#InPerfecciones
“El temeroso Presidente señala que la intención de la manifestación del 8 de marzo sería tomar e incendiar Palacio Nacional para que esa sea la nota periodística.”
Carlos Rosas Cancino / @CarlosRosas_C
carlos.rc@inperfecto.com.mx
Hagamos una pausa, miremos a nuestro alrededor y un poco más allá, ¿cuántas mujeres nos faltan? Y terminando estas líneas y esta reflexión ¿cuántas mujeres más nos faltarán? El resultado de esta cruel sumatoria, nos incluye a muchos, al violento, al violador, al feminicida, al secuestrador y al tratante de blancas, pero tambien incluye a los indiferentes, a los encubridores, a los que minimizan, a los que se burlan, a los que revictimizan, y a los que consideran que la violencia de género es normal porque siempre ha existido y antes nadie se quejaba ni decía nada.
Nos llenamos la boca hablando de derechos y democracia, pero seguimos justificando nuestra formación y actuación androcentrista, qué, eclipsa ese derecho y esa democracia, sobre todo cuando sobre la mesa se coloca el derecho de las mujeres a vivir alejadas de cualquier tipo de violencia; efectivamente, no es un tema nuevo saber que las mujeres se encuentran, en la actualidad, a dos fuegos, por un lado la presión social que normaliza la violencia culpando a las víctimas por lo que les pasa, ¿para que sale vestida así? ¿qué hacía tan tarde en la calle y sola? ¡una mujer decente no debe comportarse así, por eso les faltan al respeto!, es la narrativa que se esgrime socialmente, que disculpa a los agresores y que colabora con la impunidad, por otro lado, la violencia de Estado que se cierne sobre las mujeres es el otro frente que ha terminado por institucionalizar no solo la violencia sino la falta de impartición de justicia para las mujeres, el 8 de marzo se ha convertido en una fecha crítica para el Gobierno y para la sociedad porque se ha polarizado la opinión y se exhiben las inconsistencias de pensamiento y acción alrededor de esta fecha.
El 8 de marzo es un recordatorio de todos los pendientes en materia de agenda de seguridad para las mujeres, es un recordatorio triste de todas las mujeres muertas y desaparecidas, es un recordatorio de los prejuicios, adjetivos y actitudes que la sociedad le ha impuesto a las mujeres que se manifiestan, es un recordatorio de la falta de oportunidades y acceso a la salud, educación y trabajo para las mujeres; que ellas salgan a las calles a exigir todos sus derechos no es casualidad porque todo tiene un límite.
Es cierto que existen avances, qué, en el papel de las leyes representan importantes logros para las mujeres, sin embargo, de nada sirve que leyes, normas o reglamentos formen parte de la colección bibliográfica de las autoridades si su aplicación es letra muerta por causa de los prejuicios de género, esas autoridades que revictimizan e ignoran la violencia fomentan y solapan a los agresores, esas autoridades descalifican a las mujeres tildándolas de violentas y exageradas cuando salen a las calles a manifestarse exigiendo seguridad, esas autoridades disponen de grandes cantidades de recursos económicos y humanos para cuidar que la propiedad privada no se vea lastimada por causa de las violentas y radicales mujeres; qué paradójicamente nauseabundo es que un Gobierno sufra y se desgarre las vestiduras por un vidrio roto sin atender a las mujeres que están rotas por la incapacidad del Gobierno y la sociedad para dotarles de un mínimo de seguridad y tranquilidad.
