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La relación entre Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Salinas Pliego, empresario presidente de Grupo Salinas, ha encontrado un nuevo capítulo de disputa.
Con información de OMAR PERALTA
La relación entre Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presidente de México y Ricardo Salinas Pliego, empresario presidente de Grupo Salinas, ha encontrado un nuevo capítulo de disputa. El mandatario declaró que durante su postulación para ser jefe gobierno del entonces Distrito Federal, en el 2000, enfrentó una supuesta campaña negra por parte de TV Azteca.
Todo se desprendía del asesinato del comunicador Paco Stanley en 1999, cuando el PRD gobernaba ya en la ciudad con Cuauhtémoc Cárdenas. El papel que tuvo Samuel del Villar, entonces procurador de justicia, se revistió de un tono mediático que generó dos juicios paralelos: el formal, a cargo de la justicia, y el de la opinión pública. En su campaña, López Obrador anunció que del Villar sería ratificado en su cargo si él ganaba (sí ganó, pero no repitió en su cargo el procurador).
“Hubo una campaña incluso en Azteca, fuertísima. Le tocó a él (del Villar) ver el caso de Paco Stanley. Como era estricto, llamó a declarar a Salinas Pliego. A partir de que yo digo que va a quedar, Azteca completa se va en contra mía”, expresó el presidente. La remembranza de aquel momento no pasó desapercibida para Salinas Pliego que respondió a través de X (Twitter).
“AMLO y yo sabíamos que ese procurador era borracho, irresponsable, partisano y que torció la ley… y que, en venganza por haberlo exhibido, me mandó interrogar por más de 8 horas, preguntándome puras pendejadas con la única finalidad de justificar su ineptitud y su falta de ganas de aplicar la ley”, escribió el empresario, que además recordó que sí, su televisora impulsó una campaña para que del Villar no fuera ratificado (en el mismo reportaje que cita se recuerda que López Obrador “limó asperezas” con TV Azteca cuando llegó a la jefatura de gobierno).
Los bandazos han sido constantes. En 2018, TV Azteca mostró benevolencia hacia López Obrador y de manera particular llamó la atención una entrevista que Javier Alatorre le realizó al candidato de Morena en su domicilio. No hubo grandes cuestionamientos: la idea fue que la audiencia conociera de cerca la vida personal de López Obrador. La cercanía quedó certificada posteriormente: López Obrador integró a Salinas Pliego como parte de su Consejo Asesor Empresarial; además, fue el primer empresario en apoyar el programa social Jóvenes Construyendo el Futuro. Aunque las manifestaciones de respeto fueron constantes, la división ideológica de ambos ha quedado clara en momentos muy puntuales.
Uno de los puntos de crispación más notables fue el relativo a la pandemia de covid-19, cuando a nivel gubernamental se exhortó a la población a permanecer en casa (no era obligatorio, pero sí la recomendación general). Entonces TV Azteca, en su noticiero estelar, conducido por Javier Alatorre, publicó diversos llamados a la población a no seguir el confinamiento y proseguir con las actividades cotidianas de manera normal. El llamado fue claro: ya no hacer caso de las indicaciones de Hugo López-Gatell, entonces subsecretario de Salud, delegado para afrontar la pandemia en México.
“Creo que se equivocó mi amigo Javier Alatorre anoche que llamó a no hacerle caso al doctor Hugo López-Gatell. Creo que fue una actitud no muy bien pensada. Javier es una persona buena, cometió un error, como cometemos errores todos y además hizo uso de su libertad de cada quien a expresarse”, fueron las palabras del presidente, que fue mucho más indulgente de lo normal con aquellos periodistas que cuestionan sus políticas.
Las discordancias han sido continuas, como en noviembre pasado, cuando el presidente reprochó que había otra vez una campaña en contra suya en Azteca por los reportajes ahí emitidos sobre Otis, el huracán que devastó Acapulco. En esa ocasión, López Obrador recordó que Salinas Pliego tenía una deuda fiscal con el SAT y que de ahí devenía su molestia con el gobierno. El empresario respondió que no pagaría y que recurriría a todas las instancias legales posibles. Son las idas y vueltas entre dos representantes emblemáticos del poder político y económico de un país partido en dos.