Cultura

VOLADORES DE PAPANTLA- VOLADORES DE CUETZALAN

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Ritual milenario de los indígenas mesoamericanos, danza de colores iridiscentes y ejecución de complejos movimientos. La danza de los voladores de Papantla es hoy eco del misticismo de los antiguos pobladores de América

 

 

Raúl “TLAHUILCUAUTLI” González
raul.glz@inperfecto.com.mx

 

MA CE CUALLI TONALLI (QUE TENGAN UN BUEN DÌA)

 

EL TEMA PARA EL DÌA DE HOY…

VOLADORES DE PAPANTLA- VOLADORES DE CUETZALAN

 

Voladores de Papantla

Los Voladores de Papantla.

Pájaros de la tierra.

Ritual milenario de los indígenas mesoamericanos, danza de colores iridiscentes y ejecución de complejos movimientos. La danza de los voladores de Papantla es hoy eco del misticismo de los antiguos pobladores de América

Los indígenas totonacas cuentan que hace mucho tiempo, en una región llamada Totonocapan sobrevino una temporada de desoladora sequía y los cultivos no producían el alimento necesario. Por eso, los sabios de la región pidieron a cinco hombres jóvenes y vírgenes internarse en la vegetación y buscar el árbol más alto y recto para honrar al dios de la fertilidad Xipe Tótec y que éste se apiadara de todos. Así lo hicieron, y después de súplicas y oraciones, condujeron el árbol sin que éste tocara el suelo hacia un sitio idóneo para su ritual. Cortaron el árbol y lo dejaron tan liso como una joven rama, cavaron un agujero, fijaron el palo ahí y se aseguraron de bendecir el lugar con ofrendas variadas. Después, los hombres danzaron en los aires.

La danza de los voladores de Papantla es un ritual asociado a la fertilidad, que los nativos totonacas realizaban todos los años. Sus orígenes se remontan al Preclásico Medio mesoamericano, entre 1200 y 400 a.C. y se extendió como rito hasta otras culturas mesoamericanas, encontrándose indicios de su ejecución hasta Guatemala. Para los mexicanos, es motivo de orgullo e identidad cultural.

 

Surcar los aires

El ritual inicia desde que los hombres inician la búsqueda del árbol, y no desde que comienzan a bailar en el tronco. El caporal, la autoridad máxima del grupo de hombres danzantes, es quien selecciona el árbol que ha de cortarse, el cual debe medir entre 18 y 30 metros de alto. Una vez hecho esto, todos bailan alrededor del tronco e inclinan el cuerpo para pedir perdón, expulsando aguardiente de la boca en dirección a los 4 puntos cardinales.

Después de cortar y limar la superficie del tronco, los hombres lo transportan con ayuda de otros troncos, cuidando que no toque el suelo ni mujer alguna, ya que se cree que si esto sucede, provocaría mala suerte sobre la población. Al llegar al lugar de la danza, el palo es fijado a un orificio y se le añade una escalera de cuerda para facilitar el ascenso a la punta.

Ahora sí, el baile puede comenzar. Los danzantes lucen un atuendo especial para la ocasión, de colores vibrantes y tocados llamativos. Esta vestimenta simula en el cielo el vuelo de las aves y el color rojo la sangre de quienes han caído “en el vuelo”. Los listones y demás abalorios se relacionan con la primavera y la naturaleza.

Los hombres suben al palo, el cual tiene el tecomate giratorio que es el punto de apoyo de los voladores y un bastidor desde donde se lanzan al vacío. El caporal, sin nada más que un tambor y una flauta, se posiciona en la punta del palo y rompe el silencio con una música de notas prehispánicas. Los danzantes entonces saltan sujetados con cuerdas, mientras el caporal añade cada vez más complejidad a su música y baile. El asombro crece conforme los hombres giran con los brazos extendidos, con el rostro hacia el cielo y ocasionalmente, con las puntas de los dedos tocando las plantas de los pies.

Los 4 danzantes voladores simbolizan los 4 puntos cardinales y su descenso hasta el suelo significa la caída de la lluvia que los indígenas añoran. Cada sonido del caporal indica a los danzantes un tipo de acrobacia, girando 13 veces de acuerdo con los 13 cielos del dios sol y que, multiplicando por 4, resulta en 52, que es el número de un ciclo completo en el calendario prehispánico solar.

