Sexualidad

El brinquito

#Sexualidad
¿Alguna vez te has aventado de clavado a una alberca? seguramente sabes que se necesita un impulso para echar el cuerpo hacia adelante, una especie de brinquito que define si tu entrada será triunfal o de nuevo te golpearás en la panza. Eso me hizo pensar en los brinquitos que tal vez no me estoy atreviendo a dar ¿te avientas a leer?

 

 

Dulce Merlos@la_dulce_vita.mx  @matrioska_libro
dulmerlos@gmail.com

Últimamente he pensado mucho en el cuerpo. Mi editora dice que el cuerpo es uno de mis temas y tiene razón, es uno de los grandes ejes que ha permeado mi vida. Desde su tamaño, sus formas, sus cicatrices, sus señales y hasta los mensajes claros y fuertes que grita cuando le da por descomponerse. Soy de las que creen que toda manifestación física, tiene una raíz emocional y cada que me enfermo corro a San Google a buscar la causa del síntoma en el diccionario de biodescodificación, porque si el cuerpo tiene sus propias codificaciones, las que traemos por default y las que vamos acumulando con las experiencias que vivimos. 

Y si tú nunca habías oído hablar de la biodescodificación te explico rápido, es una herramienta de la medicina alternativa, que sirve para entender la raíz emocional de los síntomas físicos del cuerpo, detrás de cada enfermedad hay una emoción atorada,  que si se gestiona de manera correcta en teoría te lleva a la sanación. Así que bueno a mi al menos me ayuda a entender un poco de donde puede venir el problema. Pero eso no es lo que quiero contarte hoy, así que vayamos al punto.

Dos eventos que me sucedieron en las últimas me hicieron pensar en mi cuerpo, más allá de que tú y yo sabemos que amo vestirme y me encanta colgarme hasta el molcajete, esta vez no pensé en lo tangible sino en lo que no se puede tocar. Mi atención se centró en las sensaciones que tuve y que me hicieron visualizar mi cuerpo como un mapa donde se han grabado las historias que he vivido, tanto buenas como malas. 

El primer suceso ocurrió hace un par de semanas, tenía que asistir a una cita médica muy importante y la persona que iba a acompañarme no llego, cinco minutos antes de la consulta me dijo que no lo lograría a pesar de que habíamos agendado con casi quince días de anticipación, en ese momento recuerdo haber sentido como si me arrancaran algo entre el pecho y el corazón, tuve unas ganas inmensas de llorar y me sentí abandonada, a la deriva, sola con mi soledad pa que me entiendas, y al mismo tiempo tuve un deja vú en el que mi cuerpo me dijo, esto ya lo hemos vivido, esta sensación de desamparo es familiar, la hemos experimentado antes.

El segundo acontecimiento fue la semana pasada en mi clase de natación, el maestro nos puso a practicar clavados, lo cuales odio porque siento que toda el agua de la alberca se me mete entre la nariz y la garganta. El chiste es que hacer un buen clavado requiere bastante técnica, como abrir ligeramente el compás, poner un pie en el borde de la  alberca y el otro atrás, juntar las manos en flecha por encima de la cabeza, inclinarte y al momento de aventarte impulsar ambos pies en un ligero brinquito… y he ahí el meollo del asunto, el brinquito. 

Si te impulsas de más te puedes pegar en el fondo y si te impulsas de menos te das un panzaso que duele horrible. Entonces, el maestro para ayudarnos a entender el tema del impulso, nos puso a hacer un ejercicio en el cual tenías que agacharte dentro del agua hasta tocar tus tobillos y luego brincar con el impulso de tus pies hacia arriba y  los brazos en flecha como si quisieras tocar el techo de la alberca, más que clase de natación parecíamos equipo de nado desincronizado. 

El chiste es que al principio me dio risa el ejercicio, pero una vez que me metí en mi papel de intentarlo bien para dejar de darme panzasos cada clase, de repente me llego una especie de iluminación en la que mi cuerpo comenzó a integrar el movimiento, las sensaciones, la cantidad precisa de fuerza que necesitaban mis pies para brincar y caer de nuevo en las puntas y tuve un aha moment en el que mi cuerpo ancló y reconoció todos esos movimientos  como parte de lo que se necesita para ejecutar un clavado, hasta volverlos automáticos y familiares para la próxima vez que se necesiten.

Ahí entendí que aunque no seamos conscientes de las cosas, el cuerpo si lo es, es un maravilloso archivo de memoria sensorial que almacena todos los eventos que nos suceden en la vida, los integra, los guarda y los saca a flote cuando sucede “algo” que los detona. Eso mismo me había pasado semanas atrás con la cita médica, mi cuerpo reconoció esa sensación de abandono, que  me llevo de la tristeza al enojo para protegerme y no ponerme a llorar cual magdalena durante la consulta. Estoy consciente que puedo ignorar lo que sentí y pretender que todo esta bien, pero tal vez y sólo tal vez mi cuerpo me esta diciendo que necesito trabajar esas emociones en terapia, y el tema conmigo es que cuando me doy cuenta de las cosas, ignorarlas es pagar una factura muy cara.

En psicología se dice que el trauma se almacena en el cuerpo a pesar del esfuerzo consciente que hace la mente para olvidar, y cuando te hablo de trauma a veces pensamos que se trata de eventos catastróficos como guerras o una abuso cuando en realidad el trauma sucede muy a menudo en la vida cotidiana en forma de incidentes pequeños, como cosas del trabajo que te estresan, la salud de algún familiar, una pérdida, un divorcio, un cambio de casa, etc. y nunca les damos la importancia que merecen porque pensamos que estamos exagerando o que debemos ser más fuertes o que las sensaciones se irán si dejo de prestarles atención. Te tengo noticias no es cierto, simplemente lo que se ignora no se ve, pero tampoco puede cambiarse. Así que tal vez sea más inteligente escucharTE que pretender que no te duele la herida ¿no crees?

Por otro lado la buena noticia es que no todo es malo, es decir, el cuerpo no sólo almacena trauma, imagínate que joda ¿no? ningún bebé nunca aprendería a caminar si su cuerpo solo se anclara a la experiencia de caerse cada dos pasos. El cuerpo también puede y crea anclajes a experiencias de alegría, de triunfo, de capacidad para lograr objetivos, de movimientos milimétricos que le permiten a una gimnasta dar piruetas por el aire o a ti y a mi comer, manejar, correr, nadar, aprender nuevas cosas, crear nuevas versiones de nosotros mismos.

Así que hoy te invito a hacer con tu cuerpo un ejercicio simple pero poderoso: cierra tus ojos, ¿puedes recordar la última vez que algo te dolió? ¿en qué parte de tu cuerpo se siente y cuál es la emoción almacenada ahí? habla con ella, tal vez te sorprenda que se vaya una vez que escuches lo que vino a decirte. Sigue con tus ojos cerrados y ahora pídele a tu cuerpo que traiga a tu mente un recuerdo que te haga sentir feliz, plena, exitosa, sana, empoderada o cualquier mezcla de las anteriores, y vuelve a preguntarte en que parte se siente la emoción y cómo es estar ahí. Anclate a esa emoción y hazla familiar para que la próxima vez que necesites dar un brinquito, tu cuerpo sepa exactamente como impulsarte y entrar al agua sin miedo al éxito hermana.

 

Duls

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