#Sexualidad
El rol de la mujer trasciende si ella así lo desea, y la maternidad es una opción más en el desarrollo femenino, hay mucho más que las mujeres pueden y deben realizar…
Dr.Juan Manuel Carvajal Blancas
Doctor en Psicologia
y Psicoterapeuta Humanista
juanmanuel.carvajal@inperfecto.com.mx / Contacto: 9512262913
Frecuentemente en la consulta psicoterapéutica recibo a mujeres que enfrentan en su diario vivir, la culpa que deriva del señalamiento social por la forma como se viven al ejercer su maternidad. Dichas mujeres ven la maternidad como menos importante que su crecimiento personal y están lejos de colocar a sus hijos como el centro de sus vidas, como sus “príncipes”o como su razón de existir. Para ser más preciso, la maternidad para estas mujeres, es un rol más de su experiencia, más no el principal.
Otras mujeres acuden porque quieren, como un anhelo constante en su corazón, algo más para sus vidas que ser unas abnegadas madres o amas de casa. Están también aquellas que siendo profesionistas o trabajadoras fuera de su hogar, viven estresadas por la presión social que las cuestiona acerca de lo que llaman “su forma descuidada y egoísta de vivir” pues, según las opiniones de su esposo, familia y amistades, “tienen que dedicarle más tiempo a sus hijos si quieren seguir trabajando”. Como si trabajar fuera un acto de bondad hacia ellas, como si al hombre se le exigiera en la misma proporción, tiempo, responsabilidades y calidad de atención para sus hijos.
Esta manera de vivirse de estas mujeres que buscan el apoyo en la psicoterapia, les confronta constantemente entre su deseo de superación, de cultivar su sentido de vida, de defender su libertad y los deberes que la sociedad, la familia, los medios de comunicación, las instituciones (machistas también), le siguen exigiendo.
La maternidad en nuestra cultura está llena de mitos, estereotipos en los cuales la abnegación y el sacrificio son enaltecidos como formas de representación de lo que es ser una “buena mamá”. Mientras más se quita, se mutila o se anula una mujer en este labor, mejor mamá es, al menos ante los ojos de la sociedad y de su propia familia. Esta condición de sacrificio y de servicio pleno a favor de los demás, es alimentado desde la niñez: ellas a jugar con muñecas, juegos de cocina, planchas, para que vayan construyendo su rol y asumiéndolo; ellos, herramientas, deportes, guerreros y juguetes fantásticos que les disponen desde temprana edad al mundo, a la aventura. El resultado: mujeres que viven en el servicio a los demás, en el olvido propio, en la frustración de sus expectativas y en mirar como él si puede crecer mientras ella se sigue quedando a cuidar a sus hijos…. Pero, “¡que digno es eso!” -dice la gente cercana- ¡que gran mamá la que se sacrifica por sus hijos y se quita el pan para darles de comer…!”; “una madre para cien hijos, la Santa, la Beata, la Bendita… No aquella cabrona egoísta que se supera y deja al cuidado de otros a sus pequeños para salir al mundo. No la soberbia ambiciosa que piensa en cuidar su cuerpo, en cultivar su mente para sentirse mejor y para ello se va sola al gym, al cross, a los pilates, a hacer teatro, a estudiar, a trabajar, a reunirse con otras mujeres (revoltosas, dicen) para organizarse, para acompañarse y en vez de quedarse a cuidar de sus criaturas por ahí anda de mitotera; peor aún, que gasta el dinero en ella cuando puede darles a ellos algo mejor, aunque no se lo paguen en un futuro… total que hay un Dios que todo lo ve y le reconocerá, si no en esta, en la próxima vida. Pero la muy… es bastante necia, una engreída que quiere verse bien, pensar bien, lucir bien, sentirse guapa, sentirse fuerte, valiente, ser libre… ¡vaya atrevimiento!
Mi respeto, admiración para las mujeres que muy a pesar de esta presión social se atreven a desafiar, yendo más allá de sus circunstancias. Porque ante esta presión social, son muchas las que se quedan apenas en el intento o en la fantasía, conformándose con el rol que les dieron a vivir, esperando realizarse a través de sus hij@s. Porque eso sí, a ellos “los quieren libres, pensantes y críticos”.
Afortunadamente están las mujeres que desde hace mucho se empeñaron en desafiar las reglas, en romper estereotipos y siendo madres o eligiendo renunciar a ello, se han atrevido a dignificar su vida, su esfuerzo, su derecho a la libertad y a vivirse plenas. Mujeres que son madres, de las llamadas incómodas, que llegan al festival de la escuela con escote y minifalda; que se van de viaje y se dan el tiempo de vivir para sí, tanto como para amar a sus hij@s, sabiendo que su tarea con ellos es temporal y que algún día se enfrentarán nuevamente al encuentro con sus resultados. Será entonces cuado frente al espejo puedan mirarse y abrazarse, al haber amado vivir y ser libres, haber amado en la libertad de ser ellas mismas.
Mujeres que evitan criticar o atacar a otras mujeres y en vez de eso las acompañan a levantarse, las apoyan a fortalecerse para hacer cambios, para ser fuertes, en un ejercicio amoroso de sororidad.
Evita sacrificarte, evita olvidarte de ti, evita mirar a tus hij@s como tu todo, porque el día que ellos se vayan de ti, viv@s o muert@s, mirarás tus manos y tu alma vacías, de haberte negado la bondad de amarte, de consentirte.
Ámate, rechaza toda crianza en pareja que deje de ser equitativa, que mutile tus sueños, tus aspiraciones. Rechaza imposiciones, incluso la de ser mamá, si Tú no lo quieres.
Puede acabarse tu proyecto de pareja por una separación o muerte, puede derrumbarse tu familia y mirarte sola, y si tienes un proyecto personal ese te sacará a flote, porque ni tus hijos, ni tu pareja, ni tu familia completa, son lo más importante de tu vida, cuando tu misma eres tu mejor y el más importante proyecto. Mujeres y Hombres venimos a algo más, mucho más que ser mamá y papá.
Acudir a psicoterapia puede apoyarte a encontrar tu propia fuerza, dignificar tu libertad, para vivir en mejor plenitud, defendiendo tu proyecto de vida.
#DescubreteEnPsicoterapia