Editorial

Semidios

#InPerfecciones
“Se dice que ningún árbol puede crecer hasta el cielo a menos que sus raíces lleguen al infierno” – C. Jung. 

 

 

Pablo Ricardo Rivera Tejeda / @PabloRiveraRT
pricardo.rivera@gmail.com

 

Hoy en día vivimos en una sociedad sumergida en redes sociales, plataformas digitales y comunidades artificiales. Así, la tecnología nos ha impactado de mil y un maneras, no obstante, con el paso del tiempo y la evolución de esta nueva realidad, hemos sido testigos de la gran influencia que una pantalla puede tener en nosotros. Ahora en vez de tener contacto físico, preferimos escribir un mensaje o tener una cotidiana videollamada, sin embargo, algo aún más trascendente ha sido la implacable ola de fama que los autodenominados influencers han recibido.

 

En un evento al que asistí hace poco tiempo, uno de estos “creadores de contenido” fue invitado para dar una ponencia, esperada en su mayoría por jóvenes fanáticos del contenido de este personaje y leales como esclavos que no cuestionan nada que les ordene su amo. De esta manera, en un auditorio sumido en gritos, alaridos y cánticos de alabanza hacia Su Majestad, comprobé la prepotencia, soberbia e hipocresía que algunos influencers muestran a los ojos de los demás.

 

Generalizar es un común error, por lo que me gustaría recalcar que muchos de los creadores de contenido en redes, verdaderamente buscan dar un mensaje fructífero a sus seguidores, o al menos ofrecen contenido de calidad, empero, no debemos ser ciegos ante las acciones de otros influencers que su único fin es lucrar y agrandar su riqueza, muchas veces convirtiéndose en bestias, que, buscando su alimento, destrozan con indiferencia todo lo que ven a su paso.

 

Verdaderamente creo que debemos reflexionar a quién le damos crédito, fama y popularidad, pues no es extraño presenciar cómo muchos de estos personajes son alabados por sus fanáticos, hasta el punto de endiosarlos y hacerles creer que, con su basura, son superiores a nosotros; los simples mortales.

 

Por último, considero esencial suscitar a la reflexión. No debemos darle crédito a personas que no tienen mérito alguno, que can en la frivolidad y solo su olfato busca el dinero y poder. No seamos sordos ante el sufrimiento de muchas personas que, con el sudor de su frente, buscan subsistir en las más precarias condiciones, pues ellos verdaderamente son el motor de nuestra sociedad, y aún así, permanecen a la sombra de aquellas grandes celebridades.

 

Acabaré diciendo lo siguiente: tú, autodenominado creador de contenido más famoso de Latinoamérica, sin mérito ni escrúpulos, me das asco. Tú, soberbio y prepotente, me das asco. Tú, semidiós bajado del cielo divino para ser colocado en un pedestal, me das asco, pero más tristeza me da aún, la idolatría de esta ciega sociedad.

 

#InPerfecto