#EspecialesInPerfecto
Bailaba Manyanga al sonido africano
cuando la muerte se inscribe en su curso de verano.
Aunque sin gracia la pálida calaca se ve,
tiene buen ritmo aunque huesuda esté.
Redacción InPerfecto / @InPerfectoMx
redaccion@inperfecto.com.mx
Allá en Mozambique una vez lo visitó,
pero era tan niño que no la reconoció,
Manyanga bailaba feliz al. atardecer,
que la temida muerte no lo pudo enloquecer.
Los años pasaron y Manyanga a México llegó,
con una familia con quien mucho disfrutó,
en día de muertos la UNAM visitó,
y a la calaca por fin reencontró.
La horrenda dama lo fue a saludar,
maestro Como es un placer verlo aquí,
pues en Mozambique me hizo sudar,
no me reconoció y eso me hizo dudar.
“Señora amable, ¿acaso nos conocemos?
yo no la recuerdo, mejor no nos abracemos”.
Eso le dijo Manyanga a la mujer,
quien inmediato le dijo lo que iba a acontecer.
“Si tú no me enseñas el esqueleto mover,
no puedo marcharme yo sola de aquí,
pues elegante yo he de bailar,
y si no me ayudas contigo he de jugar”.
Manyanga se rié, pues temeroso no está,
“el baile en la sangre lo llevas y ya,
pero como huesos tu sueles ya ser,
tendremos trabajo, si no, a perecer”.
Entonces la música sola llegó,
Kizomba y los ritmos a todos alegró,
Nkhuvu parecían las islas de C.U.,
cuando la calaca de pronto a todos sorprendió.
“Yo no tengo ritmo, pero por fin ya baile,
Manyanga la fiesta y el movimiento a mi heredó,
ahora bailemos todos porque no me cansé,
y aunque así fuera yo ya disfruté”.
Desde ese día a la ofrenda agregó,
ritmos africanos, ¡vaya que honor!.
Manyanga le enseña y rié también,
sonidos le siguen estén donde estén.