FUENTE: Geo Enciclopedia

LA CUMBRE DE TAJIN

Cumbre Tajín es un festival cultural que se lleva a cabo en la zona norte del estado de Veracruz, en el municipio de Papantla de Olarte (México). Su objetivo es preservar y difundir la riqueza cultural y arqueológica de la Ciudad Sagrada de El Tajín.

Su primera edición fue en el inicio de la primavera del año 2000 y se realiza alrededor del equinoccio de primavera en el Parque Temático Takilhsukut, la Zona Arqueológica de El Tajín (que comprende 1.5 km cuadrados y el zócalo de Papantla, donde se desarrollan: ceremonias, talleres, rituales, terapias alternativas, juegos autóctonos, conciertos, danzas, actos circenses, conferencias, exposiciones y proyecciones.

 

Zona arqueológica de El Tajín

La Zona Arqueológica de El Tajín (Zona Arqueológica de El Tajín ) se localiza en el municipio de Papantla de Olarte, en el norte del Estado de Veracruz. Es una de las zonas más importantes de Mesoamérica y representativa del Estado de Veracruz, México y el mundo.

Fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año de 1992. Cumbre Tajín se confirma como la principal experiencia en labores de salvaguarda, regeneración y difusión cultural. Prueba de ello es Tajín Vive, recorrido nocturno por la Ciudad Sagrada. La experiencia, profunda e inolvidable, permite el contacto directo de los visitantes con la atmósfera, las deidades y los habitantes de una cosmogonía única, la Totonaca, en el punto neurálgico de esta cultura viva: la zona arqueológica de El Tajín.

 

Tajín Vive

La visita nocturna a la ciudad sagrada de El Tajín (Tajín Vive) es una de las experiencias más importantes en la difusión de salvaguardia y regeneración cultural. La experiencia, profunda e inolvidable, permite el contacto directo de los visitantes con la atmósfera, las deidades y los habitantes de una única cosmogonía: la Totonaca, en el centro neurálgico de esta cultura viva: la zona arqueológica de El Tajín, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992.

Fuente: WIKIPEDIA La enciclopedia libre

 

AHORA NOS VAMOS A CUETZALAN…

 

VOLADORES DE CUETZALAN

POR: RAFAEL GONZÁLEZ

Siguiendo la tradición milenaria, heredada por los abuelos nahuas, los integrantes del grupo Águilas Mensajeras, practicantes de La danza de los Voladores originarios del municipio de Cuetzalan —nominado como Pueblo Mágico—, cumplieron con el elemento esencial del rito: la fabricación del palo, mismo que a partir del próximo 12 de diciembre y durante un año emplearán para sus presentaciones, pues así lo establece su creencia y como medida de seguridad para preservar su integridad.

En esta ocasión, la elección del árbol se realizó en la zona boscosa de Chalahuico, perteneciente al municipio de Tetela de Ocampo. Se trató de un pino de palo colorado muy flexible, el cual midió 24.8 metros.

Desde las 7 horas, inició la marcha en busca del árbol alzaprima. El caporal, Gabriel Morales Hilario, con sus danzantes se dirigieron al bosque para localizar el árbol. El tronco fue escogido por los cinco integrantes, en este caso una mujer y cuatro hombres, uno alto y derecho, a cuyo pie, realizaron la ceremonia de petición de permiso y ofrenda de disculpa a la madre naturaleza para ingresar y cortar “al ser vivo”.

