#Sexualidad
La discapacidad nos acompaña a lo largo de la historia y aún así nos cuesta empatizar e incluirlos con ellos.
César Valencia de la Fuente
sexualidad@inperfecto.com.mx
Desde 1992 cada 3 de diciembre de cada año se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Esta fecha establecida por la Asamblea de las Naciones Unidas ha tenido como finalidad promover derechos y el bienestar de las personas con discapacidades, poniendo énfasis en reflexionar a propósito del lugar que en la actualidad la discapacidad tiene en la vida política, social, económica y cultural. En esta fecha se hace una actualización de datos estadísticos que brindan un panorama general de cuál es la situación a nivel regional y mundial. En estos últimos años se han actualizado las cifras: el INEGI señala que existen alrededor de 6.5 millones de personas con discapacidad en nuestro país; la última estimación de la ONU señala que alrededor del 15% de la población mundial vive con alguna discapacidad. Desde hace tiempo el tema es de interés para toda la sociedad y gobiernos ya que se estima que por distintas razones (traumas craneoencefálicos, secuelas de enfermedad, malformaciones congénitas, etc.) cada año alrededor de 270,000 personas pueden sumarse al grupo poblacional en situación de discapacidad.
Hasta ahora, la mayor parte de los discursos y propuestas fruto de la reflexión y el trabajo a propósito de la discapacidad se han orientado por dos vías: la primera regida por fundamentos como inclusión, accesibilidad, participación, respeto e igualdad, los cuales están enmarcados en los derechos de las personas con discapacidad; la segunda gira en torno a la relación entre discapacidad y lo terapéutico, al ser ubicada la primera como una “afectación” en lo corporal con efectos en la funcionalidad de la vida diaria (caminar, ver… estudiar, trabajar), la respuesta a esta condición de vida es pensar en acciones como rehabilitar, adaptar ó restablecer. A modo de síntesis, podemos decir que las aproximaciones dominantes a la discapacidad van por el lado de la inclusión y por el lado de la rehabilitación.
En México hace unos días tuvimos la oportunidad la edición 2019 de Teletón, en la larga transmisión por televisión de este evento es posible ver cómo es que se conjugan los dos postulados puestos en acción dirigidos hacia las personas con discapacidad: la persuasión al apoyo-ayuda desde la vía “amorosa” o fraterna; y la ubicación de lo terapéutico ó rehabilitador como algo necesario o consecuente para quien está en dicha condición. La idea de fondo es ayudar económicamente para la rehabilitación e integración en el orden de lo social, y así “lograr” la inserción en la “vida productiva y social” que es en lo que descansa lo que solemos pensar acerca de nuestra sociedad moderna.
Si bien es cierto que es complicado posicionarse en contra de las vías de la inclusión y rehabilitación, es justo decir que en la actualidad la discapacidad es un término que no puede quedar reducido a esa visión de apoyo-rehabilitación-inserción. Sí, discapacidad define, describe y agrupa una serie de características que aluden a limitaciones notorias en el funcionamiento intelectual, conductas adaptativas y en las habilidades anteriormente señaladas. Sin embargo, desde la última década del siglo pasado los llamados Estudios de la Discapacidad han abordado la cuestión de las disabilities desde un enfoque académico interdisciplinario que reconozca los factores sociales, políticos, culturales y económicos que han determinado o al menos influido en las respuestas personales y colectivas a las diferencias que plantean las discapacidades. Esto ha ido construyendo una noción de discapacidad donde se ha dado un giro, donde el acento no recae en dichas “limitaciones” sino que se asume que éstas son generadas a partir de una respuesta colectiva hacia la diferencia en lo corporal y lo intelectual. Esto es lo que genera barreras para las personas con discapacidad.
Dentro de los Disabilities Studies se ha generado lo que se conoce como la noción social de discapacidad. En ella se plantea a esta última como una forma de opresión hacia un grupo social, en este caso, a quienes se les llama discapacitados. Lo que se busca resaltar en esta noción es que la discapacidad no está contenida por sí misma en el cuerpo o en la mente de quienes son señalados ubicados en esa condición, sino que es producto de una valorización social emitida desde los lugares de poder social que deja relegados a quienes encarnan un lugar de diferencia. Como el estudioso inglés Len Barton señala, lo que los Estudios de la discapacidad buscan no es producir un “cambio de actitud” de las personas no discapacitadas para con las discapacitadas, sino generar un cambio transformador que mueva los lugares de poder que de oportunidad a todos aquellos quienes plantean una diferencia en lo social, dicho cambio incluyen a personas segregadas por sexo, raza o religión.
Los principios de no discriminación, igualdad e inclusión están planteados y contenidos en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Son resultado de una seria lucha y protesta de parte de la población en situación de discapacidad – y colectivos afines a su protesta- y que han puesto en la agenda sus planteamientos. Esto cobra relevancia en este punto ya que la discapacidad ha sido fundada en función de la diferencia que plantea entre los cuerpos y que la posiciona como algo distinto. La discapacidad se nos presenta como una diferencia ante la cual no es posible responder con ajenidad. Pensar la discapacidad como producto del funcionamiento actual de nuestras sociedades mueve a asumir que en lo social difícilmente hay lugares ajenos a la discapacidad y que continuamente somos impelidos a responder a ella, es dar oportunidad a plantearnos nosotros mismos cómo respondemos ante lo diferente.
Como invitación a estos lugares de singularidad que brinda pensar la discapacidad, comparto este link donde es posible observar las fotografías hechas por Evgen Bavcar, fotógrafo esloveno que invidente: