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Descubren manatíes en un sistema de cuevas submarinas de México

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Quedan menos de 2500 ejemplares de manatíes en el mundo.

 

 

Con información de Javier Peláez

El célebre oceanógrafo francés Jacques Cousteau solía decir que “solo se protege lo que se ama, y solo se ama lo que se conoce”, una cita que podríamos aplicar a casi cualquier ámbito de nuestra vida pero que cobra aún más sentido cuando hablamos de naturaleza, biodiversidad y medio ambiente. Para cuidar y proteger adecuadamente una especie en peligro de extinción es necesario descubrirla, conocerla, entenderla… lo que no conocemos no existe y por tanto ni siquiera lo apreciamos.

El manatí antillano (Trichechus manatus) es un fascinante mamífero acuático herbívoro que puebla los sistemas fluviales y las costas del Golfo de México y el Mar Caribe. No os dejéis confundir por su aspecto corpulento y desgarbado porque, en realidad, los manatís son realmente ágiles en el agua y se les ha observado haciendo giros, piruetas, volteretas y, si la ocasión lo requiere, son capaces de moverse a velocidades que superan los 30 kilómetros por hora.

Su comportamiento suele ser amigable y curioso ya que no poseen demasiados depredadores naturales en su hábitat. A pesar de eso, la Academia de la Ciencia de México los ha catalogado como “una especie en peligro de extinción dentro de la lista de Especies Prioritarias para la Conservación en México”. Las estimaciones más recientes estiman que quedan menos de 2500 ejemplares de manatís antillanos en el mundo, distribuidos principalmente por México y Belice. Las causas de su vulnerabilidad proceden exclusivamente de la actividad humana e incluyen frecuentes colisiones con embarcaciones, caza furtiva, destrucción de su hábitat y, sobre todo, la alta contaminación de las aguas donde viven.

Por eso resulta esperanzador descubrir colonias y grupos de manatís desconocidos, como los que ha encontrado el buceador y fotógrafo Klaus Thymann mientras exploraba un sistema de cuevas inundadas en el estado mexicano de Quintana Roo, en la península de Yucatán.

Los manatís se mueven libremente por este intrincado sistema submarino que se extiende a lo largo de cientos de kilómetros de cuevas excavadas por el agua en la roca caliza. De vez en cuando, los techos de algunas cuevas colapsan y se forman sumideros llenos de agua dulce.

Thyman cree que los manatís probablemente han estado en esta región durante generaciones, nadando sin problemas por sus aguas cristalinas… pero este hábitat recién descubierto ya se encuentra amenazado por el avance de la construcción. Se están desarrollando proyectos turísticos e infraestructuras que pronto pondrán en riesgo las especies acuáticas de la zona. Se ha propuesto una línea de tren que incrementará la población en este popular destino turístico y su construcción “podría bloquear el flujo de agua en el sistema, privándolo de oxígeno y atrapando potencialmente a los manatís”. Las aguas residuales y los sistemas de alcantarillado reducen la calidad del agua y afectarán a este entorno submarino.

Pero aún hay esperanza, afirma Thymann, y documentar este denso hábitat de cuevas submarinas puede ser el primer paso para proteger a los manatíes que viven allí… nuevamente, como decía Cousteau, para apreciar hay que conocer.