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Reyna Ramírez describió un incidente ocurrido en junio cuando un grupo de partidarios del presidente se le acercó gritándole “reportera vendida” y la obligó a huir del acto que estaba cubriendo.
AP
Una reportera le dijo el martes al presidente Andrés Manuel López Obrador que sus partidarios la habían acosado cuando intentaba cubrir un evento en junio y se quejó de que la polarización de la sociedad mexicana ha puesto en peligro a los periodistas.
Cuando ella le preguntó qué haría al respecto, López Obrador reaccionó con una mezcla de desprecio y desinterés diciendo simplemente “nada, nada, nada”.
En su conferencia matutina del martes, el presidente también llegó a afirmar que otra reportera que no le gusta es una agente o informante de la DEA. En un país donde dominan los cárteles de la droga, se trata de una acusación potencialmente mortal. Al menos 142 reporteros y trabajadores de los medios de comunicación han sido asesinados en México desde el año 2000.
Los periodistas llevan tiempo quejándose de que a menudo sufren ataques verbales por parte de López Obrador quien ha acusado falsamente a algunos de ellos de ser portavoces a sueldo de los conservadores.
Aunque López Obrador ha celebrado muchas más conferencias y ha respondido a muchas más preguntas que cualquier otro presidente anterior, los reporteros también se quejan de sufrir abusos en línea y en persona por parte de los partidarios acérrimos del presidente si le hacen preguntas difíciles.
El martes, la reportera independiente Reyna Ramírez describió un incidente ocurrido en junio cuando un grupo de partidarios del presidente se le acercó gritándole “reportera vendida” y la obligó a huir del acto que estaba cubriendo.
“Estoy en riesgo por esta razón, ahora cualquiera me ataca en la calle ”, dijo Ramírez.
“Usted polarizó a la sociedad, la polarizó, y tenemos esto. ”¿No sé qué puede usted hacer ahora?”.
“¿No te parece que ya?”, respondió López Obrador. Presionado a responder qué haría para controlar a sus simpatizantes, respondió “nada, nada, nada”.
Minutos después, López Obrador volvió a arremeter contra la periodista y escritora Anabel Hernández cuyo último libro describe los presuntos vínculos entre la actual administración y los cárteles mexicanos de la droga.
El gobernante se ha negado a enfrentarse a los cárteles de la droga y ha subrayado que los traficantes también son personas.
López Obrador rechazó las acusaciones de Hernández, sin ofrecer pruebas, asegurando que forman parte de un complot de la DEA para desprestigiarlo, y ha calificado a la periodista de “agente o informante de la DEA”.
Hernández niega la acusación y considera que todo el asunto es escalofriante.
“Es frustrante que el presidente considere pueblo a los narcos y enemigos a los periodistas que investigamos”, dijo la periodista.
En mayo, Hernández también se quejó de que la hostilidad y las acusaciones de López Obrador le habían dificultado su trabajo de investigación.
Aunque López Obrador afirma que está más abierto a la prensa que cualquier otro presidente mexicano anterior, sus ruedas de prensa matutinas tienden a favorecer las preguntas suaves de los medios de comunicación afines.
En el pasado, López Obrador ha utilizado registros fiscales y bancarios confidenciales para publicar los salarios de periodistas que le desagradan, y ha revelado el número de teléfono personal de una corresponsal extranjera.
Grupos internacionales de defensa de la libertad de prensa han criticado los ataques del presidente a la prensa, al igual que el Departamento de Estado de Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos, señalando que ponen en mayor riesgo a periodistas ya expuestos.