Bailando alrededor del árbol y con el caporal tocando la flauta de carrizo y el tambor, pidieron perdón a la madre naturaleza para que el árbol sea derribado. Los danzantes, ataviados con su atuendo, rociaron con agua bendita y frotaron con unas flores blancas al tronco y con un copal e incienso, lo humearon. Con la flauta y el tambor pidieron a la tierra y al cielo su protección para no caer desde el aire mientras danzan. El árbol debe contar con ciertas características: debe estar lo más derecho posible, tener determinada anchura y altura; además, se debe calcular al momento del corte y la parte donde va a caer para que no se quiebre y se facilite su traslado. El diámetro aproximado del tronco es de un metro y de altura, por lo menos, de unos 25 metros, aunque podrían llevarse de mayor altura. En el acto se contó con la participación de habitantes de la comunidad, casi todos familiares y amigos del grupo Águilas Mensajeras, el cual tiene poco más de 25 años cumpliendo esta actividad ancestral. “Lo que acabamos de hacer es un ritual para pedir perdón a la madre naturaleza porque le estamos quitando un elemento vivo que va a ser primordial para la danza. Nosotros creemos que es el único ser que está entre el inframundo, mundo y supramundo. Lo que tratamos de hacer cuando iniciamos un ritual del vuelo, nosotros primero saludamos en la parte de abajo, el tributo que nosotros hacemos cuando sembramos, nosotros cuando ponemos el palo ponemos un guajolote vivo, el guajolote vivo representa a los guerreros caídos en batalla y le ponemos los condimentos del mole poblano, creemos que el guajolote y el palo, al momento de ponerlo, crean un espíritu para nuestra protección”, explicó José Luis Hernández Morales, uno de los integrantes del grupo, junto con Yolanda Morales Hilario, Gabriel Morales Hilario, Felipe Morales Lemus, Miguel Juárez Mora e Ignacio Morales Ponce. Origen de la danza José Luis Hernández Morales explicó que el de los Voladores es un ritual de alcance panmesoamericano cuya antigüedad es de por lo menos 2 mil 500 años. Contó que la evidencia arqueológica más antigua que se tiene sobre la Danza del Volador refiere al periodo 600 a.C. y 900 d.C. y proviene del occidente de México. Se trata de maquetas que representan danzas sobre un poste erigido al centro de plataformas circulares. Resaltó que su práctica, aun con todo y las variaciones que le ha impuesto el tiempo y la transformación del entorno en que se practica, es un alarde de persistencia cultural. “Por ello, la Unesco lo incluyó como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2009”. Narró que su gusto por esta tradición le nació desde niño al observar a sus tíos Gabriel y Juan Morales Hilario participar en diversos grupos, hasta que un día decidieron conformar su propio grupo. “Y ahora nos toca trascender esta tradición, este ritual principalmente (el corte y preparación del palo del árbol)”. Añadió que desde niño quería participar y su oportunidad llegó un día que no se completaban. “Me dijeron, ‘oye, ¿no quieres entrar?’, y ya a partir de ahí me incorporé y empecé a danzar con ellos”. Informó que esta actividad obliga a la persona a mantener una buena condición física: “Debes tener preparación y precisión, porque obviamente arriba no vas a estar hablando de otras cosas, pues tienes que estar enfocado a lo que estás, concentrado en un punto, o sea, debes de estar atento al compañero, es una labor en equipo que nosotros hacemos, y lo hacemos bien”. Respecto al origen de esta danza, la cual a nivel nacional se etiqueta como de Papantla, Veracruz, indicó que “todos dicen ‘voladores de Papantla, vean a los voladores de Papantla’, pero el término común al cual se le debería de llamar o se le llama, según el tratado de la Unesco, con el cual se le da Patrimonio Cultural a este ritual, dice que el término aceptable al cual nosotros debemos de llamarlo es ritual de la Danza de los Voladores y de ahí, cuando dicen voladores de Papantla en realidad se remonta más al lugar donde surgió. La historia dice que los voladores de Cuetzalan estaba en Yohualicha, fueron los que lo practicaban ahí y cuando llega la conquista mexica llega a Yohualicha y corre a los totonacos y lo que hacen es que se van para el Tajín y construyen y llevan sus tradiciones, por lo que la Danza de los Voladores se queda ahí, pero se supone o no se debería de decir Voladores de Cuetzalan o Voladores de Papantla pues ambos tienen la misma raíz, entonces el término más aceptable sería el ritual de la Danza de los Voladores”. 

Características del volador Actualmente, los voladores no portan ya los vistosos trajes de aves mensajeras del cielo que empleaban previo a la Conquista, ahora su traje se compone de una camisa blanca sobre la que se anudan transversalmente del hombro izquierdo al derecho de la cintura una media luna de tela roja con flecos blancos decorados con bordados de chaquira, lentejuela, flores, pájaros y otros elementos ceremoniales. Asimismo, portan un calzón blanco sobre el que visten otro más corto de color rojo con flecos en la parte baja. Sobre el calzón se coloca un delantal igualmente decorado con bordados y flecos. Calzan botines y sobre la cabeza una corona con espejos y flores que rematan con un abanico multicolor, listones favoreciendo los doce meses del año. Indicó que anteriormente este ritual se hacía cada 52 años, “que era cuando moría un sol para nacer nuevamente. 

FUENTE: MILENIO 2020

 

 

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