#Editorial
Sairi Córdova
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La batalla por conseguir el poder continúa y los candidatos a la Presidencia de la República comenzaron a replantear sus campañas ante la casi nula aceptación por parte de los electores.
Decidido a arrebatarle la preferencia electoral al tabasqueño Andrés Manuel Obrador, Ricardo Anaya, candidato presidencial de la coalición “Por México al Frente” aseguró que entregará el alma para ganarse la confianza de la gente y darle a México el mejor gobierno que haya tenido.
La finalidad es reforzar su plan para buscar el apoyo de los indecisos y el “voto antisistema” ya que aseguró que no pretende el voto de cúpulas, de los dirigentes de los partidos o de líderes políticos, sino de los ciudadanos de a pie que fincan su esperanza en un mejor México, pero sobre todo en la modernización del país.
Su estrategia comprende mítines, encuentros con ciudadanos, foros de discusión, diálogo con universitarios, empresarios, asociaciones civiles, redes sociales y conferencias de prensa.
Por su parte, el equipo del candidato presidencial de la coalición “Todos por México”, José Antonio Meade Kuribreña tomó la decisión de hacer una conciliación con el PRI.
Más a fuerzas que de ganas, Meade se puso la chamarra roja y aceptó que pusieran el logo del PRI en el escenario que instalaron el domingo en la sede nacional del partido como parte de su relanzamiento.
Aunque también un día antes, en Poza Rica, se vio obligado a recibir el apoyo de uno de los personajes más denigrados del priismo por su riqueza inexplicable y denuncias de corrupción Carlos Romero Deschamps, quien le prometió el voto de los petroleros.
En este caso, el relanzamiento de la campaña de Meade, no fue como esperaban en el PRI que había anunciado la llegada de 10 mil militantes a la sede del partido y solo llegaron tres mil.
Así las cosas en la guerra por el poder, mientras tanto seguimos escuchando propuestas para poder decidir cuál candidato es el menos peor para votar este 1 de julio.
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