay quienes descargan los libros de forma “ilegal” por el simple hecho de tener algo que leer. Todo está bien, podemos usar a nuestra conveniencia el famoso dicho “en la guerra y el amor todo se vale” para cambiar los primeros sustantivos por uno solo: lectura. Todo vale mientras le gente lea.

¿Qué se está leyendo ahora?

No es necesario pensarlo mucho, basta con abrir las redes sociales para que uno se dé cuenta de lo que está en manos de la juventud, y de los no tan jóvenes también. Se trata de sagas como Crepúsculo, Cincuenta sombras de Grey, Los juegos del hambre, Bajo la misma estrella, Correr o morir, Divergente, AFTER, Hush, Hush… las que llenan las pantallas con frases de los personajes de dichos libros. ¿Qué tipo de enseñanza puede dejar en un joven aquella literatura? Gabriel Zaid nos dice que “leer nos hace, físicamente, más reales”, pero no veo que algunas de las realidades de esos libros puedan adaptarse a la de nosotros y dejar algo positivo, como en AFTER y la romantización de una relación tóxica.

Borges mencionó alguna vez que si no nos gustaba un libro entonces no lo leyéramos; que si resulta tedioso o aburrido, entonces el libro no era para uno. Y esta frase está adquiriendo popularidad precisamente en éste tipo de grupos que se dedican a hablar de los best sellers y discutirlos, me parece que han malinterpretado el significado de dicha frase porque la utilizan como escudo para no aceptar que el libro que están leyendo tal vez no sea el indicado para invertir el tiempo.  ¿No es acaso triste que ninguno de ellos sepa qué ha escrito Shakespeare?, pensar que Romeo y Julieta es un cuento no es algo que debería ser siquiera pensado. Pero es lo que se observa en nuestros jóvenes lectores, es aquel interés por lo nuevo lo que no les permite ver que hay ciertas cosas que ya fueron escritas y de mejor forma de acuerdo con el canon a través del tiempo en la literatura.

  Una de las funciones de la lectura es dar placer al lector, y hoy en día muy pocos se acercan a ella para experimentarlo. Muchos se ven obligados a tomar un libro por pura rentabilidad escolar, y porque su calificación depende de ello. No es la mejor forma de acercarse a las páginas de un libro dispuesto a llevarnos a mundos extraordinarios y a dejarnos una enseñanza, sino todo lo contrario, nos aleja porque cuando buscamos qué leer, lo único que queremos es despegarnos de la realidad.

Warrwen G. Cutt acierta con aquella observación acerca de la evolución del lector respecto al sentimiento y sentido de interpretación que desarrolla con cada lectura, pero, ¿es válido todo este pensamiento a lectores de sagas como las mencionadas antes?, ¿no sería como una ruleta rusa?, dando vuelta sobre un mismo eje, sin cambiar de dirección. El lector jamás encontraría una meta y tampoco crecería en criterio.

Deberíamos poner más atención a lo que se está leyendo ahora, intentar fomentar la lectura de clásicos de manera que como dice Monterroso: “No pasa nada si no lees el Quijote; pero si lo has leído, te aseguro que eres distinto”. Hay que buscar dejar huella, ser otro después de cada lectura, así mismo, recordar que la lectura es una herramienta tanto de conocimiento como de placer, de progreso y bienestar y que por eso se le considera como trascendental, por el cambio que ha dejado a través del tiempo en muchas personas. Las consecuencias que la lectura deja en uno llevan a la acción y a la reflexión, pero muchos jóvenes se pierden de aquello porque piensan que leer no sirve de nada.

Finalmente, una de las preguntas más frecuentes en los adolescentes es: ¿Para qué leer?, y no encuentro mejor respuesta que la que dio Michéle Petit al respecto:

“Hace unos diez o quince años, para los jóvenes, era precisamente el hecho de abrir las puertas a lo imaginario, lo que le daba ventajas a la lectura sobre lo visual tan presente en sus vidas. […] lo bueno y quizá lo irremplazable de la literatura, es que sirve no solamente para enunciar nuestra experiencia singular sino también para expandir los límites al infinito, permitiéndonos entrar en la piel de un hombre si soy mujer, de un pastor de ovejas brasileño o de una escritora japonesa si soy europeo, de un loco si me creo sabio o de una santa si soy atea.”

 

Por eso cada vez que veo a alguien leer lo que está de moda, recuerdo a aquel que pensó que Pedro Páramo era una marca de quesos y ruego porque algún día tenga un encuentro frente a frente con la obra y aprenda leyendo. Porque ya lo dice Reyes: “La buena lectura es el mejor destino de la cultura”.

 

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