En México, lastimar a las mujeres va más allá de la violencia física, ignorar sus consignas, exigencias y derechos, ha sido la tónica de muchas administraciones, incluida la administración que se hace llamar la más feminista de la historia; la transformación que dice tener entre sus filas al mayor número de Secretarías de Gobierno con una mujer al frente, sin embargo, el discurso de la Cuarta Transformación dista mucho de estar cerca de un enfoque feminista, porque el feminismo no puede estar subordinado a los caprichos de un personaje que llegado el 8 de marzo levanta un muro metálico alrededor de Palacio Nacional para pertrechar a un cobarde que tilda de conservadoras y opositoras a las mujeres, el Presidente López Obrador apoyado por su comparsa y corcholata presidencial Claudia Sheinbaum, despliegan un operativo monumental para resguardar la integridad de sus preciadas adquisiciones de Gobierno, mientras la integridad y la dignidad de miles de mujeres en el país se desdeña y barniza con cifras alegres.
El temeroso Presidente señala que la intención de la manifestación del 8 de marzo sería tomar e incendiar Palacio Nacional para que esa sea la nota periodística y que no se hable del narco estado de Felipe Calderón; que pequeño, acomplejado, misógino y mezquino resultó López Obrador que le tiene miedo a las mujeres y no puede evitar su profunda necesidad por estar al centro de la discusión incluso cuando se habla sobre la violencia hacia las mujeres, argumentando que el es la víctima, una víctima que no tiene ni la menor idea de lo que es ser violado, golpeado, secuestrado, quemado con ácido, vendido o prostituido; la imagen del muro metálico protegiendo Palacio Nacional, es la imagen perfecta del Presidente que no es empático y que a cambio de votos ofrece inseguridad y muerte para las mujeres.
El Presidente ha señalado entre muchos otros desvaríos, que él es un místico que cree en la cosmovisión de la cultura ancestral de nuestro país, sin embargo, ¿qué puede saber un ególatra de mística? Mística, es la que rodea a todas las mujeres del mundo, abuelas, madres, hermanas, estudiantes, trabajadoras profesionistas, campesinas, obreras, maestras, enfermeras, etcétera, que cuidan de hijos, nietos, sobrinos, maridos y hermanos y que todos los días salen a ganarse el sustento con el riesgo de no regresar a sus hogares, mujeres que hacen magia en casa y en sus centros de trabajo a pesar de la precarización de la vida, mujeres que cargan la vida en su vientre, mujeres que hacen teoría y ciencia, mujeres que empujan y apuntalan la economía de muchas familias, eso es mística señor Presidente o mejor dicho “cobarde Presidente”, la mística es para los valientes o mejor dicho, para las valientes mujeres que se organizan y que hoy 8 de marzo están dispuestas a romper y quemar lo dispuesto por un Aparato de Estado que protege más a la propiedad privada que a la vida, un Estado que no procura y protege a sus mujeres merece arder.
Los Políticos que se montan en las consignas feministas para obtener una ganancia electoral, tambien merecen arder porque forman parte de ese aparato de gobierno que ha desdeñado y olvidado a las mujeres de las ciudades y las comunidades originarias, la sociedad civil tiene una labor todavía más extensa que llevar a cabo, porque en sus manos está dejar de repercutir los mecanismos de discriminación, violencia y revictimización hacia las mujeres tan arraigados culturalmente y que se llegan a justificar como parte de la normalidad o los famosos usos y costumbres.
La pregunta para los que en la ultra corrección señalan que “no son las formas” de manifestarse, cuando un vidrio les resuena más que una vida, es ¿entonces cuales son las formas? ¿acaso le exigen de igual manera a los secuestradores y tratantes de blancas diciéndoles que no son las formas o que no es la forma de comportarse? ¿lo mismo le dicen a los violadores y feminicidas? ¿al presidente le exigen que deje de criminalizar a las mujeres que se manifiestan? La consigna de que nadie experimenta en cabeza ajena es sumamente vigente, la falta de empatía y desdén por la movilización de las mujeres en las calles apuntala la narrativa presidencial que se siente violentada y ultrajada cada que el nombre de una muerta o desaparecida se pinta sobre sus muros, en definitiva, desdeñar, ignorar, criminalizar y ocultar no es transformar, el pensamiento hegemónico de la Cuarta Transformación sigue siendo violento y peligroso para las mujeres.