Editorial

SE PARECEN TANTO

#InPerfecciones

Se suponía que el tiempo del priismo donde el Presidente era el “santito de los milagros” había terminado. La versión nueva es tan parecida que la diferencia casi no se nota.

 

Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx

 

Existe una conducta constante en los gobiernos emanados de cualquier sistema, partido, corriente o como se le guste llamar, dicha conducta se llama “justificación”, con ella cualquier dato, cifra, información etc. que no sea la “oficial” encuentra en la descalificación su némesis y persecución de facto. Tenemos casos en los que periodistas que han osado increpar o cuestionar al gobierno sufren las consecuencias directas de sus actos “incendiarios” como lo fue en el pasado priista mexicano donde la presión, hostigamiento, compra y hasta desaparición formaron parte de esa cotidianeidad. Al final solo las cifras oficiales eran las que tenían el peso específico suficiente para dar cuenta de lo que se pretendía informar.

 

Esos tiempos han cambiado, y ahora es posible cuestionar a la figura presidencial, aunque lo que no ha cambiado es la costumbre de justificar todas y cada una de las acciones del gobierno desde cualquier lugar posible, todo son cifras y datos oficiales que en apariencia no deben dejar lugar a dudas sobre el avance que el gobierno se encuentra logrando, pero resulta que cuando se trata de cuestionar dichas cifras, entonces es muy poco tiempo el que ha tenido la administración para atender todo el “desmadre” que han dejado las anteriores administraciones, seguido de una cacería mediática donde quién se atreve a tener una duda razonable termina siendo fifí, enemigo de México, neoliberal, chayotero, etc.

 

Lo ocurrido el pasado viernes en la conferencia mañanera entre el Presidente López Obrador y el periodista Jorge Ramos donde se echaron un “mano a mano” de cifras y justificaciones sobre la cantidad de muertos registrados en lo que va de la administración, donde Ramos ha cuestionado de manera que a muchos simpatizantes de AMLO les pareció por demás agreste, y de mal gusto nos ha permitido tener un fin de semana “colmado” de recordatorios maternos entre simpatizantes del Presidente y simpatizantes de Ramos, sin duda de lo más divertido porque ha quedado de lado lo más importante que son la cifras de muertos, y los altos niveles de delincuencia en los que literalmente nos encontramos ahogados, ¿a quién le interesan los muertos si los “madrazos” entre López y Ramos están mejores?.

 

Y para rematar, no contentos con toda la parafernalia de fin de semana, el día de ayer durante la “mañanera”, en una evolución por demás vergonzosa, fuimos testigos de cómo Marco Antonio Olvera nos hizo revivir aquellos tiempos dorados del priismo en los que la figura presidencial recibía preguntas a modo, llenas de idolatría y nauseabunda pleitesía que se multiplicó con la respuesta del Presidente que ha declarado que el tiempo de cacería en contra de los periodistas “imprudentes” se encuentra abierto, “ya saben lo que les va a pasar”, “no soy yo, es la gente”, el montaje es insultante a cualquier inteligencia.

 

Es sumamente vergonzoso observar como el Presidente de la República gusta de amedrentar con el pueblo –al que se supone sirve- usándolo como instrumento represor para justificar sus acciones, dichos, y demagogia con la que ha vendido una transformación que no es más que una versión disfrazada del viejo priismo. Estos son niveles de política muy curiosos, porque la descalificación y el linchamiento del que habla el presidente se encuentran en primera línea personificados por el pueblo, de modo que la figura presidencial se torna pulcra y elevada. Pero en realidad no deberíamos preocuparnos hasta que las conferencias mañaneras se convirtieran en sesiones de rezos a la impoluta figura presidencial.

 

#InPerfecto